Día 20 | Forum

¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?! ¡¿$78.00 por un sandwich de costillitas BBQ y una limonada?! Mis ojos se disparaban al ver el total de la cuenta en la caja registradora de aquella tienda de autoservicio; maldita sea el queso de bola, eso me pasa por desayunar comida chatarra en primer lugar. Pagué el total sabiendo que no me alcanzaría para otra limonada en la tarde, pero mi necesidad de costillitas por la mañana estaba cubierta.

Caminaba tranquilamente rumbo al trabajo, abría mi emparedado con cuidado de no tirarlo y estropear ¡$78.00! Hacía algo de frío, normal en el mes de diciembre y normal para las 9 de la mañana. Sin embargo mi vieja chamarra azul marino de cuello alto es más que suficiente para esa clase de días. En las bolsas llevaba mi lata de limonada y en la otra, la envoltura de mi sandwich. Tiene un agujero en la manga derecha, a la altura del antebrazo, ha sido más de una ocasión en donde he tenido que disparar la pistola, que llevo oculta en el antebrazo, directamente desde la manga sin desenfundarla si quiera; todos piensan que mi chamarra es de mal gusto, por estar agujerada, pero es mi favorita.

Recuerdo cuando las calles se llenaban de gente por estas fechas, recuerdo también celebrarlas alegremente al lado de mi familia; sin embargo, el gobierno cayó en una dictadura de regimen imperial forzada por otras potencias y no paso mucho después para que empezaran a suprimir libertades y derechos de los ciudadanos, el último en caer fue el internet, donde solo se podían recibir noticias e información autorizada por la Cámara Real de Unión del Estado, nuestros nuevos mandatarios. O bueno, al menos, así me contaron la historia cuando era niño, la verdad nuca he sido un hombre muy interesado en la política.

Recuerdo todos los anuncios que cubrían las calles anunciando productos varios y descuentos por estas fechas, ahora los únicos carteles son de TradeCo., una compañía que tiene un monopolio sobre la mayoría de las cosas que consumimos hoy día. Quizá por eso la gente ya no sale a hacer las compras como en mis días de infante…solo hay que ir a un solo lugar. Por eso me gusta ese autoservicio al que voy, es uno de los pocos que queda debido a su popularidad y en donde puedo encontrar pseudo-carne de cerdo a estas horas de la mañana, en vez de sopas maricas.

¿Y mi familia? Me pregunto si estarán bien. Como negarlo, la verdad extraño mucho esas navidades, todo era más simple. Pero heme aquí, 10 años sin saber de mis padres y a sabiendas de pasar la navidad solo otra vez. Meh, en 10 años eso es lo que menos te preocupa, y más en una profesión como la mía; es por eso que pagan tan bien… cualquier día es el último día.

Me acerqué al edificio donde trabajo, es enorme, ocupa toda una manzana y también es el más lujoso de la región, una gran torre gris, imponente coloso gris espejeado sobre las demás casas y edificios, un símbolo de poder. Me aseguré de limpiarme bien los dedos de las manos, necesitaría mis huellas digitales para acceder a mi lugar de trabajo, por así decirlo. Puse mi mano sobre el lector, se abrieron las puertas y…

Un sonido devastador se escuchó al momento, una bomba en el edificio acababa de detonar; el estruendo fue tan fuerte que aturdió a todas las personas que se encontraban en la calle, incluyéndome a mí y al guardia de seguridad. Me encontraba demasiado confundido como para reaccionar con rapidez, o eso fue hasta que vi llover pedazos de cristal que caian sobre toda la calle y cercanías. La bomba debió detonar en un piso alto, por el tiempo que les tomo a los escombros caer al piso.

En ese momento mi mente y mi corazón se sincronizaron y al unísono me dieron un nombre que no pude evitar decir en voz alta:

-¡*****!

Jalé el cordon desde mi antebrazo derecho y «La Malagueña» salió expulsada desde su compartimiento secreto en mi brazo hasta mi mano en un rápido movimiento. Armado y aterrado de lo que le hubiese podido pasar a ***** me abalancé a entrar en el edificio.