11:43 pm
Terror del Pollo Frito
abril 20, 2011
Como esta la banda, les traigo el primer capitulo de Cronicas de Philip Franklin, esta dividido por subcapitulos para que la lectura no sea muy larga. Espero le guste, y pronto subire la siguiente parte.
Capitulo 1 (parte 1)
Cosas malas
Ni un momento
La imagen en la ventana se distorsionaba a causa de las gotas de lluvia que se estrellaban contra el cristal, era de madrugada, un ligero y relajante olor a tierra mojada corría en el aíre por toda la habitación. Esta, de madera e iluminada solo por la luz de los rayos parecía vacía, pero no lo estaba. Dos camas, dos roperos, un escritorio y un juguetero la conformaban. Yo miraba por la ventana sentado en mi cama, con los pies descalzos acariciaba el frío piso de madera, debía tener doce años, y el sueño aun no me dominaba, fuera había algo que quedaba inconcluso, que esperaba y me inquietaba tanto, que mi mano derecha no dejaba de temblar.
Respiraba el fresco aíre lentamente, y lo exhalaba de la misma manera, una y otra vez, una y otra vez.
—No volverá, no hoy al menos—La voz de mi hermano me hizo salir del trance, deje de mirar por la venta y dirigí mis ojos ha esté, debía tener quince años, tenía el cabello oscuro y piel morena, con unos tranquilos ojos grises. Alto y con el completo cuerpo de alguien que ya ha pasado la pubertad. Se hallaba recostado en su cama, con las manos detrás de su nuca mirando el techo, se quedo callado por un momento, después, giro su cabeza hacia mí—No te preocupes.
Desvíe la mirada, un extraño cosquilleó recorrió mi cuerpo, me puse a pensar en mi padre, quien hacía cuatro días se había marchado en la caravana por un trabajo, ya entonces tenía entendido que podría no regresar jamás, que “cosas malas” como me decían los adultos, podrían suceder.
Podría regresar ese día, al menos que decidiera viajar más lejos para conseguir una paga mejor. Yo deseaba que volviera, no me gustaba estar sin él, esas “cosas malas” podrían pasarle si decidía seguir, y yo quería que estuviera a salvo.
Suspire, era evidente que el sueño no regresaría.
—Cid, papá es muy fuerte ¿Verdad que no le pasara nada?
—Y valiente, se que decidió irse al siguiente pueblo, volverá a aquí en cuatro o cinco días más o menos.
Sonreí, mi hermano tenía razón, mi padre era muy fuerte, volvería sano y salvo, esa idea produjo en mí una calidez que saboreé unos segundos, pero aun seguía deseando que llegara a casa.
— ¿sabes que es lo que hace papá?
Mi hermano se levanto y se acostó boca abajo en dirección hacia mí, levantando los pies que se recargaban en el muro y, con gran entusiasmo, comenzó a platicarme.
—Papá me ha contado algunas cuantas cosas, no te ha contado a ti porque aun eres muy pequeño, pero no veo que allá problemas si te cuento un poco—Asentí. Me estaba emocionando—Bueno, tú sabes que “cosas malas” pasan allá afuera ¿Verdad?…bien, papá se encarga de proteger la caravana, junto con mas hombres que lo ayudan, me ha contado que las bestias no son el único problema, sino también personas.
— ¿Las personas atacan las caravanas?
—Son bandidos, papá dice que la mayoría de las veces entran en la caravana y después roban todo lo que pueden o secuestran un vagón para quedarse lo que tenga, no me lo ha dicho, pero sé que debió de haber detenido ataques así más de una vez—Silenció por un momento antes de hablar, pero esta vez lo hizo en un murmullo—No le digas a nadie, pero sospecho que alguna vez se quedo solo, en las tierras neutrales.
Me quede helado, una visión de mi padre se creó en mi cabeza: solo, caminando por el bosque hacia cualquier lugar mientras poco a poco oscurecía la noche, entonces, ojo tras ojo se posa sobre él, observándolo, sin que ni siquiera se diera cuenta. La contemple por un rato mientras asimilaba lo que significaba.
Cualquier lugar en el mundo que no perteneciera a nadie, humanos o bestias, era denominada “tierra neutral” un lugar sin leyes, donde cualquier criatura corre peligro al estar allí. La caravana se mueve de pueblo a pueblo, y hay ciertas veces que no hay cosa que conecte a un pueblo con otro, o que la distancia entre estos es demasiado larga para controlarla, son lugares donde uno no debe distraerse, ni un solo momento.
Ni un solo momento.
Sentí entonces una admiración más grande aun por mi padre, lo vi como un ser indestructible, imparable, un gran guerrero que superaría todos los obstáculos que se le presentara.
Mi hermano sonrió satisfecho al lograr causarme el impacto que deseaba, volvió a su posición original en la cama y, cuando creí que no diría más, dijo:
—Algún día seré como él.
Un rayo de luz seguido por un trueno cortó la conversación, mire la ventana, la lluvia parecía no acabarse, pero ahora era más amigable, como si sus gotas ya no impactaran de la misma forma.
Me recosté en la cama, Cid había logrado calmarme un poco, lo suficiente para poder relajarme, en cuestión de minutos ya estaría completamente dormido.
A veces uno siente la sensación de no saber si en realidad durmió o si se encontraba en un trance de tal magnitud que perdió la noción del mundo, al volver a este, lo primero que me pregunte fue si de verdad estaba dormido, o si simplemente el tiempo transcurrido se borro de mi memoria al concluir el estado en el que me encontraba.
Algo se había escuchado.
Iba a preguntar a Cid si también lo escuchó cuando el sonido de unos golpes me enmudecieron, cuando me di cuenta de lo que sucedía una enorme alegría nació dentro de mí, al no poderla controlar se expandió hasta salir de mi cuerpo, fue cuando di un brinco y grite mientras corría a la puerta de nuestra habitación:
— ¡Ha llegado! ¡Papá está aquí!
Salí al pasillo y me dirigí a toda prisa hacia el comedor, a la puerta que daba a la calle, fue un milagro que en aquella oscuridad no hubiera chocado con nada; cuando llegue junto a ella la abrí, un frío aíre nocturno entro a la casa a una velocidad incalculable, fue tanto que comencé a temblar, pero apenas lo note, porque en ese momento miraba a mi padre, se había quitado el casco dejando descubierto su pálido y congelado rostro que, aun por estar agotado y mojado, sonreía alegremente, era como mirar a Cid aunque más grande, viejo y fuerte. Vestía ya la ropa normal, pero aun llevaba en su espalda la gran mochila donde guardaba todo lo que necesitaba en los viajes, se agacho para abrazarme y después me levantó, ya habían llegado mi madre y Cid, que de igual forma lo abrazaron.
—He vuelto familia—Nos saludo mi padre, me bajo, rápidamente fui a prender una lámpara para iluminar el lugar, encontré unas en la alacena de mero arriba, tuve que tomar una silla para alcanzarla, en otros cajones encontré serillos, las encendí y las distribuí por la cocina, mientras asía esto se llevaba a cabo esta conversación:
—Estas empapado—Dijo mi madre, mi padre se fijo que con sus grandes botas estaba .metiendo lodo, se las quito y se las entrego a Cid, quien rápidamente fue a llevarlas al pateo trasero.
—Eso suele suceder cuando caminas bajo la lluvia—Explicó mi padre.
— ¡Te enfermaras!—Lo regaño mi madre.
—No te preocupes, este traje me protege de todo—Cid llegó, mis padres y mi hermano tomaron asiento alrededor de la mesa, yo me les uní poco después de haber colocado las linternas.
—Creí que irías a los otros pueblos—Soltó Cid.
—Yo también—Respondió mi padre, miro a Cid sonriendo, pero mi hermano exhibía un rostro que casi exigía una explicación—Pero cuando vi mi paga me di cuenta que será suficiente hasta que salga la siguiente caravana, se quedara uno o dos días y regresara en cuatro o cinco, me iré en esa, lo más probable es que tenga que viajar más lejos en esa ocasión—Concluyó.
— ¿Cómo te fue en el viaje?—Le preguntó mi madre.
—Tranquilo, cerca de aquí pasaron “cosas malas”—Esto último lo dijo mirándome a mi—Pero nada grave.
Sonreí.
—Me alegra de que hayas vuelto—Le confesó mi madre, se acerco ha él y le dio un beso, él sonrió satisfecho.
— ¿Cómo han estado las cosas aquí?—Preguntó papá.
—Tranquilas—Le respondió mi mamá—O….no tanto, unos mercaderes aseguraban a ver notado un crecimiento en los ataques….me preocupe un poco.
Mi padre asintió, cuando asía eso en vez de responder era porque no quería hablar más del tema.
—Y ustedes dos—Nos miro a Cid y a mí— ¿Se han portado bien? ¿Le han hecho caso a su madre?
Asentimos, pero nos delato la risa de nuestra madre…
Tardó un poco, pero al final nuestros padres lograron hacer que nos fuéramos a dormir, mi sueño había vuelto, y ya me sentía en paz, todo en mi mundo volvía a estar en calma, y podía entonces apartarme de este por un breve tiempo, hasta que volviera a abrir los ojos el día siguiente.
—Qué bueno que volvió papá ¿Verdad Cid?
No hubo respuesta, cuando mire me daba la espalda y su cuerpo miraba a la pared que tenía a un lado, me extrañó, pero el sueño me envolvió y no me dio más tiempo para pensar. Antes de que yo me diera cuenta, me quede dormido.
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