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Capitulo IV "Solo en los mangas puede pasar"
septiembre 23, 2013
5:01 pm
ZCid47
Mira, esta detras de ti el payaso demente cubierto de sangre

Paro Cardíaco Inminente
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Antes que nada, lamento actualizar recién el lunes, pero por cuestiones de internet, falta de imaginación para conectar ideas y problemas de luz (uno pensaría que estas cosas solo pasan en los mangas, pero no) se a alargodo hasta el último día.

En el spoiler están los capítulos anteriores:

 

Ahora comencemos con este capítulo:

————————————————————————————————————————————————————————

-Le doy quince pesos extras si puede llegar al instituto san Francisco antes de las ocho y cuarto-

-No prometo nada señorita, pero puedo intentar- respondió el taxista sin ánimo audible en su ronca voz

El Taxi que acababa de detener a los pies del edifico de departamentos donde vivía en esa época era la única opción que tenía para que mi retraso no fuese tan brutal. Aun desembolsando un pago extra, no había forma física de que el coche me llevara al colegio antes de la hora de cierre de los puertas de entrada, ese pensamiento no dejaba de darme vueltas por la cabeza que inclusive fue lo suficientemente fuerte como para desplazar las dudas que estaban persistiendo y mermando mi psiquis durante los momentos de oscuridad prematuros al alba.

Mientras el vehículo de desplazaba por la arteria de asfalto que era la avenida gran Belgrano, mi mirada no se podía despegaba de la ventanilla que solo mostraba una ininterrumpida película de negocios, parques y salidas, esto me servía para acallar el ágora que era mi mente  en ese momento, cada problema y duda intentaba conseguir el papel protagónico de mis pensamientos. Ese debate prosiguió hasta que una vibración en mi muslo derecho me devolvió a la realidad más fuerte de lo que hubiese podido un choque del taxi y consiguió que apartara la mirada del film que era la ciudad en movimiento. El mensaje era muy sencillo y corto, pero tenía el impacto suficiente como para cambiar el pesimismo que reinaba sobre aquel día por un optimismo precario, pero optimismo al fin de cuentas.

No pude hacer más que releer el mensaje de manera obsesiva durante el resto del trayecto que finalizo con una imagen que quedara grabada en mi retina hasta la fecha de mi muerte. Tras transitar la curva que llevaba a calle san Pedro se encontraba el instituto san Francisco, un edifico de tres pisos casi tan antiguo como la ciudad, con su ya clásico muro que delimitaba el terreno y coronado con su conocido alambrado eléctrico, el cual era protagonista de una vieja broma que decía que eran para evitar posibles escapes de los estudiantes, y su aparente infinita línea de árboles que discurrían de forma paralela al muro.

Durante el último trayecto del recorrido no podía dejar de repasar hasta el último detalle de lo que tendría que hacer en dentro de unos instantes, mi concentración en el plan que acababa de recibir por medio del teléfono era tal que no note que el taxi se había detenido del todo frente a la entrada del estacionamiento de directivos.

-No sería apropiado estacionar frente a la entrada principal a estas horas- mientras decía esas palabras se podía notar un cierto dejo de malicia en su ronca voz -En todo caso Serian treinta, más los quince prometidos si el reloj no me miente- tenía razón, el reloj del tablero de auto marcaba las ocho y diez al igual que el de mi celular tras fijarme nuevamente en la pantalla que se encontraba oculta hasta ese momento por la ventana de mensajes.

-Muchas gracias, la verdad es que iba a pedirle que estacione por aquí- mientras decía esas palabras me encontraba sacando algunos billetes sueltos, que tenía ya apartados en mi bolsillo, para pagar el transporte-

El cálido clima de las últimas semanas de verano que me daba la bienvenida tras descender del taxi junto a un camino cuyo recorrido realizaba casi diario durante años no hacía más que traer a colación los recuerdos de viejas peleas y discusiones, bromas gastadas entre amigos y alguna ocasional siesta por parte de clases mortalmente somnolientas. Pero todos esos viejos recuerdos no hacían más que retrasar lo que tenía que hacer en ese momento, cruzar el muro sin ser vista, y para lograrlo el primer paso ya estaba a la vista, un viejo árbol en forma de Y.

-No sé por qué le hago caso a Sonia con esta idea, la última vez me torcí el tobillo por una de sus locuras- mi costumbre de hablar sola para expresar mis ideas no había hecho más que demostrarme a mí misma que esta era una idea estúpida, pero era la única que teníamos y eso era mejor que nada. Ese árbol duramente algún tiempo fue una opción en la cabeza de muchos para sobrepasar el muro y acceder al colegio a horas de atraso, pero los años no había más que demostrado que el tronco bicéfalo era muy débil para el peso humano, por lo que quedo en olvido de casi todos los estudiantes y fuera de las preocupaciones de los directivos, pero al ser la única oportunidad que poseía en esos momentos, decidí que era un riesgo que debía correr, lástima que sería la única vez que yo o alguien más lo tomara puesto que al cabo de una semanas el árbol fue mandado a cortar por seguridad vial.

Después de armarme de la decisión y confianza necesaria, la subida por el tronco único de casi metro y medio era relativamente fácil, pese a al peso de mi mochila que empujaba de vuelta al  suelo, gracias a los nudos y malformaciones que llevaban a que los dos metros el tronco se dividiese, un lado para la calle donde un frágil tronco temblaba por los vientos veraniego y el peso que soportaba la débil división, mientras que la otra parte del tronco ondeaba a pocos centímetros de la cerca eléctrica desconectada a esas horas. En ese momento, al estar sobre una rama que ya palpaba los alambres gracias al peso de mi cuerpo y pudiendo ver el suelo que se encontraba a casi tres metros no pude evitar exclamarme para mí misma.

-Esta mierda se rompe enseguida- un suspiro escapo de mis pulmones al ver la situación en la que me encontraba, puesto que si no caía bien podría lastimarme -solo es un salto, caigo y me acurruco para absorber el golpe no es muy difícil, solo un salto…- tras terminar de decir esas simples palabras un sonido al cual temía comenzó a aparecer, un suave crujido constante que indicaba que mi soporte no tardaría en quebrarse totalmente y dejarme caer al suelo además, lo cual solo me apresuro a una simple acción, saltar.

Recuerdo que la caída no fue nada placentera, en efecto no me quebré nada, pero tampoco aterrice muy bien lo cual me dejo con una constante punzada de dolor en las plantas de los pies y los tobillos por el resto del día, pero eso no me importaba porque estaba dentro y nadie lo había notado, mi alegría sirvió bien de anestésico para poder comenzar a correr en dirección a la entrada principal, por desgracia o fortuna, según como se le mire, esa concentración en el objetico no me permitió percatarme de nada o nadie hasta que, cuando me encontraba a pocos metros de la puerta, un grito me congelo en el lugar

-¡ALTOOOOO!, QUÉDESE ALLÍ!-

Ese grito me dejo perpleja, no sabía qué hacer, ¿seguir corriendo y dejarla atrás podría servir?, ¿me reconocería después?; muchas preguntas cruzaban mi cabeza, pero para cuando pude comenzar a ordenarlas y sacar conclusiones, ya era tarde.

-Señorita dese la vuelta y míreme a los ojos-

Sabía que no podía hacer nada que fuese útil en ese momento, por lo que cedi a la petición; el tono de voz autoritario me daba la idea de que me encontraría con una directivo que estaba entrando en sus cuarenta y con una fulminante mirada de desaprobación, pero en su lugar se encontraba una joven solo unos años mayor que yo, con una mirada amable pero sorprendida en su rostro.

-¿Usaste el viejo árbol en forma de Y para entrar cierto?- mientras expresaba esa pregunta pude notar que su voz tenía un dejo de obviedad, como si la pregunta no fuera más que para comprobar su teoría frente a otras ideas

La sorpresa de lo que veía ante mí y la extraña pregunta y su forma de expresarla no lograban más que dejarme en estado de estupefacción y con lo seguramente era una cara de tonta redomada, pero tras recuperar la compostura y convencerme a mí misma de lo que veía, pude comenzar a articular una respuesta.

-Sí, pero no creo que siga siendo útil porque la rama está a punto de romperse totalmente- Sabia que no tenía caso mentirle, sabia del árbol y solo tendría que revisarlo para saber la verdad, además algo dentro de mí, me decía que era mejor no tratar de engañarla o tomarle el pelo.

No sabía que pensar, esperaba que las facciones de su rostro que hasta ese momento eran amables y simpáticas pasaran a mostrar decepción o incluso enojo, pero en cambio solo soltó una suave risa con los ojos entornados.

-Parece que alguien logro hacer lo imposible según la administración- ella no dejaba de esbozar esa suave sonrisa mientras hablaba con una voz que no podía dejar de recodarme a una madre cariñosa pero estricta –sé que se siente estar ahí fuera, por lo que no pienso decir nada a nadie- tras decir eso solo guiño el ojo y se quitó los lentes -además, técnicamente no tendría que estar aquí hora mismo por lo que te recomiendo que siguas adelante con lo vuestro- mientras decía esa palabras pude notar como limpiaba sus lentes con un pañuelo desechable de su bolso y me hacía un gesto con la cabeza para que continuara.

No sabía que había ocurrido, pero sabía que había tenido suerte, recorría el pasillo inferior tratando en mi mente de identificar lo más posible sobre esa chica, una cabellera roja que cubría sus hombros, ojos azul profundo escudados por unos lentes ovalados, una remera blanca bajo un saco marrón y una  elegante pollera larga hasta los tobillos. Recordar esos detalles no hizo más que distraerme hasta unas manos me detuvieron en seco.

-¿Que pasa Diana?, ¿no me ves o qué?-

No me había dado cuenta, pero había logrado subido las escaleras y casi pasado de largo mi propio curso pese a que había gente llamándome para entrar.

-Dale Diana que te reservamos el lugar de siempre en el centro-

-Perdón octy, andaba pensando unas cosas y no me di cuenta de nada- estas palabras solo eran audibles para mi amiga Octavia, cariñosamente apodada octy, que se encontraba cerca mío, puesto que mi explicación moría rápidamente frente al murmullo general del curso que recordaba al sonido blanco de una estación de radio mal sintonizada.

-no hay problema, pero sentate que la profe llega en cualquier momento- mientras octy decía eso señalaba la mesa vacía en el medio de la fila central de la sala, la cual era adyacente a  la de una chica que parecía estar a punto de desnucarse cuyo rostro estaba cubierto por una revista sobre música.

Al sentarme en el asiento al unísono que colocaba la mochila en el respaldo no pude evitar darle un golpe en el codo a mi compañera de mesa, el cual logro sacarla de su aparente letargo para luego quitarse la revista de la cara y revelar su rostro asombrado por lo que veía delante de sí.

-¡Diana, no puedo creer que llegaras, parece que la idea funco como debía!- siempre pensé que la aguda y elevada voz de la chica, a causa de la momentánea sordera causada por los auriculares que sonaban en sus oídos, podría romper el cristal.

-Si Sonia, funciono pero no creo que lo haga de nuevo- mientras decía eso le realizaba un gesto con la mano para que removiera los auriculares de las orejas y que así pudiese escuchar mejor –lo mejor será que se los explique…, octy también vas a querer escuchar esto-

Inmediatamente de que lograra que Sonia se quitara los auriculares y de que Octavia prestara atención, un movimiento sordo logro captar la atención de todas las personas en el curso y detener el constante sonido blanco que eran las charlas de todos, eso era que la directora de estudios de la secundaria acababa de entrar con su clásico aire de autoridad, poder y respeto que se había ganado a pulso con los años a cargo del puesto, con su traje de oficina negro y mirada con la cual parecía poder escarbar hasta lo más profundo del alma humana, la directora solo hiso un gento, innecesarios puesto que su presencia era más que suficiente, para llamar a orden y poder comenzar a hablar.

-Buenos días alumnos, casi todos ya me conocen, pero para los nuevos, soy la directora de estudios María López, mi función en esta institución es mantener el orden entre los profesores y alumnos para así llegar a una pacífica convivencia entre todos…- durante al menos diez minutos la directora solo recito su clásico monologo sobre su deber, funciones y sobre el funcionamiento de la institución, un discurso que casi todos los estudiantes ya se conocían de memoria al derecho y al revés, pero lo único que vario fue el mensaje al final.

-Antes de irme, tengo que a  avisar que la profesora Sara Lang se encuentra en licencia por algunos meses, por lo que las clases de historia serán impartidas por una practicante de la universidad provincial que estudio aquí mismo- mientras decía eso la directora Lopez se dirigía en dirección a la puerta del salón -tal vez algunos de ustedes la puedan reconocer de los pasillos- al termino de esa frase, sujeto y dio vuelta a la perilla -por favor pase Helena-.

Lo que veía parecido sacado de un manga, los mismo ojos azules protegidos por lentes ovalados, la misma cabellera rojiza hasta los hombros, la misma ropa elegante y la misma suave sonrisa de una madre.

————————————————————————————————————————————————————————

A la mierda lo de los dos capítulos, al final los junte y cree este monstro de más de 2000 palabras, para este capítulo he intentado ser menos explicativo en cosas redundantes y me concentre más en los personajes, y lo mejor es que en el próximo veremos más sobre las protagonistas y sus amistades, solo espero no tener que escribir tanto como en este (pero seguro pasara, me conozco demasiado bien para pensar lo contrariocry). Recuerden que la crítica y comentarios constructivos siempre son bienvenidos.  

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