El gato que no era un gato.

 

 

Sesil era un niño muy bondadoso, siempre se preocupaba por los demás antes que él mismo y siempre hacia lo posible por hacer felices y sacarle unas sonrisas a sus seres queridos; en especial a su madre que era la persona que más quería en este mundo y el único familiar directo que le quedaba… siempre se esforzaba por  ayudar en todo lo que podía a su mamá y además le obedecía en todo… como todo buen niño debe hacer a esa edad para ganar recompensas inmensurables en la madurez… Sesil ya las había ganado en exceso debido a que era un muy buen niño.

 

Un día su madre se encontraba algo cansada después de lavar la ropa… con los años el cuerpo de un adulto se va debilitando y a veces ya no se pueden hacer las mismas cosas que cuando se es joven… por eso los jóvenes siempre deben ayudar a sus mayores en lo que puedan… cuando menos se la esperan ya estarán viejitos y necesitaran mucha ayuda por igual.

 

– ¡No te olvides de la leche Sesil!

 

– ¡No mamá!

 

– Ok, no tardes y ve con cuidado hijo… ¡te quiero!

 

– ¡Yo también mami!

 

Sesil se encontraba caminando alegre y pensando en lo bonito que era el día cuando vio algo bastante peculiar que pasaba en un callejón… de hecho llamaba mucho la atención más que nada por el escándalo pero en ese momento no había más personas en la calle por lo que él fue el único que lo vio.

 

Había un perro callejero ladrando impetuosamente a un pequeño gato… el gato se encontraba aferrado a una cerca que el perro estaba golpeando con sus patas delanteras… si alguien no hacía nada pronto el gato caería y definitivamente se convertiría en comida de perro.

 

Sesil ni siquiera lo pensó… corrió directamente hacia el perro y con un gesto amenazador le grito: ¡FUERA FUERA!… por fortuna la sorpresa de la reacción que tuvo el niño fue de tal magnitud para el perro que no tuvo más remedio que salir corriendo…

 

Listo… Sesil había hecho su buena acción del día… terminó dándole una pequeña caricia al gatito y siguió su camino hacia el mercado.

 

Ya de regreso en la puerta de su casa Sesil examinaba por enésima vez la lista de compras que le había dado su madre, al parecer no había olvidado nada… ni siquiera la leche; sin embargo todos sus pensamientos sobre víveres y leche se esfumaron justo al momento de abrir la puerta de su casa… al parecer había un visitante y uno para nada común.

 

El pequeño gato estaba justo ahí en la sala de su casa comiendo un poco de atún enlatado y su madre estaba sentada en el sillón observando al gatito con cariño, muchas ideas pasaron en ese momento por la mente del niño, pero el pensamiento que más se aferro es que finalmente su madre le dejaría tener una mascota… lo cual le alegro en demasía.

 

– ¡Sesil! ¡Mira nada más esta cosita! ¡Se ve que tenía mucha hambre! ¿Ves que rápido come?

 

– Vaya que si… oye mamá… ¿dónde encontraste a ese gato?

 

– El muy curioso estaba parado en la entrada de la casa… como esperando a alguien… me di cuenta porque salí a ver si ya venias con el mandado…

 

– Curioso y muy listo…

 

– ¿Porque lo dices?

 

– Hace rato lo salvé de un perro que se lo quería comer… al parecer ha quedado muy agradecido

 

– Ohhhh ¡muy bien hecho Sesil! ¡Ese es mi niño!   Bueno y… ¿te gustaría quedártelo?

 

– ¡GRACIAS MAMI!

 

Sesil se encontraba muy contento, después de varias veces insistirle a su madre en que lo dejara tener una mascota, al parecer al fin podría tenerla… se encontraba muy contento… el resto del día lo paso en conseguir algo de comida para gato, una caja de arena y una canasta forrada con un poco de tela, su gatito tenía un dueño muy cuidadoso y ejemplar.

 

Finalmente llegó la hora de dormir… el gatito pareció entender perfectamente para que era la canasta dado que entró en ella, dio tres vueltas y se acurruco, Sesil lo miro con ternura y procedió a cepillarse los dientes, recibir un beso de buenas noches de su madre y finalmente acostarse a dormir.

 

Lo que paso después es un suceso extraordinario, una de esas cosas que solamente pasan en los cuentos, o que solo le pasan a muy pocas y muy especiales personas una sola vez en su vida…

 

Sesil se encontraba algo agitado esa noche… por alguna razón extraña no podía conciliar el sueño y cuando finalmente pudo dormirse se despertó sobresaltado muy poco tiempo después… si tuvo una pesadilla no lo recordaba… era bastante extraño dado que jamás antes en su vida había tenido problemas para dormir mucho menos pesadillas… pero esa noche había algo muy raro… pensó que tal vez observar a su pequeño gato dormilón le ayudaría a conciliar el sueño… pero cuál fue su sorpresa al ver que no se encontraba.

 

Decidió entonces bajar a la cocina por un vaso de leche tibia y de paso buscar a su gato… ya en la cocina se tomó su vaso de leche y por más que buscó al gato no lo encontró por ningún lado… dándose por vencido decidió regresar a su habitación y volverse a acostar… cuando se encontraba subiendo la escalera fue que lo escuchó… ese raro sonido que lo perseguiría en pesadillas por el resto de su vida… era difícil describirlo… era como un maullido… de hecho esa similitud fue lo que de alguna manera lo perturbo… más que nada al pensar que había provenido de su gato… pero es que no era un maullido común… contenía una especie de gorgoreo profundo y muy macabro… como el ruido que haría una bestia que se encuentra muy hambrienta… además de que fue mucho más grave… parecía mas como un rugido… y eso no era todo posteriormente escuchó como si se hubiera liberado un gas… y un segundo después del ruido su nariz sintió el olor… un olor muy fétido… un olor tan horrible solo comparable con aquel que proviene de algún animal muerto… Sesil sintió un escalofrío, se sintió con muchísimo miedo y sin saber qué hace y sobre todo al darse cuenta de que los ruidos provenían de la habitación de su madre.

 

Con una marcha forzada y llena de terror emprendió el viaje hacia la habitación de su madre… los extraños y escalofriantes maullidos seguían sonando y el olor putrefacto se hacía más fuerte conforme se acercaba al pomo de la puerta… y finalmente ahí estaba… casi sin fuerza abrió la puerta lentamente y la espantosa imagen que sus ojos vieron le heló la sangre.

 

Su madre estaba suspendida en el aire, de sus extremidades la sujetaban una especie de tentáculos que salían de la espalda de una criatura… una criatura horrible que Sesil jamás había visto en un libro de Zoología… además de los tentáculos la criatura tenía cuatro patas que la hacían sostenerse en el suelo… y sobre la cabeza había algo muy particular… era una especie de pelaje arrugado… y también podían distinguirse unas puntiagudas orejas… era una piel de gato.

 

No sabemos a ciencia cierta lo que pasó después… Sesil nunca habla de ello a pesar de lo mucho que se lo preguntes… su madre aún vive y él la visita mucho… al parecer ella nunca supo nada de aquel incidente que hizo que le dejaran de gustar los gatos.