12:46 pm
Promedio sin Lonja
enero 26, 2016
Nota 1: Esta entrada es distinta de las usuales, quería hablar de un tema actual.
Nota 2: Esta entrada refleja una opinión. Si buscas rigor periodístico y datos duros vete a otro blog.
Nota 3: El premio más importante de la cinematografía mundial es la Palma de Oro de Cannes, no el Oscar.
Una de las más grandes pasiones de mi vida es el basquetbol. Una de mis cosas favoritas de la NBA son las estadísticas. Se toman en tiempo real y son más minuciosas que novia revisando el celular de su pareja. Es relativamente fácil determinar si se ha superado alguna marca en tiempo real. A diferencia del futbol mexicano donde no existe memoria.
Sobre todo si nos vamos a las frías estadísticas es muy fácil determinar quién es mejor con la mano en la cintura.
Si hubiera podido ser cualquier cosa de adulto, me hubiera gustado ser basquetbolista y jugar en la NBA. Con mi jersey verde con letras blancas y toda la gente gritando DEFENSE mientras corro al otro lado de la cancha cuando el equipo contrario tiene la posesión del balón.
Hablando de sueños rotos nada como entregar medallas a los que son mejores. En el cine se hace en la llamada Temporada de Premios en la que nos hallamos. Emmys, Globos de Oro, VGA, PGA, BFF, NCIS, ALV y la joya de la corona los Oscars.
Si algo sabemos de esta época es que destrozan más sueños que chica bonita del grupo en tercero de secundaria. Ya sabes, esa que por más que saques diez y le pases las respuestas en el examen nunca le tomaras la mano… pero ahí estas. Esta temporada cual puberto espinillludo no se queda con la chica es donde las buenas películas no se quedan con el premio y se escoge a otras por alguna razón que no necesariamente son ellas.
Anton Ego
Esos que le dicen no eres tú soy yo a las cintas son los críticos: ya sean los gringos en el cine —Oscars—, los gringos en la televisión —Emmys—, la asociación no gringa de periodistas en el país que ahora gobierna Donald Trump —Globos de Oro— y muchos otros a nivel mundial pero para este ejemplo bastan con esos tres.
La imagen que tenemos del crítico en general es tópica: un tipo cerrado de mente, que o rechaza lo novedoso por creerlo falto de forma y fondo, o demasiado permisivo y que acepta cualquier bazofia experimental como rompedora despreciando lo clásico.
Aunque a diferencia de los Nobel en donde los tiempos ya están a-cambiando, los Oscar siempre premian a la misma película: un hombre —de raza blanca obviamente— se enfrenta a un obstáculo/crisis personal, de una u otra forma logra superarlo —o en extrañísimos casos no lograr vencerlo—, en el camino a esta victoria el tipo aprendió algo sobre sí mismo y/o encontró el amor.
A las pruebas me remito veamos las últimas tres décadas:
- 2010: El discurso del rey, Birdman, Argo
- 2000: Una mente brillante, Gladiador, Zona de Miedo
- 90: El paciente Inglés, Corazón Valiente, Forrest Gump
Ey, que La La Land suena parecido, ¿no?
Eso ha provocado Oscars absurdos y que como menciona Carlos Zahumensky se crea que la crítica cinematográfica esté en una crisis, pues cualquier imbécil con acceso a una computadora se cree crítico de cine —¿a alguien más le zumbaron los oídos?
Política y billetes verdes
Queramos o no las personas dejamos que el cine nos adoctrine. No es coincidencia que en todas las películas gringas los marines sean quienes terminen salvando al mundo. Tampoco es coincidencia que los malos siempre sean rusos, alemanes o dictadores de algún país ficticio. Ni es coincidencia que premien al filme que coincide con su pensamiento por más que el otro sea superior en narración, acabado técnico, etcétera.
Estas ceremonias son concurso de popularidad a final de cuentas.
Digo Valentino, Chanel, Nina Ricci y todas esas marcas que venden en los tianguis visten a las actrices en esos entallados vestidos que usan en las alfombras rojas por una razón: promoción.
En los últimos años, la Weinstein Company ha ganado millones con sus producciones. Esos tipos tienen una maquinaria compuesta por publicidad invasiva, (omni)presencia en salas, lo que produce nominaciones. Es más fácil que sea nominada una cinta que vio todo mundo a una que no vio ni la mamá del director.
Y el que la película esté nominada a algún premio provoca dos cosas: la primera es reestrenos en salas y la segunda es el típico comentario: Esta película ganó/está nominada a x cantidad de Oscars debe ser buena por lo tanto debo ir a verla al cine.
Y boom aún más salas llenas.
Lo anterior se traduce en dinero constante y sonante.
Ahí es donde las premiaciones le fallan a la gente.
La gente no sabe lo que quiere
Aunque la gente también es como ese niño mal criado que grita en el McDonalds porque sus papás le compraron cinco cajitas felices, y el juguete que desea no está en existencia en esa sucursal.
Si por la gente fuera tendríamos Harry Potter 15 o algo así, Friends seguiría al aire, Naruto hubiera acabado con Orochimaru como el enemigo final, Aeris no moriría en Final Fantasy VII y lo más seguro es que Mufasa reviviera al final de El Rey León.
Como hablé aquí y aquí, la gente es más necia que SJW de Tumblr defendiendo alguna causa, algunos quieren que esta secuela le haga sentir lo mismo que cuando tenía nueve años y no debía preocuparse por pagar tarjetas de crédito. De ahí el éxito de Michael Bay.
Tampoco es que la gente obligatoriamente sea Roger Ebert. Mucha gente ve el cine no como un arte si no como una forma de olvidarse de su patética vida. Lo menos que quieren es ponerse sesudos si Stanley Kubrick escondió mensajes secretos en El resplandor.
Otros creen que películas manipuladoras y simplonas con mensajes motivadores que salen en galletas de la fortuna son buenas por que las hicieron llorar. O que si no tiene chistes o es lenta, es aburrida. Si por ellos fuera no existirían cosas como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos o 2001: Odisea del espacio y todo sería como Hachi o telefilme del Lifetime Channel.
Otros ya están hartos de que cuenten lo mismo.
Aunque con tanta porquería por ahí es fácil que terminen viendo la misma aburrida comedia romántica una y otra vez solo con algunos detalles cambiados, que alguna de verdad les moverá el tapete.
El milagro de Estambul
Una de las mayores movidas de tapete que recuerdo es la final de la UEFA Champios League 2004–2005. El equipo de mis amores el AC Milán se enfrentaba al Liverpool en Estambul.
Los rossoneri dominaron el juego al principio. Paolo Maldini anotó un gol antes de primer minuto, Hernán Crespo perforó la meta contraria dos veces. Y Andriy Shevchenko no dejaba de proponer en portería contraria.
Luego el conjunto del Liverpool liderado por un entonces enorme Steven Gerard, despertó. El partido se emparejo y nadie pudo definir. Lo que llevo el encuentro a tiempos extra y tanda de penales. Salió victorioso el equipo del himno «You never walk alone».
Las estadísticas en este partido sirvieron para nada. El factor humano venció.
Ahí te das cuenta de que tal vez Dios si juega a los dados con el universo.
Hace un año gano Spotlight el Oscar a Mejor película —si esa que hablaba de un escándalo sexual en un congregación religiosa— sorprendiendo la corrección política, Brie Larson ganó Mejor actriz por Room —sobre Cate ‘Galadriel’ Blanchett y Jennifer ‘Katniss’ Lawrence— faltando a los críticos, Alejandro González Iñarritu ganó su segundo Oscar por El renacido y Leonardo Dicaprio por fin ganó su merecidísimo Oscar por Mejor actor dando gusto al público.
Aunque como digo aquí, cada ceremonia de Oscar está llena de anuncios, relleno para más anuncios y la academia alabándose a sí misma; nos da momentos que valen la pena ver. Momentos en que las frías estadísticas son superadas por el factor humano.
¿Qué puede ser más catártico que ver a alguien siendo premiado por su trabajo? ¿Alguien cumpliendo su sueño?
Muchas veces el discurso de aceptación es memorable, incluso vale la pena ver a la gente incómoda por no haber ganado, o simplemente ver que todos esos diferentes a nosotros actuando como imbéciles y perdiendo el glamour.
Los Oscars siempre me tienen ahí sentado frente al televisor.
Muy a pesar de las cacareadas estadísticas siempre pasa algo sorprendente.
A menos que seas Kevin O’Conell, ese tipo nunca ha ganado y ha estado nominado 20 veces.
Alfombra foja
Según IMDB, la mejor película de todos los tiempos es Cadena perpetua que perdió el Oscar contra Forrest Gump en el glorioso año 1994, pues también competía Pulp Fiction.
Crash es una película que no ha sobrevivido al paso del tiempo bien, a pesar de en su tiempo hablar de tensiones raciales y ganar la tan codiciada estatuilla de Mejor película. Nadie se acuerda de ella.
Y qué decir de Ciudadano Kane el otrora mejor filme de todos los tiempos ninguneado en su tiempo.
Para mí la mejor forma de enfrentarme a esta temporada es darles la importancia que tienen, ninguna realmente.
Si no gana el filme que tu querías al final no es necesario que la repudies. Puedes verla de nuevo, no es como que la quiten de Netflix. El tiempo termina por acomodar las cosas en su lugar.
Creo que la mejor parte de esto es disfrutar que la gente además de ti hable de cine. Digo por fin puedo hablar con personas —y yo el ser condescendiente porque no conocen los títulos nominados.
Digo si los Cavs ganaron a los Warriors 3–1 el año pasado, en los Oscars 2017 algo bueno puede pasar. Esta temporada es algo emocionante.
Para seguir esta temporada como se merece recomiendo el podcast de Premios Oscar.
Still going strong
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