8:05 pm
Promedio sin Lonja
enero 26, 2016
Nota 1: Esta reseña se limita a compartir opiniones de manera irónica.
Nota 2: Algunos spoilers hasta la tercera temporada.
Nota 3: Tienes que pasar el test Voight Kampff para poder leer esta reseña.
Los millennials seremos la última generación que sabremos cómo era la vida sin el Internet. Y para variar apestaba —¿alguna vez dejó de hacerlo?—. Empezando por horrendo ruido al ponerse en línea, luego la desconexión cuando alguien necesitaba preguntar la hora exacta por teléfono y qué decir de cuando el porno se quedaba a medias en lo más interesante —¿escribí eso o solo lo pensé?—. No tengo ningún tipo de nostalgia de ese tiempo.
Ahora hasta en el celular es posible ver porno —digo, me han platicado— y existe la regla 34.
En fin ¿qué sería de nosotros sin el Internet? Ya nos resulta imposible hacer una suma mayor a tres digitos sin calculadora, no podemos comer sin postear nuestra comida en Instagram y qué decir de los tipos que necesitan externar sus opiniones sobre los males del capitalismo desde su iPad. Pero ¿alguien ha pensado que tal vez estamos abusando de él?
Ahí es donde Charlie Brooker trajo esa otra maravilla de la BBC, Black Mirror.
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Black Mirror es una serie antológica, cada capítulo cuenta una historia única sin tener continuidad con alguno anterior ni uno futuro —sí, como Lost—. Así los guionistas tienen la libertad de desarrollar historias sin estar encadenados a personajes o cánones, o a tener que decir que los brujos tienen la culpa de los errores de continuidad.
Lo que caracteriza a esta serie es que el hilo conductor de cada historia es algún dispositivo tecnológico que causa alguna consecuencia horrenda para el ser humano —como la primera vez que escuchas Japanoise.
Stephen Hawking nos lo advirtió, Tolkien nos lo advirtió, Aldous Huxley nos lo advirtió y no los escuchamos. Si esperas un final feliz vete a ver otra cosa pues el giro final de cada episodio es más escalofriante que una araña gigante comiéndose un ratón.
Pongamos por ejemplo «Cállate y baila», al final todas las calamidades por las que pasa nuestro protagonista no sirven de nada, o mi capitulo favorito «Oso blanco» donde el saber la naturaleza de nuestra protagonista no nos da alivio.
Como dijo Billy: Nos destruirán a todos.
«Cállate y baila»
Dependencia tecnológica
Digo, si eras estudiante hace treinta años tenías que ir a la biblioteca a fuerzas, hace diez era la enciclopedia Encarta, y en la actualidad sabes que ciertos rincones de ciertos vagos son muy útiles para hacer las tareas, no es nuevo. Ir a bibliotecas lo sustituyó dos comandos: CTRL + C / CTRL + X y CTRL + V
.
¿Eso nos está haciendo peores o mejores estudiantes? No sabría decirlo, digo, los chicos de hoy —tururu, tururu— somos la generación con mayores estudios de la historia y no hallamos trabajo.
En todos los episodios ese recurso tecnológico que guía la trama es vital para la vida de todos los personajes. En «Caída en picado» es ese cuasifacebook donde todos necesitamos tener una calificación alta para encajar, y en «15 millones de méritos» es esa puntuación muy a la Scott Pilgrim que funciona como dinero.
La serie tiene unos efectos muy logrados. Toda la tecnología que aparece en pantalla es totalmente creíble —no hubo nada que me chirríe ni que parezca CGI noventero—. Por ese lado la serie logra que nos perdamos en ese horrible mundo que crea.
¿La tecnología nos cambia?
Desde ese mono que uso un hueso como arma contra otra tribu de monos con Así hablaba Zarathustra de fondo aprendimos que la tecnología da poder. A partir de ahí supimos que aquel que tiene el arma más fuerte de su lado es quien pone las condiciones. Pregúntenle a los gringos.
En el «Hombre contra el fuego» la tecnología deshumaniza a las víctimas para que los combatientes no sufran remordimientos y crean que juegan al Call of Duty, lo anterior sin necesidad del entrenamiento de Full Metal Jacket.
Incluso ha cambiado la forma en que conseguimos pareja, y la forma en que nos divertimos. Digo, en tiempos como el de ahora saber mantener una conversación en WhatsApp es clave para poder ligar.
Ahí que en «Playtest» veamos que nuestro protagonista usa su celular para conseguir una cita, encontrar un trabajo eventual y divertirse con un videojuego —que al final le fríe el cerebro, por supuesto.
Todas las relaciones de nuestros personajes se ven trastocadas por los dispositivos electrónicos. En «Vuelvo enseguida» nuestra protagonista intenta suplantar al amor de su vida pero se da cuenta de que es solo un robot. Como ese «tú dijiste» se vuelve terroríficamente real al punto de arruinar una relación lo podemos ver en «Toda tu historia».
Digo, yo ya estoy harto de esos memes que dicen que la gente va a restaurantes a mirar su celular en lugar de hablar —como si la gente hubiera empezado a evadir la interacción humana con los teléfonos inteligentes.
Volviendo a lo básico
Debes ser más imbécil que el tipo que destruyo un estatua tomándose un selfie si crees que la ciencia ficción se limita a hablar de aparatejos futuristas. La ciencia ficción plantea preguntas que otros géneros ni siquiera se acercan a formular.
Digo, Solaris, de Stanislaw Lem, habla de una forma de vida extraterrestre que nunca entenderemos y ya… o intenta definir que es un ser vivo y que el circuito del habla (emisor, receptor, mensaje) tal vez no sea la única forma de comunicación que existe.
«Ahora mismo vuelvo» además de hablar de clonación o las formas de vida después de la muerte también es una reflexión sobre el olvido y el aprender que la muerte es algo común y normal.
Digo, 2001: Odisea del espacio es la historia de un robot malvado y un extraterrestre que convierte humanos en fetos, o se pregunta cosas como ¿cuál es el siguiente paso en la evolución humana?¿Acaso las maquinas llegarán a resolver dilemas éticos como nosotros algún día?
«Odio nacional» no solo habla de la preocupación por la extinción de las abejas, sino de cómo esparcir odio tiene consecuencias; tal vez no podamos verlas de manera inmediata pero existen.
El futuro
¿Este futuro tan negro es el que nos espera? Según «San Junípero» no.
El reflejo en la pantalla
Una buena historia no necesita 30 capítulos de una hora para ser contada. Digo, lo que menos tenemos en actualidad es el tiempo para ver un anime de 370 capítulos que se pone bueno al ciento cuarenta. Esa es la ventaja de Black Mirror, unos capítulos conectan con algunas personas y otros con otras.
¿Es acaso amarillista? Digo, pesimista y negativo sí es; pero en ningún momento se convierte en el Semanario de lo insólito. Es algo así como el maestro en Whiplash, si el tipo no hubiera sido un patán nuestro protagonista no hubiera logrado lo que hizo. Aún no me queda totalmente claro que tiene de chido tocar la batería como maniaco para menos de 300 personas, pero ustedes entienden lo que quiero decir, ¿no?
No soy de esos nostálgicos imbéciles que creen que todo tiempo pasado fue mejor porque eso es simplemente ridículo. Pero creo que hemos llegado a un punto en donde ni siquiera podemos ir a desalojar nuestros intestinos sin el localizador personal que a veces usamos para hacer llamadas. Si eso no es depender de algo, pues no sé qué lo sea.
Necesitamos reflexionar de esta extraña adicción si no queremos terminar enamorados de una voz en una computadora como en Her.
Al final Black Mirror no busca que tiremos nuestra computadora por la ventana —después de que termines de leer este artículo y darle a ese corazón verde, claro—. Sino reflejar en qué podemos convertirnos los seres humanos en el caso de que dejemos pasar cosas que deberíamos evitar.
Solté los lazos que me atan
Ixca
Referencias:
Black Mirror se presentó en sociedad en 2012 con una primera temporada de tres capítulos que por aquí nos encantaron …http://www.jotdown.es
Still going strong
9:54 pm
Sudor Espeso
febrero 8, 2013
Resulta un tanto difícil de imaginar cómo será el futuro con todos esos avances tecnológicos.
Son interesantes las preguntas que plantea Black Mirror. Sin embargo creo que en los casos donde los avances tecnológicos están muy lejanos, Black Mirror falla en contestar cómo responderá la sociedad ante esa tecnología.
El motivo por el que creo esto es que parece introducir un solo avance tecnológico importante a la vez en nuestra sociedad actual y luego examinar cómo reaccionaría la misma a ese avance, cuando en realidad a medida que la tecnología vaya avanzando paso a paso, la sociedad se va a ir moldeando a ella (no necesariamente de forma positiva, por ejemplo, a mi no me gusta cómo se ha ido adaptando a Facebook, pero tampoco es como si de un día para otro todo mundo tuviera Facebook), de manera que cuando tengamos implantes de realidad aumentada y cámaras en los ojos ya va a haber cambiado nuestra forma de interactuar y de ver el mundo. Quizá la gente ya ni le haría el intento de tratar de ocultar una infidelidad a los ojos que todo lo graban y no confiaría tan fácilmente en lo que tuviera frente a sus ojos por eso de los implantes de realidad aumentada.
Por otro lado, creo que los capítulos con tecnología que ya existe o que está próxima a existir son bastante cercanos a la realidad.
8:08 pm
Promedio sin Lonja
enero 26, 2016
luisoncpp said
Resulta un tanto difícil de imaginar cómo será el futuro con todos esos avances tecnológicos.Son interesantes las preguntas que plantea Black Mirror. Sin embargo creo que en los casos donde los avances tecnológicos están muy lejanos, Black Mirror falla en contestar cómo responderá la sociedad ante esa tecnología.
Disculpa por contestar hasta ahora, concuerdo contigo Black Mirror no responde esa pregunta.
Pero especular a que los humanos perdamos esa sensibilidad me parece muy barato y facil. Cualquiera podria hacerlo.
Me parece mas interesante que los humanos de la serie sigan pesando como somo nosotros. Creo que el ver humanos que tienen reacciones muy distintas a nosotros nos haria alejarnos de la serie y le quitaria lo humano. Y ese factor humano es lo geniald e Black Mirror.
Still going strong
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