«Us», Jordan Peele
En su momento no tuve la oportunidad de hablar de la maravilla que es la nueva cinta de Jordan Peele y desde entonces he pensado tanto sobre ella que era una pena no retomarla. Al igual que con «Get out», se trata de una película que sentí que iba creciendo dentro de mí conforme pasaba el tiempo y repasaba los sucesos y reflexionaba sobre ellos y sobre todas las capas que conforman una trama que en apariencia podría parecer terror convencional que no necesita ser explicado. Pero estoy convencida que en los guiones de Peele todo está pensado y todo tiene una forma y un significado mucho más profundo de lo que comprendemos de entrada.
Adelaide y Gabe son padres de una adolescente, Zora, y un niño pequeño, Jason. Son una familia acomodada y podría parecer de lo más convencional si no fuera que por momentos una cierta paranoia toma control de Adelaide a un punto que parece exagerado. Pero es que ellos no saben que cuando era niña desapareció durante unas horas en una casa de ilusiones en la playa. Mucho menos saben lo que vio ahí ya que ella misma no lo recuerda. Pero esa aprensión de la pérdida la hace especialmente sensible a todo lo que tiene que ver con el cuidado de su familia. Mientras se encuentran vacacionando unos días en su casa cerca de la playa, una noche se presenta un grupo de intrusos afuera de su vivienda. Si de entrada parece voltearse la sensación de peligro propia de las tramas de invasión de hogar (ya que aquí la familia acomodada es afroamericana y pese a que el esposo es un hombre físicamente intimidante, no por eso tienen menos miedo de lo que esta invasión pueda representar), la situación cobra un sentido todavía más extraño cuando se dan cuenta que los intrusos son idénticos a ellos.
Todo esto lo sabemos desde el trailer y en efecto parece presentar una subtrama de invasión de hogar con un twist sobrenatural, por lo que resulta en un primer choque cuando vemos que este sucesos se soluciona relativamente rápido y da paso a que la película vuelva a transformarse. Lo importante ya no es la invasión sino la identidad de los invasores y sus intenciones, lo cual será mucho más difícil de entender y nos llevará a subtramas que conforman los distintos niveles en los que debemos entender la historia.
Si la premisa y su desarrollo formal es cautivante, uno de los primeros elementos que destaca poderosamente es lo increíblemente buena actriz que es Lupita Nyong’o. Sí, ya había ganado un Óscar y lo que quieran, pero con un papel que era muy típico del juicio ‘vamos a premiarla porque es una afroamericana en un papel de esclava’. Mientras que el registro que presenta en «Us», ella y el doble, es maravillosamente histriónico e increíblemente aterrador. No me sorprende que Peele la haya pensado como un ícono del horror para nuestros tiempos. Mientras que la historia, en cuestión de acción, se desarrolla de manera pertinente, estresante y visualmente bella, las interpretaciones se van profundizando en nivel de raza y, sobre todo, de posición social. Aunque es mucho menos explícita que «Get out», he leído unas revisiones maravillosas sobre todas las implicaciones que puede encerrar cada uno de sus elementos (también algunas sobre-lecturas algo exageradas, pero en verdad es que da para mucho).
Jordan Peele se ha conformado como un increíble autor de terror en muy poco tiempo y sin duda ha presentado algunas de las producciones más interesantes de los últimos años, con todo y su excesivamente breve filmografía como director. Será curioso ver su siguiente proyecto, en el cual no fungirá como guionista (al menos principal, ya que es un remake), reinterpretando una cinta clásica (desde los noventa con un importante componente afroamericano) como «Candyman».
«La masacre de Texas», Tobe Hooper
Desde la entrada pasada de terror les comentaba que hice un pequeño maratón de Hooper y fue una pequeña maravilla. Hace algunos años decidí revisitar varios clásicos del género slasher, como «Pesadilla en la calle del infierno», «Viernes 13» y «Halloween», pero en aquel momento me faltó regresar a «La masacre de Texas» y diré que es increíble lo bien que se conserva la cinta a más de cuarenta años de haber sido presentada por primera vez.
Tal vez estarán familiarizados con la premisa y, aunque es tan básica como lo requiere el género, me parece que es un tanto más realista que la gran mayoría para justificar qué hace ese grupo de jóvenes internándose en ‘la América profunda’, la que la tele nos ha enseñado que está llena de asesinos hillbillies. El grupo compuesto por Sally, su novio Jerry, su hermano Franklin, y sus amigos Kirk y Pam están haciendo un road trip para visitar la tumba del abuelo de Sally y Franklin, quien vivía en un pequeño pueblo cuyo cementerio ha tenido problemas de vandalismo y robo de tumbas, y ya que están por la zona, visitar la vieja casa en la que solían pasar temporadas en su niñez (una niñez idílica que no se parece nada al paisaje que nosotros presenciamos). Franklin, además, es parapléjico y se imaginarán lo poco acondicionada que está la zona para su silla de ruedas, además de que yo siempre he creído que las discapacidades físicas no son lo suficientemente exploradas en el terror porque si hay algo peor a que te persiga un tipo con una sierra eléctrica, es que tú estés en una silla de ruedas moviéndote por el campo.
De ahí, bueno, todos sabemos qué pasa aunque no la hayamos visto. Leatherface, además, es un excelente ícono clásico que se distingue bastante del resto, aunque por momentos me parece que sus familiares no lo dejan brillar tanto como podría (aunque, por otra parte, sería un poco más difícil dirigir la trama si no estuvieran ellos). Viéndolo de nuevo lo siento mucho más cercano a su inspiración, Ed Gein, de lo que recordaba, aunque sigo teniendo en mi mente una cinta de terror con el Gein real y lo super aburrido que seguro era (un futuro éxito, lo sé). Si pienso en algunas adaptaciones y reinvenciones actuales de la saga, la verdad es que no le hacen nada de justicia. Sobre todo la 3D, qué dolorosamente mala fue.
«The void», Steven Kostanski & Jeremy Gillespie
Ésta ha sido una de mis gratas sorpresas del terror en los últimos meses. Cuando no esperas mucho de una película, más que te entretenga, y te encuentras con una joyita que no te explicas cómo es que nadie te había hablado antes de ella. Maravilla.
El comisario Daniel está patrullando por el bosque de noche sin demasiadas novedades cuando se encuentra con un joven herido que parece huir de algo. Aunque cree que es un drogadicto o algo así, lo lleva al hospital más cercano, el cual está considerablemente abandonado porque recientemente sufrió un incendio en parte de sus instalaciones, de modo que el equipo interno y los pacientes que se encuentran ahí son los mínimos. Nada parece demasiado anormal hasta que se dan cuenta que el hospital está rodeado por hombres encapuchados que no parecen tener las mejores intenciones, al tiempo que algo no poco monstruoso empieza a recorrer los pasillos del hospital, acechando a sus habitantes.
Tenemos sectas, tenemos monstruos a lo Carpenter, tenemos drama humano, tenemos a Knives de «Scott Pilgrim» siendo insoportable. Pero tenemos sobre todo monstruos a lo Carpenter. No sabemos lo que está sucediendo, mucho menos por qué está sucediendo, la mayor parte del tiempo y eso es fantástico. El ambiente encerrado, las motivaciones escondidas de cada quien, lo desolado del sitio, los encapuchados que sólo están ahí parados, una sirena a lo Silent Hill, la verdad es que todo en la cinta me emocionó, además de demostrar una vez más que no se necesita mucho dinero para tener una gran historia. Lo principal es usar tus efectos del mejor modo, lo cual también nos lo enseñó Carpenter. Y además es canadiense, porque obvio todo eso tenía que suceder en un bosque semi abandonado canadiense y obviamente los personajes no podían volverse locos a la primera porque son demasiado educados para ello.
Además me llegó en el momento preciso la película, en uno de esos días en que pierdes la fe en todo y entonces lo único que quieres es tantito terror que te haga sentir vivo y bam, la vida te da una joyita mística monstruosa inesperada y el mundo es un sitio un poco menos malo, con todo y sus sectas canadienses.
«Salem’s Lot», Tobe Hooper
¡Más Tobe Hooper! Les prometo que ya es la última, al menos por el momento. Para cerrar el maratón, nada mejor que un poco de vampirismo y eso que no siempre confío en el vampirismo cinematográfico porque no se siente igual que el literario. Pero bueno, es un clásico no siempre muy referido y creo que es una pieza maravillosa.
Ben Mears es un escritor famoso que regresa después de muchos años a su pueblo natal, Salem’s Lot (el cual es un gran nombre para un pueblo, sobre todo si está maldito). Lo que busca es escribir una historia sobre una antigua casa de la zona, la Casa Marsten, que tiene la fama de estar embrujada desde que él era un niño. Sin embargo, parece que ha llegado demasiado tarde porque un par de vendedores de antigüedades se han asentado en el pueblo y la han comprado. La situación no deja de ser un poco rara y Mears lo sabe, pero igual encuentra tiempo para andar conquistando chicas (ok, a una chica, Susan Norton). Y bueno, por si el extraño comportamiento de uno de los anticuarios no resultara ya algo obvio (porque del otro ni sus luces), una serie de eventos comienzan a recordarnos más y más a la trama de «Drácula». Y ya vimos al vampiro en la portada, así que las conclusiones van llegando solas.
La novela original es de Stephen King y desconozco cuánto pueda acercarse o alejarse de lo que vemos en pantalla, pero creo que sobretodo si lo vemos como una reinterpretación moderna del clásico de Bram Stoker la historia resulta maravillosa, algo que no es poco decir, sobre todo considerando que los vampiros deben ser de las figuras más retomadas y transformadas en el cine y la literatura de terror. Por una parte tenemos una suerte de misterio setentero, una casa embrujada, pero por el otro tenemos una estética a lo Nosferatu y una serie de detalles que nos llevan a otros vampiros y que constituyen un mundo en el que esas tradiciones permean la realidad. Esto se manifiesta sobre todo en el hecho de que a más de un personaje le queda claro lo que está sucediendo desde los primeros sucesos, delatando que tienen muy clara la historia de los vampiros y no se cierran a creerla desde un primer momento, algo bastante atípico en las cintas de terror, donde casi siempre parece que jamás habían escuchado hablar de zombies/monstruos/etc.
Dado que es una miniserie (al estilo «It», con dos episodios), dura un poco más que una película (tampoco tanto, poco más de 3 horas), pero creo que es el tiempo más que necesario para desarrollar la historia sin que sintamos que se alarga innecesariamente.
«Fatal frame», Mari Asato
Mujeres directoras de terror, yeiii. Esta cinta, tal como su título lo indica, está inspirada en la serie de videojuegos de terror del mismo nombre, aunque por lo que leí me parece que aprovechan más bien la atmósfera e ideas generales, más que una trama en sí misma. Por otra parte, parece que sí que se basa en la trama de una novela de Eiji Otsuka que tiene también el mismo nombre y el subtítulo «A curse affecting only girls». En realidad, después de varias desilusiones, ya no espero demasiado del cine de terror japonés, aunque esta película prometía varios elementos que en general me suelen gustar en el terror.
En un internado católico sólo para chicas hay una joven que es la más admirada de todas, Aya. Es bonita, alta, buena alumna y tiene una voz preciosa. Pero algo extraño sucede y Aya decide encerrarse en su cuarto, al mejor estilo hikikomori, y no permitir que nadie la vea ni la escuche ni sepa si está viva o no. Pero como en Japón todos son muy educados, ya no digamos en un internado religioso de mujeres, nadie insiste demasiado en saber si Aya está viva o por qué decidió encerrarse tan súbitamente. Muchas chicas admiran a Aya, con un tono homoerótico propio de las películas de escuelas sólo para mujeres. Una de ellas, Kasumi, consigue una fotografía de Aya a la que le reza como si fuera una santa, pero el día que se decide a besar la fotografía, desaparece. Con esta desaparición comienza a correr el rumor de que hay una maldición que afecta sólo a mujeres que se desata si una besa una foto de la persona que ama a la medianoche. Aunque en un principio podría parecer un caso de histeria colectiva, más alumnas comienzan a desaparecer, mientras que la fotografía cambia de manos y también aparece y desaparece a voluntad.
La película tiene un cuidado maravilloso sobre todo en el aspecto visual y en la composición de una atmósfera que puede pasar fácilmente de lo amoroso a lo obsesivo y a lo siniestro. Aunque durante gran parte del desarrollo no entendemos muy bien lo que está sucediendo porque todo se nos dice entre rumores y ni siquiera como espectadores podemos ver más allá del misterio, tiene algo que atrapa rápidamente y que nos sumerge en esa misma fijación insana que va condenando a un gran número de personajes. La resolución tiene algo de historia típica pero logra enmarcarse de un modo natural en el desarrollo y nos deja con una sensación de inquietud pero al mismo tiempo de tenebrosa belleza.
Me parece que los asiáticos deberían concentrarse en este subgénero de terror con un montón de chicas encerradas y volviéndose locas porque está claro que les sale más que bien.
«Les diaboliques», Henri-Georges Clouzot
Un poco de terror clásico y la película más antigua de esta entrada. Se trata además de una película que Alfred Hitchcock quiso dirigir, con base en la novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac. Años después, Robert Bloch, autor de la novela «Psycho» (adaptada por Hitchcock, justamente), la referiría como su película de terror favorita. Con esas credenciales, cómo no emocionarse.
Pero estamos en los años cincuenta, en Francia, y el terror no es realmente como lo conocemos, o al menos no en este caso. Con un estilo cuidado y que por momentos parece más cercano al film noir, nos encontramos con un internado sólo para chicos (para que veamos el otro lado del terror) dirigido por Michel Delassalle, aunque realmente es pagado con el dinero heredado por su esposa venezolana, Christina. Todo mundo sabe que Michel se casó con ella por su dinero, que no le importa que su esposa tenga una salud de lo más delicada, y que la engaña con la maestra Nicole, a quien también maltrata. Una telenovela cualquiera. Las dos mujeres, así como prácticamente todos los que viven en la escuela, están hechas a la idea de que así son las cosas y hay que aguantarse. Hasta que un día Nicole decide que no puede más con los maltratos y convence a Nicole de que asesinen juntas a su marido. Yo, obviamente, estoy totalmente a favor de la sororidad y lo que sea, pero aquí la situación claramente no puede salir.
Como se puede suponer por la premisa, se trata de un tipo de horror que se fundamenta en la paranoia y la psicosis. O es que tal vez las mujeres tienen razón en temer a Michel aun después de muerto y no únicamente por haber sido víctimas de un hombre abusivo y violento, sino porque tal vez su fantasma sea incluso más cruel con las mujeres a las que todavía considera de su propiedad.
La cinta es increíblemente bella y esto contribuye a generar una atmósfera idónea para el horror. Con una mirada actual tal vez puedan sorprendernos un poco menos ciertos giros de guión, pero no por ello dejan de ser coherentes con la propia historia y pese al paso del tiempo nos confirman que nos encontramos ante un clásico.
«Gonjiam: Haunted asylum», Jung Bum-shik
Había leído muy malos comentarios sobre esta cinta, pero soy adicta al subgénero de terror cámara-en-mano, ¿qué le puedo hacer? Además no tiene tan mal puntaje para ser una película de terror (que en general, a menos que sean muy taquilleras, no suelen ratear muy alto) y es surcoreana. No pude resistirme.
Un canal de youtube llamado Horror Times se dedica a hacer videos sobre sitios embrujados porque obvio eso es lo que el público quiere. Presentan un próximo caso sobre un antiguo hospital psiquiátrico abandonado y un video anterior de unos chicos que supuestamente desaparecieron después de que entraron e intentaron abrir la puerta del cuarto 402, el más embrujado de todos. De modo que el programa anuncia su próxima transmisión en vivo y lanza una convocatoria para personas que quieran participar en la expedición. Vemos la parte de la organización, con los tres chicos encargados del programa y los participantes seleccionados: una enfermera, una bailarina que vive en Estados Unidos, una camarógrafa y un editor de video. Gran parte de la puesta en escena nos muestra todos los aspectos de pre-producción: una pequeña investigación, la organización de la expedición y del programa en sí, el uso de cámaras de video y cómo se irán moviendo dependiendo del transcurso de la transmisión. La verdad que para mí todo esto, además de darnos una introducción a los personajes y al sitio en sí, me pareció fantástico porque realmente se siente como todo lo que uno tiene que hacer para una grabación de terror y no sólo el típico ‘agarra la cámara y a ver qué pasa’. Pura profesionalidad, vaya, hasta ganas de hacer mi propio canal de terror.
Y se imaginarán por dónde va la cosa, el sitio no sólo es una excelente locación (la película está inspirada en un psiquiátrico embrujado real, pero fue grabada en una escuela abandonada) sino que obviamente está embrujadísimo. Sin embargo, la historia se va tomando su tiempo para ir entrando en calor, con una fuerte presentación en la que se intercalan sustos leves que van subiendo de nivel, y va mezclando la posibilidad de que todo sea realmente horrible y el cuarto 402 (el momento clímax de la transmisión) sea realmente mortal, o la noción de que todo sea falso y que los propios participantes hayan sido engañados.
La verdad es que yo la disfruté bastante, incluso con la tendencia típica de este tipo de películas en las que cuidan tanto las escenas de susto en la gran mayoría del metraje y luego se vuelven locos hacia el final y hacen algunas cosas poco afortunadas (me he entrenado para olvidar esas partes y disociarlas de lo que sí disfruté de la película, jo). Y es que aunque sea el solo hecho de moverle un poquito a la premisa, la verdad es que logra distinguirse de tantas otras producciones malas del subgénero y ofrecer algo un poco distinto. Así que ya discutiremos luego la posibilidad de nuestro Horror Times mexicano, yeah.
«The devil’s doorway», Aislinn Clarke
Un poco de terror desde Irlanda y otra más dirigida por una mujer. Con eso de que en la producción sólo ponen «Reino Unido» luego todas estas películas entran en el mismo saco, pero en realidad las producciones sí que tienen sus particularidades. En el caso de Irlanda, obviamente, en grandísima medida suelen estar relacionadas con elementos religiosos sobrenaturales.
Se trata de otra película terror cámaro-en-mano aunque en este caso está ambientada en 1960, lo que me rompe un poco la ilusión cinematográfica ya que si bien varias partes están grabadas con cámara estática, cuando asumo que hay un sacerdote corriendo con tremenda cámara de video enorme mientras tal vez huye por su vida, como que no termino de creérmela. Los protagonistas son dos sacerdotes enviados por el vaticano (el veterano Thomas Riley y el muy joven pero fan de la tecnología de video John Thornton) a un convento de clausura perdido de la mano de dios en Irlanda del Norte de donde les han llegado mensajes que hay estatuas de la Virgen que lloran sangre. Cosa de todos los días en el Vaticano, al parecer, porque el padre Thomas parece menos que impresionado. Mientras que John, aunque le encantaría que le tocara un milagro de verdad, también parece preocupado por las jóvenes que viven en el convento: prostitutas, huérfanas, enfermas mentales y embarazadas no casadas, quienes son sometidas a malos tratos y explotadas en las labores diarias por parte de las monjas. Lo cual al parecer también era cosa de todos los días en Irlanda del Norte en los años sesenta.
La verdad es que con tal premisa, que vemos en unos pocos minutos, me esperaba mucho más de la parte de las mujeres explotadas y creía que lo sobrenatural llegaría por ese lado. Y es cierto que algún papel juegan, pero la parte principal de la película se va en el contraste entre los dos sacerdotes y su posición sobre lo milagroso o sobrenatural, y en una serie de sucesos que poco a poco parecen decirnos (a nosotros y a John) que tal vez haya algo más bien diabólico escondido detrás de esos supuestos milagros. Lo cual consigue sin duda algunas muy buenas imágenes, pero termina inclinando la trama hacia terrenos más conocidos de posesiones o supuesta presencia del demonio.
Es una película entretenida y logra sortear la mayor parte del tiempo los peores clichés del género, aunque termine utilizando algunos de sus recursos más clásicos y que, aunque no dañan a nadie, a mí me parecen totalmente innecesarios a estas alturas (como que la primera escena que te muestren sea una de las últimas, a modo de advertencia o yo qué sé).
«Intruder», Scott Spiegel
Apenas veo que esta cinta fue producida por Sam Raimi, al poco tiempo de haber estrenado apenas las dos partes de «Evil dead». Supongo que algo tiene de los gustos de Raimi, como un tanto de gore, pero la verdad es que no me lo habría imaginado.
Como podrán suponer por el título, es una película de invasión, aunque con tanta película de invasión de hogar, aquí el sitio cercado es un supermercado, lo que le da un color distinto en cierta medida.
Un supermercado cierra por la noche y los trabajadores se disponen a terminar sus turnos y dejar arreglado lo que tenga que quedar listo para el día siguiente. Justo en el punto en que se van los últimos clientes, aparece el exnovio de una las cajeras, Jennifer, quien acaba de salir de la cárcel y quiere ir a reclamar a su chica. Se arma un pequeño desmadre y, aunque logran correrlo, Jennifer y su amiga Linda se quedan con la sensación de que pueda haberse quedado en los alrededores para acechar a Jennifer. Mientras todos tratan de no prestarle demasiada atención al suceso (algunos ni siquiera se enteraron), alguien parece recorrer el supermercado al tiempo que se va encargando de los trabajadores uno por uno.
A este punto, más que invasión de hogar/supermercado, nos encontramos con un slasher en toda norma y cuyo principal atractivo son las originales maneras de asesinar a los personajes. Por desgracia, para el subgénero slasher, el espacio reducido puede llegar a jugarle en contra por momentos y hacer que la acción se sienta un poco repetitiva, sobre todo al inicio cuando no todos se han dado cuenta de lo que está sucediendo y se trata de sorprender a la próxima víctima (a muchos personajes ni llegamos a diferenciarlos porque más se tardan en mencionar más o menos qué hacen en el supermercado que en despacharlos sangrientamente). Al final es una película ochentera y es bastante corta (no llega ni a la hora y media), por lo que puede resultar entretenida pero no tiene demasiado qué ofrecer a estas alturas del partido, ni siquiera con los cameos de Sam Raimi y Bruce Campbell (de los que tampoco me di cuenta mientras veía la película).
«Red eye», Wes Craven
Se trata de estas películas de terror palomero como para ver un fin de semana en la televisión. De hecho yo ya la había visto hace muchos años y aunque recordaba a grandes rasgos la premisa y las primeras escenas, había olvidado por completo cómo se desenvolvía (que tampoco es que tuviera gran misterio, pero bueno). Y bueno, entre Wes Craven y Cillian Murphy yo estaba dispuesta a darle un voto de fe aunque debí considerar que por algo no la recordaba, claro está.
Rachel McAdams, aka Lisa, es gerente de un hotel y también es una trabajadora obsesiva. Tuvo que tomarse unos días del trabajo por la muerte de su abuela y está por tomar un vuelo nocturno de regreso. En la fila para documentar conoce a Cillian Murphy, aka Jackson, y tal como yo, está dispuesta a creer que es un buen tipo porque cómo culparla. Todo bien hasta que resulta que obvio no es un buen tipo sino una suerte de terrorista que está dispuesto a desatar el caos durante el vuelo si Lisa no hace unas cuantas llamadas a su hotel para asignarle otro cuarto a un importante político que está por llegar.
La verdad que yo no le llamaría ‘terror’ a una película que incluya terrorismo, por más que el término se parezca y por más que nadie quisiera que le pasara algo similar durante un vuelo. En el mejor de los casos es un thriller palomero que sin duda no va a estar entre lo mejor de Wes Craven ni de Cillian Murphy ni de Rachel McAdams. Con todo, tampoco hace demasiado daño y está entretenida para un domingo sin mucho que hacer. Y bueno, yo creo que una vez terminado el maratón de Tobe Hooper, más o menos pronto debería tocarnos uno de Craven a ver qué tal nos va.