Aprovechando estas entradas de conjuntos de recomendaciones temáticas, pensé en expandir la cantidad de películas abordadas en cada una para que no sólo las de terror tengan el paquetazo de diez. Espero que puedan encontrar alguna joyita entre tanta recomendación así como yo he disfrutado enormemente muchas de ellas.
«Buda explotó por vergüenza», Hana Makhmalbaf
Con un título precioso y desde tierras muy lejanas nos encontramos con esta maravillosa pieza que retrata uno de los tantos aspectos dolorosos de la vida en Afganistán bajo el régimen talibán (o ligeramente después de él). En una zona totalmente rural, viviendo precariamente en las cuevas donde antes se encontraran los Budas de Bamiyan (destruidos por los talibanes), se encuentra la pequeña Bakhtay, una niña de 5 años que se dedica a cuidar a su hermana bebé mientras su madre trabaja. Al ver lo que su pequeño vecino aprende en la escuela, se obsesiona por la idea de asistir y esto la lleva a un curioso peregrinar por la zona en busca de lo que necesita para poder alcanzar este sueño.
La estructura de la trama es similar a la de muchos cuentos clásicos infantiles: cuando Bakhtay cree que está a punto de conseguir lo que necesita para lograr su cometido se encuentra con que falta algo antes que tiene que resolver, y así sucesivamente. Lo que la lleva por las cuevas, los campos de trabajo, los pueblos y los caminos semi abandonados pero poblados de posibles peligros para una niña pequeña y sola, poniendo constantemente a prueba su deseo inicial. Con este tono de fábula antigua nos encontramos lo mismo con lo tierno y con lo cruel, con un deseo casi fantasioso que representa la aspiración de muchas niñas en el mundo por acceder a la educación, pero también con la vida diaria en una cultura en que la condición de las mujeres vale demasiado poco.
Trabajando con actores no profesionales, entre los que destaca increíblemente la pequeña protagonista, Nikbakht Noruz, que es prácticamente el alma y la fuerza de la película, la cinta presenta un retrato que difícilmente podría haberse conseguido de otro modo. Con las ventajas técnicas de la cinematografía de Irán y toda la herencia de ser hija del director Mohsen Makhmalbaf (quien también suele trabajar con actores no profesionales y ha presentado en varias ocasiones tramas de países vecinos), la directora nos ofrece una mirada íntima, preciosa y dolorosa de Afganistán, del mundo árabe y de las culturas en las que se menosprecia la educación de las mujeres.
El título fue tomado de un libro de su padre, «The Buddha was not demolished in Afghanistan, it collapsed out of shame», que lamento no tenga traducción en inglés.
«Wakolda», Lucía Puenzo
Ya he hablado en más de una ocasión antes de Lucía Puenzo, directora argentina cuyas propuestas me parecen muy buenas en general (y en particular, «XXY» me parece excelente). Su filmografía es bastante breve y sólo me faltaba esta película para terminarla (como directora sólo tiene, además, una serie que estrenó un par de años después). Su título alternativo (y con el que se tradujo internacionalmente) es «El médico alemán», el cual da una mayor idea de por dónde va la premisa, además de tratar de un aspecto de la historia argentina que al menos yo no había visto en otras producciones.
Una familia se encuentra con un médico durante el inhóspito camino que los conduce hacia una población apartada de la Patagonia, en los años sesenta, y ambos deciden recorrer juntos la carretera para prevenir posibles accidentes. Durante el trayecto conocen a grandes rasgos la historia del otro: una familia que regresa a la enorme casa familiar de la esposa, que fue una hostería y que quieren retomar; él, un médico alemán que ha sido invitado por amigos de la comunidad alemana para que trabaje y resida en la población. El médico, Helmut Gregor, se instala en la hostería para vivir ahí y comienza a interesarse por la familia, especialmente por Lilith, la hija pequeña y quien es todavía más pequeña de lo usual por haber nacido prematura, y por Eva, la esposa, quien está embarazada de gemelos.
Y aunque al parecer no eran particularmente sospechosas las comunidades alemanas en la Patagonia en los años sesenta, no necesitan sumergirse en el ambiente ligeramente siniestro de la puesta en escena para sospechar, con justa razón, que ese médico tiene un pasado muy oscuro que ocultar.
La ambientación de época, el contexto histórico tan particular, las intersecciones con otras historias, las excelentes actuaciones (destacando una vez más la de una actriz menor, Florencia Bado) y la trama de misterio la hacen una producción tan prometedora como efectiva. Como en todas las demás producciones de la directora, el guión también es suyo, que además está basado en una novela propia. Sin duda ahora tendré que buscar la serie mencionada al inicio, que además está definida como de «eco-crímenes».
«Skate Kitchen», Crystal Moselle
La vi en una lista de las mejores películas del 2018, pero no me imaginaba realmente cómo una película sobre patinaje (aunque fuese femenino) podría ser tan buena. Y esas son las maravillosas sorpresas que la vida nos tiene deparadas de vez en cuando.
Camille es una joven introvertida y solitaria que vive en Long Island con su madre. Lo primero que vemos de ella es que sufre una dolorosa herida en un accidente al patinar y que su madre la obliga a prometerle que no volverá a patinar. Lo cual, nos podemos imaginar, no va a suceder. En instagram sigue a un grupo de patinadoras llamado Skate Kitchen que se reúne en Nueva York y que constantemente invita a quien quiera a unirse a sus encuentros. Camille va a conocerlas, aunque no sabe bien cómo lo hará; sin embargo la actitud bastante extrovertida y amable de las chicas la integrará instantáneamente al grupo.
La historia se acerca a las lineas de «coming of age» y un ligero drama adolescente. Todo lo cual, si me lo hubieran dicho por separado, tampoco me habría imaginado cómo podría resultar bien, y sin embargo es cierto que tal vez sea de las mejores películas del año pasado: es divertida, es intensa, es reflexiva, es cool, es tierna y es fuerte. Trata temas que podrían ser tan maniatados por tantas otras producciones adolescentes como la amistad, las relaciones, el encontrar el lugar en el mundo, evitando caer en cualquier cliché, creando personajes complejos y encantadores, acercando de manera humana a los distintos tipos de dramas cotidianos que uno puede encontrar en su vida. Y aparte hace ver el patinaje como algo increíblemente interesante, lo cual a mí ya me parece un enorme mérito en sí mismo.
Al parecer la mayor parte del elenco es realmente parte de un colectivo de patinaje llamado Skate Kitchen y la directora las conoció casual por el metro de Nueva York. Colaboraron con ella antes en un cortometraje que fue algo así como el preparativo para desarrollar luego la película. Rachelle Vinberg, quien encarna a Camille, es también una revelación fantástica como actriz.
«Europa Europa», Agnieszka Holland
No es tan extraño que uno piense que ya se ha tratado demasiado el tema de los nazis en el cine: es uno de esos recursos que parecen inagotables y que sobre todo proliferan en Hollywood para justificar la seriedad de algunas producciones. No soy muy afecta al momento histórico ni al tema en particular y sin embargo en esta lista aparecen dos películas al respecto con perspectivas lo suficientemente particulares para justificar su recomendación, aunque seguramente me la habría pensado más antes de verlas en otras circunstancias.
Esta película está basada en la historia real de Solomon Perel y es difícil creer que haya podido pasar si uno la ve sin tener ese contexto, de tan inusual que resulta su vida durante la Segunda Guerra Mundial. Judío, nacido en Alemania de familia polaca, se podrán imaginar en qué situación se vieron envueltos cuando empezó la persecución de judíos. Cuando empezaron a verse acosados por sus propios vecinos, la familia decide regresar a Polonia, creyendo que la situación no los alcanzará hasta ahí. Pero también ya sabemos cómo resulta la cosa ahí. Perel, eventualmente separado de su familia, tendrá que recorrer varios caminos, varios países, con el único propósito de sobrevivir para reencontrarse con los suyos. Rubio, atractivo y con un excelente alemán, tiene que hacerse pasar por nazi si ese es el único medio para continuar con vida.
Por momentos puede parecer que la película es demasiado cándida para tratar un periodo tan violento, pero me parece que este tono contribuye a la intención con la que se retrata la historia: no regodearse en la violencia explícita y evidenciar que las relaciones humanas son mucho más complejas de lo que podemos suponer en ciertas circunstancias. Uno podría resumir la problemática de Perel durante la mayor parte de la película como su necesidad de sobrevivir y la delicadeza de su engaño, pero estos puntos en realidad conllevan muchas más cuestiones y se manifiestan de muchas maneras. Desde la delicadeza de Solomon, sus encuentros con distintos personajes, su búsqueda. Incluso las cosas buenas de su vida son dolorosas e incluso las cosas más terribles encierran algo bello.
En la cinta aparece una joven Julie Delpy y era una de las grandes favoritas de su año (1991) para ganar el Óscar a Mejor Película Extranjera pero Alemania ni siquiera la presentó a concurso. De hecho no presentó nada ese año. Lo cual puede o no estar relacionado con la representación de algunos cuantos nazis intensos, tal vez.
«Leave no trace», Debra Granik
Siguiendo con otra película que también encontré en varias listas de lo mejor del 2018, lo cual además demuestra cómo se van colando exitosamente las mujeres en estos reconocimientos de críticos a la mejor producción cinematográfica de cada año.
Basada en una novela que parte a su vez de un hecho real, donde el autor (Peter Rock) va imaginando los huecos en la historia de un padre y su hija adolescente que fueron encontrados en un parque nacional de Estados Unidos donde al parecer llevaban un tiempo indefinido viviendo. En la película, Will y Tom son ese padre e hija que llevan tiempo habitando como survivalist en un parque de Oregon. Él es un veterano de la Guerra de Irak con síndrome de estrés postraumático que evita al resto del mundo tanto como sea necesario y está obsesionado con convertir a una hija en una superviviente, capaz de esconderse en el bosque, cazar, cocinar y todo lo que sea necesario para también vivir al margen de la civilización.
El idilio obviamente no puede durar demasiado y un corredor que los ve por el parque avisa a la policía y son detenidos. Hay la mejor intención por parte de Servicios Familiares para apoyarlos en su readaptación, sobre todo por la calurosa respuesta que recibió su historia cuando se dio a conocer, pero ninguno de los dos sabe muy bien qué creer del mundo y cómo encontrar su lugar en él.
Además de ser una historia sobre la relación atípica entre una chica y su padre, uno de los aspectos que me parece destacan más es que al hablar de la relación entre el hombre y el mundo, la naturaleza juega un papel sumamente importante, incluso en la parte de la civilización. Aunque la propuesta inicial del mundo civilizado (representado por Servicios Familiares) es meramente típica («se adaptan a la sociedad y hacen lo que todos hacen»), el modo en que Tom y Will tendrán que ir reconstruyendo sus relaciones (incluso entre ellos) pasará por distintas etapas y será en extremo personal.
La película gana mucho con los paisajes y sobre todo con la actuación de Thomasin McKenzie, quien encarna a la hija (como vemos, las actrices jóvenes se están luciendo), aunque personalmente me pareció que en algunos momentos era demasiado lenta y eso me perdía un poco en la historia.
«The miseducation of Cameron Post», Desiree Akhavan
El año pasado se estrenaron dos películas a un nivel relativamente amplio que trataban sobre terapias religiosas de reorientación sexual. No he visto todavía la otra, «Boy erased», pero está en mi lista de pendientes. Antes había hablado sobre la ópera prima de Desiree Akhavan, que era básicamente una comedia romántica sobre su propia vida y el modo de encontrarse con su sexualidad, la cual amé, por lo cual me moría por ver esta nueva producción, aunque no fuese a actuar ella.
Cameron Post es una joven huérfana que vive con su tía religiosa y que tiene una relación secreta con su mejor amiga, aunque ante los demás mantienen respectivas parejas. Durante la fiesta de graduación las dos se escapan para tener relaciones pero son descubiertas por el novio de Cameron y escándalo. Lo siguiente que sabe Cameron es que su tía, incapaz de lidiar con este descubrimiento, la inscribe a un campamento religioso de conversión.
A diferencia de tantas historias que conocemos o nos podemos imaginar, el campamento al que asiste Cameron no es esencialmente terrible. No tiene torturas evidentes o tratamientos inhumanos. Pero incluso con la mejor de las intenciones religiosas al reunir a un grupo de adolescentes para decirles que lo que sienten es erróneo y hay que ‘convertirlo de vuelta’, podrán imaginarse que la situación es increíblemente triste. Cameron no tiene padres y no es muy cercana a su tía, lo que aminora sólo hasta cierto punto la presión de la relación familiar que tantos otros compañeros sufren. No puede tener contacto con el mundo exterior (básicamente, con Coley), no puede decorar su habitación y se ve obligada a seguir una línea de pensamiento que le parece en exceso ridícula para que a los organizadores les parezca que va mejorando. En el campamento comienza a llevarse sobre todo con Jane, quien creció en una comuna hippie, y Adam, de familia nativa americana convertida al cristianismo. Cada uno tiene su historia, al igual que todos los demás chicos, lo cual nos da un panorama general de las múltiples circunstancias que llevan a una familia a internar a un hijo en un sitio así.
Por una parte, es cierto que teniendo como referencia la anterior película de Akhavan, «Appropriate behavior», esperaba algo un poco distinto, pero creo que mi principal problema con la película es que no termina por definir un tono marcado y contundente. Por no querer ser un drama típico no es lo suficientemente fuerte, los tonos de humor son muy ligeros (supongo que igual considerando la trama, pero habrían ayudado en ciertos momentos) y el personaje protagónico, interpretado por Chloë Grace Moretz (que no me parece particularmente una buena actriz), peca de desabrido. Lo mejor son Sasha Lane y Forrest Goodluck como secundarios y algunos momentos cuya complejidad apenas si se vislumbra en las historias que no ocupan la atención central.
«Night comes on», Jordana Spiro
Como podrán suponer a estas alturas, hacia finales de un año/principios del siguiente me guió mucho por algunas listas de lo mejor del año en cuestión porque me permiten conocer producciones que fueron bien recibidas aunque tal vez no pasen nunca por pantallas en México. Ésta también la conocí así, aunque apareció menos mencionada, tal vez por ser una producción mucho menos conocida o tal vez porque sólo algunos medios le dieron más importancia por tratarse de una historia totalmente centrada en la cultura afroamericana, las cuales han empezado a ser más valoradas en los últimos años. Curiosamente, la directora no es afroamericana, aunque sí lo es la guionista y la parte importante del elenco.
Angel sale del centro de detención juvenil en el que lleva algún tiempo recluida al cumplir los 18 años. Aparentemente sin tener muy claro qué hacer con su vida, visita a su hermana menor, Abby, de 10 años, quien vive en un hogar temporal. Lo único que quiere Abby es vivir con su hermana y durante el tiempo que no han estado juntas ha tratado de crearse una imagen de ‘chica ruda’ para parecerse a ella y ser aceptada. Angel obviamente no se siente como para cuidar de su hermana y la relación entre ellas es bastante tensa, incluso en los momentos en que parece que hacen un esfuerzo por estar bien. Angel quiere visitar a su padre, con motivos muy poco filiales, por lo que trata de convencer a Abby de que le dé su nueva dirección, quien no está muy convencida de que sea una buena idea, pero es lo único que tiene para retener a su hermana a su lado, por lo que promete que la guiará a la nueva casa si acepta llevarla consigo en el viaje.
Toda la historia de la película sucede en un lapso de tiempo bastante breve (apenas un par de días) y prácticamente toda la acción tiene lugar entre las dos hermanas. Entre silencios y gestos podemos ir recomponiendo una historia plagada de carencias, violencia y un pasado problemático que, aunque ninguna de los dos lo mencione, define todo lo que hacen y lo que son. Es uno de esos ejemplos bien manejados que demuestran que se puede hablar de situaciones en exceso precarias sin mostrar demasiado, y manejar un personaje que es en exceso parco y que contiene sus emociones y motivaciones y darle su justa dimensión. Me parece, además, que uno de los puntos más importantes de la historia es que da una imagen clara de a qué nivel, en ciertas circunstancias, los niños tienen que volverse adultos: si uno ve a Angel, aunque sabemos que tiene ya 18 años y ella se esfuerza por mostrarse como una mujer dura, no puede perder de vista que tras de todo lo que se ha visto en la necesidad de asumir, sigue siendo demasiado joven.
«A girl at my door», July Jung
Éste es uno de esos casos en los que la elección del título en español te arruina un poco la experiencia. No es tanto que te adelante algo radical, pero creo que te hace prestar atención a sólo un aspecto de la trama, o imaginártelo de cierto modo, cuando la premisa al parecer busca ofrecer también otras cosas. De modo que si les interesa verla y pueden evitar más información al respecto, qué mejor.
Lee Young-nam (la fantástica Bae Doona) es una policía de la capital que ha sido transferida a un pequeño pueblo pesquero. Si de por sí se ve que es una persona excesivamente seria y retraída, también se nota que no está precisamente encantada con el cambio, e intuimos que hay algo complicado de fondo. La policía del pueblo es sobretodo folclórica y deja que los locales hagan lo que quieran en general, lo cual no le encanta a Young-nam, quien insiste en amonestar a los borrachos y buscapleitos. Su vida es absolutamente hermética. En sus recorridos empieza a notar la situación de Sun Do-hee, una chica de 14 años que es molestada por sus compañeros en la escuela, vive en relativa pobreza con su abuela y su padre, quien es alcohólico, y ambos no pierden ocasión para maltratarla también. Al principio Young-nam interviene como en otros casos, pero la animadversión que le tiene al padre de la joven lo hace parecer un poco más personal de lo que debería. Y tal vez lo es. Por su parte, Sun Do-hee comienza a seguir por todas partes a la policía, ya que su presencia le da seguridad y en parte porque ha comenzado a obsesionarse con ella. Supongo pueden deducir que ella es la ‘chica en la puerta’.
Además de la posible trama de misterio, que me atrevería a decir no es lo mejor logrado de la película aunque sea lo que más se publicite, hay muchos elementos que destacan en la historia y la hacen más compleja de lo que podría parecer a primera instancia. Hay una constante reflexión sobre el papel de las mujeres en distintas posiciones sociales, que se reflejan sobre todo en las dos protagonistas, en cierta medida en la abuela de la chica y en algunas personas del pasado de la policía. Lo que podría verse como parte del contexto para justificar por qué alguien como Lee Young-nam terminaría en un pequeño pueblo en el que claramente no encaja conforma en realidad la parte más rica del personaje y le da un tono social (y hasta político, si pensamos en las circunstancias actuales en Corea del Sur) a esta premisa de casi thriller.
Pero, al igual que menciono al inicio, no puedo decir nada muy concreto porque en realidad es una película que gana al irla descubriendo poco a poco.
«Girlfight», Karyn Kusama
Después de ver «The invitation» me dieron ganas de ver absolutamente todo lo que había dirigido Karyn Kusama. Que tampoco es mucho. Después de «Jennifer’s body» ya no me quedó muy claro qué esperar de su filmografía en general, pero igual me dispuse a ver ésta, su primera película, y también la primera película de Michelle Rodriguez como actriz.
Diana Guzman es una adolescente latina con un hogar violento y disfuncional en Brooklyn. Al ser masculina y violenta no encaja con los estándares propios de las escuelas gringas (que si algo hemos aprendido de las series de televisión es que son sitios horribles) pero tampoco con los de su propia familia. Su padre quisiera que se encargara de la casa, mientras que insiste que su hermano, mucho más retraído y pacífico, tome clases de box para que aprenda a defenderse. Un día que Diana va a las clases de box de Tiny a buscarlo se empieza a interesar por el deporte, pero no tiene el dinero para permitírselo y nadie parece muy interesado en que una mujer practique. Con todo, ella consigue algo de dinero y convence al entrenador Hector Soto de que al menos le enseñe lo básico del boxeo.
Creo que el principal problema, de entrada, de ver la película tantos años después es el hecho de que en 2004 se estrenó «Million dollar baby» con un tema bastante similar, sobre todo en el aspecto de recuperar la presencia femenina en un deporte considerado muy masculino. Y obviamente Karyn Kusama a sus 30 años no puede aspirar a lo que Clint Eastwood a sus 74. Y en realidad, de miras a la historia específica, la película busca algo muy distinto y se detiene en otros puntos (como en el contexto latino de su protagonista, por ejemplo), algunos de los cuales tienen su propio valor pero otros de los cuales me parece no siempre son los mejores (a mí particularmente el arco romántico me parece que le quita fuerza al aspecto deportivo). Y, sobre todo, no tienen nada que ver con las otras dos películas que menciono de la directora y creo que eso también es válido, aunque a mí no me molestaría que tuviera toda una carrera dedicada al thriller incómodo de sectas.
Queda un poco más como curiosidad que por sus logros específicos, pero igual seguro continuaré con «Aeon Flux» (que me sospecho no me va a encantar) y «Destroyer» (que me muero por ver).
«Ángel de fuego», Dana Rotberg
A lo mejor en 1992, dos años después de que se estrenara «Santa Sangre», al público mexicano no le sorprendía tanto encontrarse con una pieza como «Ángel de fuego», pero de miras al cine mexicano actual y considerando que apenas se empiezan a conocer a más cineastas mujeres en el país, la verdad es que es bastante inusual encontrarse con una producción así.
Alma es una joven que ha crecido en un circo empobrecido como trapecista y tragafuego, lo que le ha valido su apodo de «Ángel de fuego», uno de los pocos números del circo que todavía captan algo de atención. La situación en el grupo circense es algo decadente y a eso se le suma la relación incestuosa (no admitida del todo, pero que claramente se deja entrever) de Alma con su padre Renato, un payaso que cuida de ella desde que su madre los abandonó. Renato muere debido a su vejez y sus enfermedades y es cuando los demás miembros del circo se enteran de que Alma está embarazada de él. Como no consiguen convencerla de que aborte, ella huye del circo y empieza a vagar por las calles malviviendo como tragafuegos hasta que se encuentra con un grupo de titiriteros ambulantes que son a la vez una especie de secta, compuesta por una madre, su hijo (a quien presentan como un profeta) y un niño de la calle.
Tal cual la premisa puede sonar hasta cierto punto como un dramón esperable del cine mexicano, pero en realidad su desarrollo se acerca más al cine simbólico, casi surrealista, que explota visualmente sus temáticas religiosas y circenses. En un México pobre, violento, desamparado, los personajes son en exceso coloridos, dramáticos, histriónicos, absurdos. De modo que una trama que no tiene que ser especialmente original en su línea más general, se transforma en un desfile extraño del sin-sentido que le da bastante fuerza a sus elementos centrales.
Curiosamente, parece que uno de los puntos que más interesaba a la directora, que también es co-guionista, es la cuestión del incesto, la cual es retratada sin juicio moral a priori, lo cual es una cosa bastante inaudita para nuestra cinematografía y en general para casi cualquiera. No coincido plenamente en algunas de sus declaraciones respecto a esto y el modo en que se muestra en la película, pero lo cierto es que su manejo es cuidadoso y bastante distinto, inscribiéndose de un modo particular en la historia y moldeándola hasta cierto punto.