Ryan Gosling y Emma Stone se conocen (por tercera vez en su carrera cinematográfica) en un mundo donde los musicales esperan en cada escena y donde seguir los sueños es el camino más usual, aunque no por eso menos difícil. Los encuentros y desencuentros los acercarán y los alejarán en una ciudad donde todo es escenografía y sueños, donde todo es real y parafernalia, antes de que puedan realmente chocar y empezar a trazar su gran historia (como bien anuncia obviamente el subtítulo en español) en una ciudad de estrellas.
Te amo, Ryan Gosling.
Es difícil hablar de «La La Land» porque es todo lo que nos dijeron que era, todo lo que nos vendieron con bomba, platillo y mucho jazz, pero también es algo completamente distinto. Esa pesada expectativa del director, sus actores, sus mil millones de Globos de Oro, nos pueden llevar a esperar algo que es y no es el gran musical de la época actual, la historia de amor en las nubes del trailer, la bella, profunda y desgarradora canción que nos dice que mañana será otro día y que se pregunta para quién es realmente todo ese brillo.
Con su película anterior, «Whiplash» (que estaría nominada a los Óscares a Mejor Película y Guión, pero que sólo se llevaría por Actor Secundario, Edición y Mezcla de Sonido), el director Damien Chazelle nos había acercado violentamente al amor/obsesión por la música en una historia individual en que volverse alguien era lo único que podía importar. En «La La Land» regresamos a ciertos tópicos pero revestidos con otra luz, filtrados también por el amor a la imagen, al cine clásico, y por la necesidad de convertirse de algún modo en una historia de amor que no puede ser únicamente una historia de amor. Con el telón de Los Angeles de fondo (uno de los LA del título), la historia pone en contexto que cada parte de una vida es precisamente una parte: el amor, los sueños, la necesidad de hacer que todo encaje. Mia quiere ser actriz y Sebastian quiere abrir un bar que salve al jazz del olvido. Quieren estar juntos y quieren decirle al otro que sus sueños están ahí, al alcance de la mano, aunque sea imposible verlos. Y es que pese a los musicales, a los pasos en el aire, al mundo como escenografía, a veces no es posible tener todo. No es posible que todo funcione al mismo tiempo.
Si uno llega a «La La Land» esperando que cumpla todas las promesas desde el principio de la gran película que estábamos todos esperando, es posible que uno empiece sin querer a verle las fallas: ¿es muy abrupto el modo en que los personajes se enamoran finalmente? ¿el trailer me estaba engañando? ¿es demasiado acartonada la manera en que reproduce la idea clásica de musical en un principio? Es una película para engañarnos, para atraparnos, para acercarnos a ella exactamente por lo que es: una historia de amor que se cuenta con la grandilocuencia de uno cuando se enamora, pero cuyo fondo puede no ser lo que parece. Para cuando nos demos cuenta de qué es realmente lo que nos están contando, ya estamos por completo atrapados.
Pese al recelo que tenía por Emma Stone, quien no me gusta particularmente como actriz, la película es impecable en cuanto a la relación entre los dos protagonistas, el desarrollo individual de cada uno y el modo en que este entramado se enmarca con una música, coreografía y fotografía impresionantes. Es una película que busca ser bella, desgarradora y tierna, todo al mismo tiempo. Que, al igual que «Whiplash», nos recuerdo que los sueños no son siempre exactamente como los soñamos, que el dolor que hay de por medio puede parecer desolador pero que no tiene que serlo para siempre, y que las historias siempre son enormes cuando son nuestras.
Así que ya saben, vayan con los ojos cerrados y dispuestos a sumergirse.
«La La Land» (olvidemos los subtítulos) es una película estadounidense del 2016. Dirigida por Damien Chazelle («Whiplash», «Guy and Madeline on a park bench») y protagonizada por Ryan Gosling («Drive», «Only god forgives», «The big short») y Emma Stone («Zombieland», «Birdmand», «The amazing Spider-Man»). Tiene 8.7 estrellitas en imdb, 8.1 en filmaffinity y 93% en el tomatometro. Más que recomendada.
La única diferencia contigo Sam, es que a mi Emma Stone, si me convence un poco más. Mi experiencia con está película fue un poco rara, ya que no logré conectar al inicio, pero pasados unos 15 minutos ya no podía dejar de ver la pantalla (en serio deje de comer para solo ver la película, y dicho sea de paso, que ese día moría de hambre).
Al final, al no ser tan fanático de musicales y por ende no tener el nivel cultural necesario como para valorarla de acuerdo a su género, la disfruté muchísimo y conecté demasiado con la trama de los sueños, las posibilidades, los «what if» y precisamente la ambivalencia emocional que se vive al querer cumplir nuestros planes (anexando que me movió emociones recientes). Definitivamente creo que la volveré a ver unas dos veces más hahaha.
Sin duda me gustó whiplash y esta parece ser una película que me puede agradar aunque igualmente Emma stone no es precisamente de mi agrado.