«Habibi», con sus casi 700 páginas y sus claras intenciones de acercarnos a otra visión del mundo árabe, no es una novela gráfica a la que sea fácil adentrarse o describir. A diferencia de «Blankets», obra igualmente extensa (aunque no tanto) y claramente autobiográfica que le valió a Craig Thompson un abrupto reconocimiento internacional, «Habibi» no pone inmediatamente sus cartas sobre la mesa y su cambiante narrativa nos hará percibir esta épica historia de amor de distintas maneras a lo largo del texto.
El eje de la novela es la historia de Dodola y Zam, quienes coincidieron siendo niños en un mercado de esclavos. Ella tras ser secuestrada del hogar que compartía a sus pocos años con su marido, él como recién nacido de otra de las esclavas. La prematura relación madre-hijo se establece justo a tiempo para el escape, que los llevará por desiertos, barcos encallados, caravanas de nómadas, palacios, arrabales, edificios abandonados e inmundicias en un atemporal y fantasioso mundo árabe nombrado Wanatolia.
No es que te esté mirando a ti, Turquía.
Esta historia, que ya en sus recursos narrativos está enmarcada por sus influencias, el dejo oral u onírico, la mitología, y una serie de recursos retóricos textuales y visuales; se acompaña por una serie de referencias que denotan una profunda investigación sobre el islam, el alfabeto y caligrafía árabe, y otros elementos culturales que se van introduciendo a través de distintos mecanismos. Explicaciones directas, elaboradísimos marcos, juego de imágenes en que el texto y los personajes se emulan mutuamente; que es el punto donde más claramente vemos la intención del autor por acercarse humanamente a un contexto cultural y religioso cuya imagen ha sido más que atacada y manipulada por los medios, especialmente los estadounidenses después del 9/11 (aunque la novela se publica en 2011, Thompson trabajaba en ella desde el 2004).
Y sin embargo, «Habibi» congrega tantos elementos y visiones que resulta difícil elegir en cuáles detenerse: ¿en las indiscutibles cualidades visuales de todos sus trazos, en el cuidado de sus referencias, en el paralelo entre Dodola y Sherezada, en el recurrente uso de la culpa, en el acartonado manejo de sus personajes árabes, en el modo en que establece paralelismos entre religiones, en su crítica a conceptos actuales como la contaminación y el capitalismo, en su repetición de modelos orientalistas que ya deberían ser anacrónicos, en el ejercicio físico que implica levantar el pesado tomo durante las horas de lectura, en la no siempre apropiada representación del sexo y el erotismo, en los contrastes entre su faceta fantástica y la realista, en la identificación del autor con algunos de sus personajes, en la empoderación (apropiada o no) de Dodola, en algún personaje secundario destacable, en las intenciones de un autor que se siente culpable por la extensiva islamofobia en su país al tiempo que considera que el orientalismo es un poco ‘como el género de indios y vaqueros’?
«Habibi» es todo eso y no exactamente eso. Una pieza curiosa con tantos puntos fuertes (muy fuertes) como terriblemente cuestionables. Lo mejor es, sin duda, el increíble arte de Thompson y su cuidadísima representación estética árabe que abarca cada aspecto de la obra, desde su concepción teórica hasta el más pequeño detalle al margen. No es de sorprender que la elaboración total de la novela le llevara tantos años si tomamos en cuenta que hay numerosas páginas que son piezas perfectas en sí mismas, además de reforzar constantemente el valor de la palabra y la fuerza del texto, tema recurrente en la historia. Esto solo, sumado a una historia que sin ser muy original en sus líneas más generales, cuenta con puntos también poderosos, son suficientes para cautivar y atrapar fuertemente al lector. Es evidente el sentimiento que el autor ha puesto en toda esta recreación textual/visual/espacial/poética y es, además, una pasión que se percibe y se transmite en muchos momentos.Y sin embargo, por el otro lado, si la propia extensión de la novela no nos hace dudar, el transcurso de la propia historia muestra varios puntos en que el ritmo se ve interrumpido y uno no puede evitar preguntarse si todo lo que trata de conjugarse en sus páginas es realmente necesario. El principal problema de «Habibi» es, en mi apreciación, que Thompson pretende concentrar un abrumador número de elementos en su historia al punto que, incluso de lograrlo en apariencia, da la impresión de terminar por perder la guía en sus propias intenciones. Por querer darle demasiada dimensión a Dodola y Zam, condena al resto de sus personajes a ser caricaturas planas y estereotipos; al hacer tanto énfasis en el Corán se pierde la expresión cotidiana e inmediata del islam; se esfuerza tanto por hacer de Dodola su propia leyenda y de Zam un prisionero de sus culpas, que en muchas ocasiones los reduce a una reiteración obscena de la violencia (muchas veces sexual) y la opresión.
Se trata, sin duda, de un libro fascinante y problemático, y eso puede verse fácilmente en las críticas mixtas que ha recibido (de las cuales, todos sea dicho, las negativas o las que enfatizan su negativo orientalismo, parecen mejor argumentadas). Si «Blankets» no me gustó por resultarme una novela demasiado encerrada en sí misma (autobiografía problemática, al fin y al cabo), «Habibi» me parece un excelente intento de acercarse al otro. Un intento que, por desgracia, resulta mucho más estético que bien logrado; pero no por eso menos hermoso.
«Habibi» aparece listado en el Péndulo y Gandhi (en español) aunque actualmente no está disponible (¿supongo se podrá encargar?); y en inglés puede pedirse en Amazon.
Sam, siempre me das una excelente obra de arte secuencial para leer en mis ratos de ocio ^w^
Como dibujante y escritor que soy, siento que esta obra va a encantarme.
Por cierto, no se si ya has reseñado alguna vez pero te recomiendo leer «Oyasumi Pum Pum», es un manga bastante particular.
Asumecha, se nota muy trabajado el comic, espero poder encontrarlo, saludos
Creo que debere darle una checada, gracias Sam.