Parece inevitable que cada cierto tiempo Hollywood saque otra-película-más sobre la Segunda Guerra y (directa o indirectamente) el Holocausto. Pero no está tan mal si cada cierto tiempo se alejan un poco de los campos de concentración y se acercan un poco más a otros temas también relevantes en el contexto. Como Klimt, por ejemplo.
Ahhhhh, esa dama de oro.
Como ya nos ha contado la historia, o George Clooney en «The monument men», entre todas las cosas terribles que tuvieron que ver con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se encontró el brutal despojo de obras de arte a las familias judías. «La dama de oro» parte de la historia real de Maria Altmann (aka Helen Mirren queriéndonos hacer creer que tiene más de ochenta años), una refugiada austriaca viviendo en Estados Unidos que tras la muerte de su hermana se encuentra con algunas cartas en las que se evidenciaban sus intentos por recuperar varias pinturas que fueron robadas a su familia antes de que pudieran huir del país. Y entre un montón de paisajes sin duda costosos pero aburridos, se encontraban varios retratos de Klimt ostentosamente colgados en uno de los principales museos de Vienna. Y bueno, pequeños detalles.
«Sí, verá, nos preguntábamos si podrían devolvernos unos cuadros»
A finales de los 90, el gobierno de Austria instauró un comité especial dedicado a revisar los casos de restauración de obras robadas por los nazis. Altmann, asesorada por un pequeño abogado sin demasiada experiencia (aka Ryan Reynolds aka Deadpool), se dispone a emprender una difícil épica para recuperar apenas un trozo de un difícil pasado, entendiendo bastante rápido que no es lo mismo pedir que te devuelvan unos pequeños cuadros que adoraban tu salón (antes de que los nazis destruyeran tu casa y tu vida) y otra muy distinta pedirles que te regresen el mayor emblema pictórico de su país.
La película puede parecer un poco históricamente superficial al centrarse más en el proceso legal para recuperar los cuadros y limitar las implicaciones de la Segunda Guerra a una serie de flashbacks bastante personales y que no se detienen en ningún episodio especialmente violento. Sin embargo, este recurso que en ocasiones puede minimizar un poco ciertos hechos, funciona bastante bien para encausar una historia que no busca ahondar en una tragedia que todos conocemos y que por momentos cobra su importancia precisamente en darse por entendida. Las implicaciones del regreso de Maria Altmann a un país del que huyó en las peores circunstancias, la propia herencia austriaca del joven abogado Schoenberg, la serie de personajes con los que se atraviesan en su cruzada y sus propias circunstancias, y en general todo el contexto histórico y emocional que involucran los episodios de robo de arte (entendidos a través de la poderosa presencia del increíble cuadro de Klimt) no necesitan ser detallados para que sepamos que están ahí, que son situaciones que han definido a todos los personajes y heridas que todos llevan por dentro.
De modo que como película resulta muy bien llevada, con una dosis justa de emotividad que tampoco exagera, al tiempo que retrata un caso de lo más interesante. Las actuaciones se mantienen dentro de lo correcto, ya que si bien no van a ser las más memorables para ninguno de los actores involucrados (de la ya legendaria Helen Mirren al cada vez más prometedor Daniel Brühl), parece deliberado que ninguno de los personajes busque sobresalir de forma individual más allá de sus circunstancias y de los hechos que representan y denuncian. Si acaso la casi mística presencia Antje Traue representando a Adele Bloch-Bauer, musa de Klimt, y que no puede lucir más perfecta como una dama de oro.
Una de esas películas no demasiado taquilleras pero con un buen estándar de calidad que se aparecen entre tanto estreno del verano, y que sin duda es recomendable si buscamos algo que no trate de sobresalir por su acción (y/o efectos especiales), para los amantes de la historia que no quieren historias lacrimógenas, y para los fanáticos del arte y su contexto.
Seguro que yo estaré buscando, además, alguno de los documentales que hay sobre este caso.
«La dama de oro» o «Woman in gold» es una co-producción entre Estados Unidos y Reino Unido del 2015. Dirigida por Simon Curtis («Mi semana con Marilyn», «David Copperfield», «Cinco días») y protagonizada por Helen Mirren («The Queen», «The debt», «Hitchcock»), Ryan Reynolds («The proposal», «Linterna Verde», «Buried»), Daniel Brühl («Good bye, Lenin!», «Bastardos sin gloria», «Rush»), Tatiana Maslany («Promesas del este», «The vow», «Orphan black»), Max Irons («Red Riding Hood», «The riot club», «The host») y Antje Traue («Pandorum», «El séptimo hijo», «Man of Steel»). Tiene 7.4 estrellitas en imdb, 6.2 en filmaffinity y 53% en el tomatometro. Como siempre, una alternativa para los que no quieren ir a ver a los minions por milésima vez.
A mi esta película me pareció aburrida por lapsos muy largos. Sí había momentos en los que te mantenía atento pero bueno… qué te puedo decir jaja.