Gracias a «Avengers 2» nos quedamos sin cine de no-cartelera la semana pasada, así que aprovechamos la cercanía del Día de las Madres para otro maravilloso especial. El horror obstétrico seguro que es popular desde la Edad Media porque las profundidades de la mujer son insondables. Y no hablamos de película sobre niños diabólicos, que tan de moda han estado en varias épocas, sino sobre el punto exacto en que la maternidad se vuelve una pesadilla.
Ya saben, aquí algunas ideas para ver en familia este domingo.
«Rosemary’s baby» (Roman Polanski, Estados Unidos, 1968)
Uno de los más grandes clásicos de todo lo que puede salir terriblemente mal durante un embarazo, fue también la película que cimentó la fama y la tragedia en la vida de Roman Polanski. Pensaba para dar un aire inicial de sospechosa cotidianidad, la idílica relación entre Rosemary (interpretada por una jovensísima y bellísima Mia Farrow) y Guy se ve violentada por los extraños episodios del embarazo. En una época en la que estaba de moda meter al diablo en medio de todas las tramas, gran parte de la fuerza de esta película consiste en la ambigüedad en la que el malestar se presenta en casi todo momento: el verdadero horror para Rosemary es que el horror sea ella misma o está dentro de ella misma.
Una excelente película que fuera de algunos efectos marca diablo (esos que también les encantaban en la época), ha envejecido con toda la dignidad que el cine de terror puede envejecer.
«¿Quién puede matar a un niño?» (Narciso Ibáñez Serrador, España, 1976).
Un temprano ejemplo de cómo al cine español le gusta disfrutarse de producción anglosajona. Un joven matrimonio inglés se dispone a disfrutar de su luna de miel en España, pero se encuentran desilusionados al descubrir que el sitio que han elegido es demasiado turístico y bullicioso. Se disponen entonces a embarcarse hacia una remota isla que Tom, el esposo, había visitado cuando era joven. Si aquel pequeño lugar podría haber parecido ideal en un primer momento, no tardarán demasiado en darse cuenta de que los únicos habitantes de la isla son niños, quienes no parecen demasiado emocionados por la presencia de adultos.
Un maravilloso ejemplo del subgénero de pueblos malditos, que con el toque infantil consigue una candidez verdaderamente terrorífica.
«Grace» (Paul Solet, Estados Unidos & Canadá, 2009)
De mis favoritas indiscutibles en esta categoría de ‘películas que te harán desear nunca ser madre’. Madeline Matheson ve las mejores cosas de su vida arrebatadas por un trágico accidente, en el que muere su esposo y tras el que descubre que su hijo no nacido ha fallecido dentro de su vientre. Decidida a respetar sus propios ciclos, lleva a fin su embarazo pese a conocer de antemano el trágico desenlace, en una de las más fantásticas y mórbidas (y fisiológicamente improbables) decisiones cinematográficas. Pero tras un difícil parte, Grace no parece resignarse a nacer muerta, y Madeline descubrirá en su desesperado instinto materno que hará todo lo que sea necesario para mantener a su hija.
Una película que conjuga una gran cantidad de elementos de diversas manifestaciones del terror, los envuelve en un manto maternal, y nos lleva por una montaña rusa de emociones no siempre demasiado gratas. Además vean esa maravilla de poster.
«We need to talk about Kevin» (Lynne Ramsay, Reino Unido & Estados Unidos, 2011)
Una película que sin duda resultará más aterradora en cuanto no está inscrita en el género de terror, sino que busca presentar un retrato ‘realista’ de un individuo sociópata. Desde la perspectiva de una madre que desde muy temprano se da cuenta que algo está mal con su hijo, «Tenemos que hablar de Kevin» rompe algunos paradigmas de lo que se considera obligatorio en la maternidad. Eva es una mujer que no parece disfrutar particularmente de su papel de madre, con una depresión post-parto y un marido que cumple sólo con el papel de ‘estar ahí’, la relación que se va desarrollando entre ella y Kevin no responde a ninguno de los sentimentalismos propios del vínculo madre-hijo. Y es que algo está muy mal con Kevin, terriblemente mal. Y los vínculos de sangre, sentimentales o no, no son lazos que se puedan romper tan fácilmente.
Una producción que sin duda revierte las usuales tramas de niños diabólicos. Además que las interpretaciones de Tilda Swinton y Ezra Miller, quienes dictan el compás de esta desesperada historia, son inmejorables.
«The Babadook» (Jennifer Kent, Australia & Canadá, 2014)
Yo voy a meter a «The Babadook» hasta en la sopa, porque se presta para ello. Una de las películas que ya incluí en mi top de lo mejor del 2014, es justamente la historia de una madre viuda que, por encima de todas sus penas, tiene que lidiar con un niño con claros problemas sociales. Ni siquiera tenemos que llegar a la parte del monstruo para vernos atrapados por la agobiante vida de Amelia, ensimismada, atrapada en ambientes asfixiantes, y cuya desesperación de pronto se ve condimentada por un libro infantil que le advierte que el Babadook está justo detrás de la puerta.
Pocas películas que aprovechen tan bien los aspectos más agobiantes de la labor de una madre y que le agreguen sin temor un elemento fantástico tan oscuramente infantil y bien logrado como el Babadook. Sigo a la espera de que vendan ese libro.
Muchas otras cintas tratan de aprovechar los temores de la maternidad con resultados irregulares. En algunos casos excelentes premisas se ven arruinadas por una mala dirección, en otros casos al inclinarse hacia la sangre pierden lo que podría haber sido una historia más contundente. La primera secuencia se «La huérfana» (Jaume Collet-Serra, Estados Unidos, 2009), esa pesadilla sobre un parto sangriento, es brutal, y sin embargo conforme avanza la trama y nos adentramos en la historia de Esther (que está basada en un caso real tan delirante como la película), se pierde por completo toda la fuerza hasta terminar en un pastiche casi ridículo. «À l’intérieur» (Alexandre Bustillo & Julien Maury, Francia, 2007) es ya casi un clásico en lo que a cine gore con embarazadas concierne, pero personalmente no termina por convencerme en su necesidad de derrochar sangre y no tratar siquiera de cuidar un poco su guión («¿qué nos faltan? ¿zombies? ¡pues zombies se ha dicho!»). Y es una verdadera pena porque con los antecedentes hiperviolentos del cine francés actual, seguro que cosas más interesantes podrían haber salido. «Baby Blues» (Lars Jacobson & Amardeep Kaleka, Estados Unidos, 2008) se vale también de una historia real, en este caso de psicosis post-parto, y la convierte en una producción de cine de terror barato y escandaloso, «Colic» (Patchanon Thammajira, Tailandia, 2006) convierte los cólicos infantiles en la peor pesadilla para los padres, pero termina inclinándose por las típicas resoluciones tailandesas (porque en Tailandia todo se resuelve con reencarnaciones y transexuales).
Así que ya saben, tienen mucho de dónde escoger, y no olviden comentar sus sugerencias para un terrorífico maratón con mamá.