Con los reportajes sobre el gobierno de Estados Unidos espiando a todo mundo y después de ver el documental sobre Snowden, uno creería que hay pocas cosas que todavía pueden sorprendernos relativas a medidas drásticas para situaciones drásticas. Pero sin duda «Maten al mensajero», basada en los hechos reales sucedidos al periodista Gary Webb durante los años 90, hace un buen esfuerzo por mantenernos en la conmoción.
Tu nuevo reto es esforzarte por sorprenderme, gobiernodelosEstadosUnidos.
(y/o Flecha Verde)
Gary Webb es reportero para un pequeño periódico de California y aunque nadie duda de lo arriesgado que es, tampoco parece que su carrera haya sido particularmente emocionante. Tras un sonado reportaje sobre las acciones del gobierno en relación a los individuos arrestados por cargos de narcotráfico, Webb se ve envuelto en un confuso espiral de acusaciones que ni siquiera está muy seguro de a dónde llevan. De Paz Vega a un supuesto narcotraficante a una serie de documentos que parecen indicar que el gobierno ha estado aprovechando (de manera no muy legal) el tráfico de crack para apoyar económicamente la guerrilla en Nicaragua. Porque oh, maravillosos años 80.
Oh, maravillosos personajes latinos en Hollywood.
La película se divide prácticamente en dos partes. En la primera tenemos la investigación de Webb, su presentación como un periodista que no titubea en su búsqueda de la verdad, y una serie de encuentros que van de las cortes federales a Centroamérica mientras la gran red de correspondencias va cobrando sentido. A media película viene la publicación y todas sus consecuencias, y es cuando la figura del periodista cobra todavía más protagonismo en una lucha dramática entre presentarlo como periodista revelación o un irresponsable que hace acusaciones que no puede sostener. Ataques patrocinados por la CIA, claro está.
La película advierte sus propios riesgos. Una vez que Webb ha publicado su reportaje y después de todas las fanfarrias y halagos, recibe una llamada telefónica que le advierte lo que está por venir: Van a hacer de ti la historia. Van a desacreditarte tanto que nadie recordará sobre qué escribiste, sólo se acordarán de ti y todo lo que tuvieron que decir de ti para arrastrarte por el lodo.
Y es que en esta evidente lucha de poderes la película también hace esto mismo, dejando de lado por completo el profundizar en la investigación sobre la red de tráfico, las conexiones con la guerrilla nicaragüense y las consecuencias que la crisis de crack tuvo en Estados Unidos; para concentrarnos exclusivamente en un hombre cuya vida empieza a desmoronarse. Webb, o al menos su versión cinematográfica, parece además no entender de dónde viene todo esto y sus confrontaciones con los directivos del periódico, su familia y los ‘misteriosos hombres’ que van tras sus pasos, caen como si debieran ser sorpresivos. Como si nosotros, a través del personaje, no entendiéramos lo que se viene encima. Y, bueno, periodista de poca monta en los 90 y lo que quieras, no creo que sea tan imposible pensar que las cosas podrían haber sido incluso peores. Y lo que antes era el seguimiento puntual de una buena investigación, de pronto se convierte en la representación visual de la frustración de un hombre y poco más. Dejándonos con la sensación de que sin duda había mucho más material por explotar (en la película se menciona tangencialmente los movimientos afroamericanos en relación a sus descubrimiento, y si leemos un poco más sobre Webb podemos ver que su investigación llegó todavía más lejos e implicó otros países y circunstancias) que la propia figura del reportero, que si bien al principio parece quedarle sentarle bien a Jeremy Renner, termina por quedarle grande.
Ramona Flowers, viéndose no particularmente bien (en beneficio de su personaje, o algo así).
La película, pese a mantener un desarrollo simple más cercano al blockbuster, está realizada con un tono apropiado y con buenas elecciones técnicas que le dan una seriedad que conviene al tema de la premisa. Sin embargo, como fanática de este tipo de historias de complots medio reales, termina por quedarse corta y apostando más por sus estrellas antes que por su historia. De las cuales pocas destacan más allá de su mera presencia, siendo una película que depende casi por completo de su protagónico, con la posible excepción de Ray Liotta que es fantástico en sus cinco minutos.
Ray Liotta puede meterse en tu cuarto cuando quiera.
Pese a la leve decepción personal que supuso ese final tan limitado y subjetivo, la película sobrepasa las expectativas de thriller político al presentar un tema de lo más interesante, con una buena puesta en escena y que de entrada está increíblemente presentado. Habrá que esperar a que se recupere todavía más la figura de Gary Webb, que sin duda puede traer más historias macabras e interesantes sobre esa tendencia estadounidense de meter sus narices en todo.
En todo.
«Kill the messenger» o «Maten al mensajero» es una película estadounidense del 2014. Dirigida por Michael Cuesta («L.I.E», «Homeland», «12 and holding») y protagonizada por Jeremy Renner («Avengers», «The hurt locker», «The Bourne legacy»), Rosemarie DeWitt («Cinderella man», «The odd life of Timothy Green», «Rachel getting married»), Lucas Hedges («Moonrise Kingdom», «Grand Budapest Hotel», «Dan in real life»), Mary Elizabeth Winstead («Scott Pilgrim vs The World», «The thing», «Live free or die hard»), Barry Pepper («25th hour», «True grit», «The green mile») y Oliver Platt («X-Men: First class», «2012», «Love and other drugs»). Tiene 7 estrellitas en imdb, 6.2 en filmaffinity y 78% en el tomatometro. Quienes disfruten de los thrillers medio políticos, tienen esta interesante opción en cartelera.
mmm… En definitiva no es mi tipo de película, Ni hablar no se puede tener todo en la vida. Buena reseña Sam. ;-)