Nunca está de más que al menos a las ‘salas de arte’ nos llegue un poco de Cronenberg. Del nuevo Cronenberg que ha dejado atrás las manifestaciones más gráficas de ‘la nueva carne’ y que ahora se concentra en retratos brutales del mundo actual entendido como un Estados Unidos frío, banal y lleno de rincones oscuros.
No es que no extrañemos cuando su cine estaba lleno de cosas bizarras y sangrantes.
En la transición hacia una nueva propuesta visual nos ha dado fantásticos thrillers como «Una historia de violencia» y «Promesas del este», un desconcertante retrato de Freud y Jung en «Un método peligroso» y ahora parcialmente de la mano de Robert Pattinson aka ‘Ese vampiro que a todos les caga’ a tomado un nuevo rumbo en el que la distorsión ya no es un elemento externo, físico y palpable, sino una herida profunda que puede esconderse en cualquier individuo y sobre todo en las sociedades actuales. Sociedades construidas sobre la ilusión y el engaño, manifestados particularmente en estos íconos del ‘nuevo mundo’. En «Mapa a las estrellas» llegamos a Hollywood y como todos sólo queremos ver celebridades.
Porque las celebridades son nuestros nuevos dioses.
Pero Hollywood es la joven turista que llega contratando limusinas y buscando casas de famosos, es la actriz mayor cuya carrera se quedó estancada y busca desesperadamente un nuevo papel, el chofer que también es actor y guionista y todo lo que sea necesario, el niño actor que tuvo problemas con las drogas y no puede lidiar con la fama, el hombre que ha construido su carrera de terapeuta alternativo en base a una imagen cuidadosamente confeccionada. Gente desesperada, herida, histérica, creyendo que lo que buscan es la fama. Hollywood es una tierra de nadie donde conviven vivos y muertos alrededor de ilusiones.
En un primer momento parece que Cronenberg va a trazar una de esas historias compuestas por retratos individuales que se encuentran y desencuentran alrededor de un concepto, en este caso el espejismo de la fama y la construcción de la identidad. Agatha es una joven con quemaduras en su cuerpo que termina trabajando como asistente personal de Havana Segrand, una actriz con serios traumas que acude con el terapeuta Stafford Weiss, padre del caprichoso niño-joven actor Benjie Weiss. La verdadera conexión es una ilusión, un ‘yo también quiero ser actor’, un ‘tenemos el mismo agente’ o un ‘la conocí por twitter y luego’. Pero incluso esas ilusiones pueden ir tejiendo una complicada red de relaciones que harán que en ese mundo donde ‘todos conocen a todos’ una serie de secretos y deseos vayan construyendo el único espacio real entre los personajes.
Curiosamente la trama que se esconde detrás y que tendremos que ir descubriendo a lo largo de la película, en realidad es un thriller bastante clásico, incluso con tintes de dramón a la vieja usanza. Esto sirve en cierta medida para dejar que la fuerza recaiga sobre los personajes en sí mismos, como piezas sólidas antes que sólo como otra parte del ensamblado de la historia; y quizás también para representar cómo el estrato social o el momento histórico pueden parecer tan distintos pero en el fondo no está exento de las mismas tramas de siempre. Que al final la desesperación es una misma y es capaz de llevarnos a cualquier abismo.
Esta estrategia, entre lo que ya estamos acostumbrados a ver y el cuidado que Cronenberg le asigna a sus partes, puede hacer que en algunos niveles parezca un poco irregular. Se da tanta importancia a los actores como elementos aislados que resulta inevitable sentir que algunos son claramente más convincentes que otros. Mia Wasikowska ya ha demostrado con anterioridad que sabe interpretar a chicas desequilibradas, y el elemento físico de las quemaduras consigue que su personaje sea intrigante incluso antes de que sepamos nada de ella. No se puede decir lo mismo de papeles como el de Robert Pattinson, que ya había dado la sorpresa con «Cosmopolis», o Evan Bird que se quedan mucho en lo superficial y no destacan más allá de sus acciones concretas. Julianne Moore no necesita demostrarle nada a nadie y seguro que tiene mucho mérito al representar un papel tan aparentemente inusual en ella como el de Havana, pero no creo que vaya a ser de mis favoritos en su larga filmografía. John Cusack, aunque tampoco sale demasiado, casi que resulta una agradable sorpresa al verse incluso más desquiciado que en otras películas donde ese debía ser todo su chiste. Complementando con un par de fugaces muy bien colocados como Olivia Williams, Sarah Gadon y Kiara Glasco, Cronenberg nos da su muy personal paseo por las estrellas.
Duras vidas.
Seguro debido a su trama más fácil de seguir y sus bien manejados elementos dramáticos, la película ha recibido mucho mejores críticas que su anterior «Cosmopolis». Y aunque no deja de ser un thriller bien construido, a mí me parece que a diferencia del largo recorrido en limusina de Pattinson, a esta producción le falto un golpe final más espectacular y contundente. Y que estoy segura que Wasikowska podría haber dado. Con todo Cronenberg me parece uno de los pocos directores que con tanta larga carrera es capaz de transformarse de manera convincente, y de hacer películas actuales que se sienten frescas. Cosa que no todos los directores con más de 70 años de vida y casi 50 de hacer cine, puede decir.
Cronenberg, te amo, nunca nos dejes.
«Mapa a las estrellas» o «Maps to the stars» es una co-producción entre Canadá, Estados Unidos, Alemania y Francia del 2014. Está dirigida por David Cronenberg («Videodrome», «La mosca», «Almuerzo desnudo») y protagonizada por Julian Moore («The Big Lebowski», «Las horas», «Magnolia»), Mia Wasikowska («Alicia en el País de las Maravillas», «Stolker», «The double»), Jonh Cusack («¿Quieres ser John Malkovich?», «Alta fidelidad», «2012»), Evan Bird («Chained», «The killing», «Guess who’s coming for Christmas»), Olivia Williams («Sexto sentido», «An education», «Academia Rushmore») y Robert Pattinson («Crepúsculo», «Cosmopolis», «Remember me»). Tiene 6.4 estrellitas en imdb, 6.2 en filmaffinity y 68% en el tomatometro. Todo lo cual no es demasiado prometedor pero ya saben, si no alcanzan boletos para «El Hobbit 3» como yo, que sepan que siempre hay otras opciones.