Para muchos «La tumba de las luciérnagas» será sin duda un gran referente de las posibilidades de la animación para retratar una realidad que no siempre será de película infantil. Pero Japón tiene una larga historia de aprovechar la ilustración, incluso en sus trazos más típicamente infantiles, para suavizar la emoción de un mensaje difícil y muchas veces violento. «Gen de pies descalzos» es una historia sobre Hiroshima, y supondrán bien que ninguna historia sobre Hiroshima puede ser fácil de contar.
Su autor, Keiji Nakazawa, tenía seis años cuando la bomba atómica arrasó su natal Hiroshima matando a casi toda su familia. Tuvieron que pasar más de veinte años del trágico suceso, cuando ya se había forjado una carrera como mangaka dentro del género shônen, para que regresara a las terribles memorias de su infancia, disparadas nuevamente por la muerte de su madre, ya entonces la única familia que le quedaba.
En 1972 escribe «I saw it», una historieta de un solo tomo breve que era un recuento bastante autobiográfico de sus vivencias, y que dio pie a que sus editores se mostraran interesados en las historias que tenía todavía por contar. En 1973 se empezará a publicar «Gen de pies descalzos» de manera regular en la revista Shônen Jump, terminando un año después en lo que sería finalmente una compilación de 10 tomos de alrededor de unas 200 páginas cada uno.
Aunque «Gen de pies descalzos» es también en gran medida una obra autobiográfica, Nakazawa la adaptó para acercarse más al estilo shônen de la época, modificando algunos detalles para darle también momentos cómicos y ligeros a la historia y para enfatizar de manera más clara su mensaje e ideales. Así Gen Nakaoka es una proyección ficcionalizada del autor, un chico que vive con su familia en una Hiroshima ya bastante afectada por la guerra. Su padre, Daikichi, ha sido acusado varias veces de traición por sus comentarios en contra de la guerra y en general por no tener demasiada compostura cuando se trata de discutir con las personas al poder. Su madre, Kimie, está embarazada al iniciar el cómic. En la casa viven también su hermana mayor Eiko y su hermano menor Shinji. Tiene dos hermanos más, uno de los cuales trabaja en una fábrica pero está por alistarse en el ejército, Kôji, y otro que ha sido destinado a una escuela especial en las afueras de la ciudad. Todos lidian a su manera con la infancia en momentos de escasez y con los choques contrastes entre las ideas de su padre, las de todas las demás personas a su alrededor, y sobre todo las consecuencias casi siempre negativas que éstas les trae a la familia.
Entre el primer y el segundo tomo se da el punto de inflexión narrativo e histórico que todos imaginamos. Si casi todo el primer tomo es un retrato de la vida cotidiana del Japón durante la Segunda Guerra Mundial, con particular énfasis en los menos afortunados y en aquellos que se vieron todavía más marginados por sus opiniones políticas, hacia el final del tomo la bomba cae sobre Hiroshima y la vida de Gen y su país cambian irremediablemente y para siempre. Es después, el segundo tomo, donde se conjugará toda la necesidad inmediata de sobrevivir en un panorama desolador que no dio un giro tan inmediato a la situación social como uno quizás podría imaginarse. Con Hiroshima vuelto un desierto lleno de cadáveres y con los primeros encuentros ante los terribles y desagradables efectos de la radiación, Gen no hará sino seguir comprobando hasta qué punto puede el ser humano cruel con sus semejantes en los momentos de mayor necesidad. Nakazawa no se toca el corazón ante una clarísima crítica a la guerra y ante la deshumanización social de la misma, concentrando toda su atención a los segmentos más ajenos al conflicto (en los que él se movía, finalmente) y limitando las visiones militares a lo estrictamente necesario: quién hizo qué para permitir que esto continuara.
Pero el autor también concentra esta crítica en un estilo bastante típicamente shônen, donde el héroe atraviesa su difícil camino exaltando unos muy claros conceptos de lealtad, valor, compasión, y poniendo en duda las perspectivas sobre el poder y el deber. El estilo también es claramente juvenil y es indudable la influencia (como en esa y tantas otras generaciones de mangakas) de Osamu Tezuka, con esa capacidad de alternan secuencias puramente cómicas con otras del todo serias como si fuera algo de lo más natural. Quizás no siempre resulta tan natural en «Gen de pies descalzos», donde resulta imposible no pensar algunas veces si ciertas situaciones podrían darse realmente en un escenario de guerra tan drástico como en el que tienen lugar, pero la escasa edad de los protagonistas compensa en muchas ocasiones esta duda. También resulta claro que en muchísimos momentos se sacrifica el realismo por el afán de querer dotar a todo momento de esta aura de valor máximo en momentos adversos que guía al vida de Gen y su familia desde el inicio. A puntos que a veces resultan un poco difíciles de creer y que ante una mirada actual es imposible no preguntarse si no habría funcionado mejor una aproximación más sincera.
Super spoiler: El padre de Nakazawa no fue tan comprensivo en el suceso real.
Pero todos esos posibles fallos que podamos ver en «Gen de pies descalzos» ante una lectura actual más acostumbrada al reportaje gráfico, el manga los compensa en el valor histórico de condensar una historia tan trágica en su justa complejidad. No se trata sólo de un reporte detallado de la bomba y sus efectos, sino una cuidada disección social que iba desde la distribución de alimentos hasta la educación en las escuelas, del trato a los coreanos forzados a vivir en Japón hasta las formas de aplicación al ejército, de los juegos infantiles hasta las supersticiones más extrañas que surgieron para tratar con los afectados por la radiación. Fue también una publicación que despertó diversos proyectos alrededor del mundo para conseguir su traducción con la finalidad principal de educar a la gente sobre los efectos de la bomba, haciendo de él el primer cómic en ser traducido al inglés al igual que a varios idiomas europeos. Consiguiendo que 30 años después se volviera a poner sobre la mesa el tema de las verdaderas implicaciones de la Segunda Guerra Mundial.
En los últimos años han habido algunos intentos (y algunos logros) en Japón de retirar los mangas de «Gen» de algunas escuelas o librerías públicas, con quejas alrededor del lenguaje discriminatorio de la época, su extrema violencia gráfica o la posibilidad de que enseñe a los niños ‘una versión incorrecta de la historia’. Pero si es una pena que en un cómic los niños vean a miembros del ejército negando ayuda a personajes a los que se les cae la piel a pedazos, seguro que fue mucho más penoso que sucediera.
es posible que muera a pedradas pero me gusta mas como toca el tema de la guerra «Gen de pies descalzos» que la película «la tumba de las luciérnagas», me gusta que no pretende ser una historia que señale culpables si no que ataca a la guerra en si. gracias por este excelente articulo
Es innegable que «La tumba de las luciérnagas» es ya un clásico, pero dado que ambas historias tocan el tema de la Segunda Guerra Mundial de maneras muy diferentes, creo que es bastante válido que prefieras un relato sobre el otro.
¡Gracias por tus comentarios!
Muy buena reseña Sam, yo solo he visto las películas, pero ahora creo que ya es tiempo de leer el manga.
Es un concepto interesante,y segun veo hay hasta pelicula,asi que tal vez la cheque algun dia…cuando este de mejor animo y pueda ver las cosas horribles que seguramente mostrara.