En la sección de cómics nos habíamos alejado un poco del género del terror pero no por mucho tiempo.
Hideshi Hino es un autor obligatorio cuando de manga de terror se habla. Cosa que puede resultar quizá algo curiosa para un no conocedor si tomamos en cuenta que no se destaca particularmente por su estética visual.
Si tomamos en cuenta que Suehiro Maruo es otro de esos autores, casi parece imposible no quedar mal parado.
Con un distintivo estilo casi infantil (si uno ignora la violencia y degradación corporal), Hino ha logrado hacerse un nombre como mangaka no sólo por sus particulares historias y preocupaciones sino también gracias a su capacidad de jugar con su propia imagen, reconstruyendo su propia biografía dentro de su extraño universo de terror.
Precisamente de ahí parte «Lullabies from Hell», con una primera historia, su propia ‘canción de cuna’, donde cuenta las terribles vivencias que lo llevaron a convertirse en un mangaka de horror: una madre loca y cruel, un padre lejano, un hermano yakuza abusivo. Y el deseo de venganza, de terrible venganza, que al parecer sólo podía alcanzarse a través de esa canción de cuna del infierno. Una suerte de metáfora de su propia obra pictórica: a través de sus cómics puede matar a quien sea. ¿Qué mejor introducción a su obra?
Si bien no tenemos que tomarnos de manera literal esas grotescas (todavía dentro de su estilo tan caricaturizado) en que vemos a Hino maltratando animales o deseándole la muerte a su propia madre, tampoco hay que descartar que en la vida del autor hubieron poderosas y tempranas imágenes que lo acercaron a la muerte irremediablemente. Hijo de japoneses en territorio chino hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, vivió episodios terribles de lo que fuera la tensión entre ambos países en aquellos años. Viendo alguna vez su vida amenazada siendo muy joven y descendiente de yakuzas, algunos de esos momentos regresarán impresos en una obra que juega a exagerar la ficción y hacer de él mismo su propio personaje. El autor loco que vive profundamente sus propias historias. Y hablando de esta pequeña antología todavía nos faltan tres más.
«Unusual fetus – My baby» (posiblemente mi historia favorita del autor) propone el que en muchas ocasiones suele ser su estrategia narrativa usual: irrumpir en un retrato cotidiano alterando un solo detalle. Casi siempre en lo relativo a lo físico, la forma o constitución de un elemento. En este caso es la historia de un mangaka de terror casado cuya esposa espera un hijo y que idea un posible cómic en que en lugar de que nazca un niño éste se ve reemplazado por una lagartija. Como lo que estamos leyendo es, en efecto, un manga de terror, se aplica la milenaria regla de «ten cuidado con lo que deseas», y el personaje-autor se encuentra a su vez teniendo un vástago reptil.
Con una declara influencia de la ciencia ficción anglosajona, es difícil no remitirnos a algunas obras como «Los ladrones de cuerpos» en tramas como «Train of terror». Un temor que, por otro lado, parece instintivo, arraigado en la más primitiva naturaleza del ser humano: que las cosas parezcan ser las mismas pero no sean las mismas. Un grupo de colegiales pasan por un túnel en un tren y tras hablar de supersticiones relativas a las almas de quienes han muerto en la construcción de trenes y vías, se encuentran con que al salir de nuevo a la luz del día todas las personas que están en el tren han cambiado para siempre. Pero siguen luciendo igual. Dimensiones tan sutilmente alternas que hacen que el horror resida en esa mínima diferencia, y que encontramos en otros mangakas de terror como Junji Ito y Kazuo Umezu.
Aunque en apariencia «Unusual fetus» y «Train of terror» son distintos tipos de historias de terror (en parte también debido a los detalles del dibujo y las actitudes de sus protagonistas), parten de una consciencia similar, una que parece regir casi todo el universo de Hino: que la naturaleza humana parece invariable, pero no lo es. Y cuando algo cambia en ella y obliga a que todo a su alrededor cambie, es que da inicio el horror.
Este terror corporal es muy propio de la cultura japonesa y no resulta exagerado remontarnos a trágicos episodios como la bomba atómica para entenderlo. Las posibilidades del cuerpo, ya sean en su faceta de degradación o en su dramática hipérbola, forman parte del imaginario nipón y no parece que las creaciones que involucren colegialas con brazos ametralladoras o los fetos zoomorfos vayan a desaparecer pronto. La posición del autor parece, por una parte, enfatizar el hecho de que estas diferencias no siempre existieron y por otra hacerse uno con su historia. «Zoroku’s strange disease», la obra que cierra que esta colección de poco más de 200 páginas, alude a una de las estructuras más usuales en la obra narrativa de Hino: todo es perfectamente normal hasta que un personaje empieza a descomponerse en vida. El cuerpo debería ser inalterable, pero no lo es.
Si «Lullabies from Hell» es una buena introducción a la obra manga de Hideshi Hino, también puede dar pie para hablar de su presencia en el cine. Una presencia dual y extraña que sin duda sirve para seguir construyendo su imagen.
Varias de sus historias fueron adaptadas por distintos directores en una colección de películas cortas llamada «Hideshi Hino’s Theater of Horror». Tres de los seis capítulos son historias de esta antología, con la excepción de «A lullaby from hell», la primera, que sirve muy libremente como introducción a cada episodio. Con un limitado presupuesto y la dificultad propia de adaptar el estilo del autor de manera ‘realista’, a lo mejor que aspiran estas historias es al gore entre inquietante y divertido. Pocas apuestas interesantes, con la posible excepción de «Zoroku’s disease» a la que se le añade un componente tierno-dramático y una ambientación costumbrista, que si bien no enfatizan el terror al menos sí la enfermedad.
Pero Hideshi Hino es también un personaje cinematográfico por méritos propios, y es que quizás sabrán que es uno de los principales responsables del proyecto cuasi-tabú «Guinea Pig».
Cuando no escribe historias de terror, es un samurai sediento de sangre.
Quizá recordarán que «Flores de carne y sangre» inicia con la leyenda de que lo que estamos a punto de presenciar es sólo la recreación de los hechos que llegaron en un videocassete a las puertas de la casa de un mangaka. Sí, ese era Hideshi Hino. ¿Qué lleva a que un autor que parece más preocupado por las implicaciones de la naturaleza humana que por las imágenes explícitas sea un director que decida tirar sangre a montones (también dirigió «Sirena de alcantarilla», dentro de la serie de «Guinea Pig») tratando de convencer a su público de que lo que están viendo es casi real? No lo sé pero ojalá hiciera más cine.
Mientras habrá que conformarse con sus pasadas y maravillosas glorias.
estuvo genial no sabia de este autor y ya leí un par de historias.
por cierto sam algún día hablaras acerca de las obras de junji ito, me basto solo con leer uzumaki para darle mi respeto.
Ya reseñé antes la saga de «Tomie» (https://www.3gb.com.mx/2013/02/27/comics-02-tomie/) y planeo hacer algunas reseñas más de él en algún momento, es de mis autores favoritos.
Por si alguien quiere leerlo en español, aca anda…Dale click :hugright:
Interesante la recomendacion de un manga de terror ya de que de este genero no he encontrado mucho la verdad
interesante se esta perdiendo esa tradición en el arte secuencial de hacer monografias de terror.