¿No cambió Satoshi Kon todas nuestras vidas? Y aunque poco más podrá hacer para deslumbrarnos con sus fantásticas animaciones, todavía hay algunos de sus rincones viejos en los que podemos sumergirnos.
1997. Un director a punto de presentar su ópera prima, habiendo trabajado hasta entonces como asistente del departamento de animación en no demasiadas piezas. Una trama sobre una joven idol que sufre el acoso de un admirador inestable. La estética de un trío de bellas jovencitas en trajes entre el ballet y Lolita. Satoshi Kon, al haber leído el guión original de la novela de Yoshikazu Takeuchi, se negó a llevarla a la pantalla a menos de que le dejaran cambiar la historia a su parecer. Lo único que debía mantener eran tres elementos: una idol, el terror y un acosador. Satoshi Kon, de 34 años, decide que la vida de Mima, la ingenua adolescente destinada a sufrir una persecución maniática, estaba a punto de desestabilizarse desde sus raíces. Su mundo, su realidad y el sentido de sí misma estaban por tambalear de forma peligrosa y contundente. No sólo el mundo de Mima tembló, se desestabilizó, tuvo que volver a ser reconstruido en un dramático retroceso: también la cómoda posición de los espectadores tembló desde los cimientos de todo lo que creían saber sobre la animación. Una técnica relacionada de manera inseparable con las temáticas infantiles y una cierta estructura de fábula. Y «Perfect blue» no era ninguna fábula. Quizá Satoshi Kon no lo sabía, pero estaba a punto de colarse, ya indeleblemente, dentro de la historia de animación.
¿Ahora sí ya cambió sus vidas?
Si continuáramos hablando de su obra en orden cronológico, nos encontraríamos con una filmografía bastante breve pero impecable. A lo largo de los 13 años en que se desempeñó como director y creador, consiguió con sus seis piezas (cuatro películas, una serie y un cortometraje) un nivel artístico con el que el resto de los mortales apenas si pueden soñar. Antes de morir, de manera trágica, aquejado por un cáncer de páncreas a los 46 años de edad. Y mientras el destino de su última e inacabada película, «Dreaming Machine», continua siendo un misterio, el deseo de seguir acercándose a su figura ha requerido una búsqueda hacia atrás, una reconstrucción del hombre desde sus inicios.
Así que iremos todos a casa de Satoshi…
«Yume no Kaseki Kon Satoshi Zen-Tanpen» (cuyo título original, «Sueños fósiles – Colección completa de historias cortas de Satoshi Kon» se desaprovecha en aras de la simplificación) busca recordarnos que antes de ser un director de animación Kon fue un mangaka. Un formato en el que incursión bastante poco pero donde se pueden contar unas cuantas tramas en forma (un par de ellas realizadas en colaboración con Katsuhiro Otomo y Mamoru Oshii) y un puñado de historias cortas, que son las que nos presenta esta edición.
Hay que advertir que adentrarse en este tomo requiere un ejercicio de voluntad. Tener en claro desde el inicio que no nos encontramos ante Satoshi Kon, artista consagrado, director de PerfectBlue / MilleniumActress / TokyoGodfathers / ParanoiaAgent / Paprika. Nos encontramos ante Satoshi Kon, joven estudiante de entre 21 y 26 años que sueña con ser un animador. Su periodo como mangaka fue una breve introducción a lo que después sería su verdadera pasión, y como tal las historias (sobre todo en este caso que son cortas y de su completa autoría) pueden parecer por momentos más una serie de bocetos sobre ideas que rondaban su cabeza, que las tramas perfectas que después cobrarían vida en la pantalla. Y el valor de esta recopilación no busca ser más que eso: un vistazo a fragmentos del universo adolescente que Kon comenzaba a construir desde que crear películas animadas era sólo un sueño.
Claro que lo que para muchos es un sueño, para Satoshi Kon fue algo como escribir una historia a los 21 años que gane el Premio Tetsuya Chiba a Mejor Autor Novel, lo que te lleve a conocer a Katsuhiro Otomo, lo que te lleve a construir una filmografía breve pero perfecta. 21 años, damas y caballeros.
No puedo verlo sin sonrojarme.
Las 15 historias ocupan unas 400 páginas y su extensión va de las dos páginas (la más corta, «Las aventuras del viejo Bashô») a 57 (la más larga, justo la que le valió el premio Chiba, «Cautivos»).
Las premisas de las historias pueden hablarnos de ciertos intereses del autor que o bien fueron fugaces o no llegaron nunca a materializarse dentro de sus posteriores películas. Mencionándolas en el orden en que van apareciendo en la edición, que no es precisamente cronológico, podemos decir que «Carve» trata sobre un futuro donde cierto sector de la población ha desarrollado poderes especiales y los ha llevado a ser discriminados. «Follonazo» gira alrededor del equipo de beisbol de una preparatoria que ha conseguido entrar en una competencia pero todos están preocupados por el comportamiento desastroso de su capitán. En «El pequeño beisbolista» un chico queda fascinado por otro del equipo contrario de beisbol que es particularmente bueno. «Verano de nervios» es sobre dos amigos que se dirigen a la ciudad de verano donde vive la novia de uno de ellos, pero se encontrarán con algunos obstáculos en su camino. En «Enfoque» el maestro particular de un estudiante será contratado a escondidas por la madre del mismo para que se convierta en el investigador privado de su propio alumno. «Es la hora de los adioses» va sobre tres amigos que tras terminar la prepa y ante la incertidumbre de la universidad, deciden ir juntos por primera vez a un ‘soap land’ (al parecer una especie de club erótico donde contratas a una chica para que te bañe). «Kidnappers» es la historia de un ladrón de coches que tiene la mala fortuna de robar uno donde un secuestrador mantenía a su pequeña víctima. En «Los visitantes» una familia comprará una nueva y económica casa de la que no tardarán en descubrir está habitada por fantasmas. «Waira» es un monstruo que habita en los bosques, bosques por los que un grupo de samurais tratan de rehuir una batalla contra la traición ante su desventaja numérica. «Picnic» es una historia situada en Neo-Tokio, planeada para aparecer en una antología al mismo tiempo que el estreno en cines de «Akira». En «Más allá del sol» una anciana es dejada en el hospital por sus familiares que prefieren ir a pasar las vacaciones en la playa. «Joyfull bell» es sobre un hombre trabajando de Santa Claus que se encuentra con una niña cuyo deseo es tener un padre para navidad. «Delfines en el desierto» es una historia muy corta sobre un par de militares en el Frente Norteafricano. «Las aventuras del viejo Bashô» es un breve y curioso tributo a uno de los poetas de haikus más famosos. Y en «Cautivos» nos encontraremos con un joven rebelde en un futuro distópico que se encargará de ‘reeducarlo’.
Lo mejor son los samurais. No sé por qué Kon no hizo más animaciones de época.
Ante la irregularidad cronológica, podemos suponer que las historias se orden con el fin de resultar un espiral in-crescendo. Desde las más simples y que sin duda demuestran que el papel no era el material idóneo para Kon, hasta las que pese a su brevedad demuestran que escondida detrás de esas páginas había una promesa. Lo que se comienza a notar sobre todo a partir de «Los visitantes», que si bien mantiene la candidez de las historias anteriores, muestra una mayor destreza técnica y una trama mucho más semejante a los temas fetiche del autor.
La influencia de Katsuhiro Otomo es más que notable, desde el estilo de los trazos hasta su presencia oculta en las historias de futuros cuasi apocalípticos. Y quizá lo que pueda resultar más curioso es la serie de tramas cotidianas y de comedia a las que recurre, que aunque muestran un humor propio de él parecen concentrarse únicamente en ese género y no abusar de su simpleza. Uno podrá echar de menos historias más fantásticas, su constante reflexión sobre los límites de la realidad, los elementos oníricos y, especialmente, sus personajes femeninos. El propio Kon confesaría que no experimentó con personajes femeninos hasta que tuvo que encontrarse de frente con «Perfect blue». A partir de ahí, sus sólidas y particulares heroínas regirían sobre sus universos animados pero aquí no nos encontramos con más que femeninos más bien secundarios o circunstancias.
Y si dadas las condiciones específicas de su creación estas historias puedan resultar un poco decepcionantes, un poco demasiado sencillas, yo creo que lo que nos ofrecen es una visión única de cómo surgió uno de las características más destacables del director: Susumu Hirasawa, su músico de confianza y amigo, lo definiría como ‘su capacidad de abrir puertas’. Uno está leyendo una historia corta, tiene una trama definida y la acción se dirige en una sola dirección. Pero en sus pequeños detalles, en ciertos elementos, sabemos que hay mucho más oculto, que sólo necesitaríamos mirar lo suficiente en esa dirección y otra historia se desarrollaría. Satoshi Kon abrió muchas más de estas puertas con las ventajas propias del largometraje, pero podemos encontrarlas incluso en sus espacios más pequeños. Ningún detalle ha pasado desapercibido. Escondida detrás de estas páginas hay una promesa. Y si Katsuhiro Otomo la vio, ¿quiénes somos nosotros para dudarlo?
Permítanme suspirar una vez más.
Todavía se espera que «Dreaming Machine» pueda ser una realidad en los próximos años, aunque eso signifique llenar muchos espacios vacíos. Mientras ello sucede hay otros rincones donde todavía podemos mirar, otras ediciones sobre mangas del autor, cada vez más libros que comienzan a tratar su figura, ver sus películas un millón de veces más. Y mientras aquí los dejo con una pieza, precisamente de Susumu Hirasawa, de la cual Satoshi Kon tomó el título de su última película: Yume miru Kikai, Dreaming Machine.
Hablar de satoshi Kon es hablar de una persona que tuvo un gran impacto no solo en mi sino con toda mi familia. El dia que vi Perfect blue lo primero que me vino ala cabeza es «Esto es mas que una simple pelicula de anime» tenia que compartirlo con mi familia y amigos .
me tomo 6 meses de trabajo con unos amigos para hacer una traduccion casera con los pocos recursos que tenia en aquel entonces (internet no era lo que es hoy) pero logramos ponerle subtitulos ala pelicula y pasarla a un vhs. Satoshi Kon no solo creo buenas historia sino que tracendio las limitates del medio (tanto cinematografico como literario)y siempre lo admirare por eso.
Es una pena que no haya podido terminar su ultima obra y obviamente que haya fallecido… la verdad no he visto una historia de indole psicologica a la altura de Perfect Blue… recuerdo que cuando la vi googlié bastante buscando reseñas y diferentes percepciones para entender la pelicula y su final… ni se diga Paprika o Paranoia Agent… la verdad es admirable la capacidad creativa de ciertas personas… yo quisiera tenerla :/
Gran reseña Sam… lo anotaré porque si me parece una buena idea checar los inicios de este gran maestro creativo.
Saludos ñ.ñ
Descanse en paz este gran genio ……
Me fascina el trabajo de este señoron,aunque este algo fumado :)