«Pyewacket», Adam MacDonald
Siendo una película bastante ignorada en general, hace mucho que una cinta de terror no me encantaba de un modo tan particular como «Pyewacket». No es que pueda decir que da mucho miedo o que tiene escenas aterrados, no es desgarradora (ni en su género ni por posibles dramas). La situación es relativamente sencilla e incluso al inicio, con su tardara premisa, hasta llegué a dudar si realmente era una cinta de terror. A lo mejor es algo muy canadiense, con sus adolescentes bien portados y sus bosques enormes.
Leah atraviesa una adolescencia con altibajos desde la muerte de su padre. Si esto no fuera suficiente, su madre se ha abandonado a la pena dejándola de lado, excepto cuando es para recriminarle algo. Ella se desahoga, moderadamente, con una fijación por libros de brujería y temas similares, que comparte con un reducido grupo de amigos. Un día su madre decide mudarse abruptamente a otra zona y a una casa a mitad de la nada, porque eso siempre es una buena idea y la situación familiar parece a punto de explotar.
Pyewacket es el nombre de un demonio, lo que nos habla tanto del gusto de la protagonista por estos temas como de esas pequeñas obsesiones raras que todos podemos tener en la adolescencia. Si bien la película empieza y se mantiene en muchos momentos como un drama excelentemente bien llevado (con personajes creíbles y bien representados), tiene una atmósfera lúgubre que se va intensificando y que requiere pocos momentos ‘fuertes’ para ser efectiva. De hecho tiene un par de escenas tan bien logradas como maravillosas, cosa que no es usual decir sobre el subgénero de demonios.
Sin que vaya a ser esa gran película de terror que siempre estamos esperando, es sumamente agradable encontrarse con estas sorpresas mientras uno navega en una sobredosis del género.
«Below», David Twohy
Lo más cercano que se me ocurre es el terror en barcos, del cual lo primero que se me viene a la menta es la no demasiado afortunada secuela «[REC] 4». Pero aquí estamos tratando con un submarino durante la Segunda Guerra Mundial, como si no hubiese suficiente horror en estar sumergidos en el océano durante un periodo tan complicado.
La tripulación de un submarino que está por regresar a su país es desviada por órdenes de que acudan a una misión de rescate. Unos pocos sobrevivientes de un naufragio se encuentran flotando a la deriva: una doctora, un navegante y un paciente de una embarcación médica. Los militares no están encantados con la situación, sobre todo cuando descubren que el paciente es alemán. Lo que podrían ser disputas dramáticas-bélicas normales se ven acentuadas cuando algunos comienzan a sospechar que tal vez el submarino esté embrujado.
Aunque el giro de ‘cualquier lugar puede estar embrujado’ no es particularmente original, debo confesar que el modo en que se va desarrollando en este caso me pareció increíble. Mezclando la historia de guerra y los típicos roces de soldados, el drama por los pasajeros inesperados, un misterio que se va colando lentamente en el panorama y una serie de sucesos con los que obviamente nos creemos también que el submarino está embrujado, tenemos una sensación constante de que la película nos sorprende siendo más de lo que creíamos de ella. Para lo cual no necesita irse tan lejos con los giros de guión e incluso su conclusión es más o menos típica, lo cual no demerita en absoluto los sucesos y sobre todo la atmósfera.
Darren Aronofsky fue co-guionista de la película e iba a ser también su director, varios años antes de su final producción, pero dejó el proyecto para enfocarse en «Réquiem por un sueño». No he visto «Mother!», así que no sé cuán de terror es, pero habría sido curioso ver a Aronofsky en este género.
«Cujo», Lewis Teague
Hace ya algún tiempo me propuse ir revisitando lentamente todas esas películas, muchas de Stephen King, que poblaron mi infancia en maratones sabatinos en la televisión. «Cujo» fue una de ellas y de las que menos recordaba más allá de la imagen omnipresente de un perro diabólico, que si lo pienso en cualquier otro contexto jamás se me habría ocurrido que podría ser un san bernardo.
Con todo y que poco necesita la premisa de perro diabólico, y muchas de las mencionadas películas retro no pretenden profundizar demasiado en sus conceptos básicos, la historia está bastante bien elaborada como para que lleguemos a la situación con una cierta lógica. Donna y Vic son aparentemente un matrimonio feliz que tiene un hijo, Tad, con lógico temor a la oscuridad y los miedos que ésta encierra. Pero detrás de esa fachada, que Vic se cree totalmente, está la insatisfacción de Donna y su romance con uno de los mejores amigos de su esposo. Cuando la situación estalla y la pareja se separa momentáneamente, Donna tendrá que llevar sola con su hijo a que arreglen su coche (a un mecánico que está a la mitad de la nada, obvio). Y es ahí donde se encontrará con Cujo.
La cuestión diabólica se dibuja sobre la excusa de la rabia y así arregla el único elemento que no es totalmente realista. De resto, la atmósfera dramática y los escenarios desolados del taller mecánico nos remontan a nuestros miedos básicos de la infancia y los perros enormes y agresivos, ya no digamos que babeando espuma y chorreando sangre. La desesperación y el sofoque en el coche es palpable y las actuaciones de Dee Wallace y Danny Pintauro (madre e hijo) consiguen sumirnos convincentemente en la desesperación. Al parecer no por nada el propio Stephen King considera que la de Wallace es la mejor interpretación de uno de sus personajes en cine.
«The haunting of Hill House», Mike Flanagan
La serie de la que todos estuvieron hablando apenas ayer. Ya saben que yo ni veo series pero fue tanto el hype que tuve que ceder, no vaya a ser que verdaderamente fuera la gran joya del cine de terror y yo me la perdiera sólo porque estaba repartida en 10 episodios.
Basta la introducción para revelar la maravillosa inspiración de la serie, la novela de Shirley Jackson, con otra adaptación de la que ya he hablado antes, «The haunting», de 1963. El modo en que Flanagan, al parecer igual dado a los dramas familiares que a los sitios embrujados, reinventa la novela para ubicarla en la actualidad, es un ejemplo maravilloso de lo que puede aportar una adaptación.
La serie, no es que haya que repetirlo una vez más, tiene méritos innegables: un excelente casting, un muy buen manejo de situaciones y el modo en que se van enlazando, y una producción técnica y visual inmejorables. Se le agrega también la habilidad con lo que lo familiar se entremezcla con el terror, algo que no había conseguido consagrar el director en sus anteriores producciones. Algunos puntos que brillan por sí solos: el uso de la parálisis de sueño en su subtrama, el diseño de algunas visiones, la relación entre los gemelos y la construcción de escenarios con efectos prácticos (como si la maravillosa casa no fuese suficiente).
Sin embargo, como suele suceder cuando te prometen la serie más perfecta de terror nunca antes vista, a mí me parece que finalmente es un terror muy diluido y que hacia sus giros finales tiene algunas decisiones un tanto clichés, que se inclinan hacia el dramatismo familiar antes que hacia la promesa de la casa más embrujada del mundo. Y no es que eso en sí mismo sea malo, pero tras unas excelentes presentaciones, hacen que parte de la promesa se desinfle un poco hacia el final. Un final, además, demasiado edulcorado y que de hecho se aleja diametralmente de la otra adaptación antes mencionada (que, me suena, es más cercana a la novela).
Siento que esto es algo que me sucede frecuentemente con las series o que veo que sucede: hay una gran promesa pero parte del resultado es algo tibio. En casos como éste, o cuestiones relacionadas con el terror, asumo que es en parte porque se ajustan a un público más general, que es también parte de lo que aumenta su recepción positiva.
«Citadel», Ciarán Foy
Terror desde Irlanda. No recuerdo la última vez que me tocó ver una producción de esa región del mundo pero sospecho que había una niña poseída involucrada. Ni siquiera recuerdo cómo es que llegué a esta película y la premisa sonaba al mismo tiempo interesante y como que podría caer muy fácilmente en tópicos.
En realidad la premisa sólo dice: un padre agorafóbico y un sacerdote tienen que salvar a la hija del primero de una pandilla de niños ferales. Lo cual suena más surreal que otra cosa. La agorafobia tiene una explicación que aporta bastante a la trama más allá de ser un detalle para distinguir tu historia de otras de pandillas macabras. Tommy y Joanne son una pareja joven que espera a su primer hijo y deciden mudarse de su probablemente muy barato edificio a un lugar mejor. Todo es idílico durante unos cuatro minutos antes de que Tommy baje algunas cajas de mudanza al primer piso para encontrarse a su regreso con unos extraños de muy baja estatura atacando a su novia. Joanne muere, Tommy se queda solo con una niña en una casa no mucho más acogedora y con pánico de enfrentarse con el mundo. Hasta ahí es bastante comprensible que el pobre Tommy no quiera salir, y probablemente no tendría que hacerlo si no comenzara a ser acosado por, al parecer, los mismos agresores que mataron a su novia.
La cinta tiene una buena mezcla de trama original, elementos que podrían parecer absurdos pero son tomados en serio y una producción decente para cinta de terror. Aneurin Barnard y James Cosmo (el sacerdote) son bastante convincentes en sus personajes y ese punto en el que podrían ser pandillas macabras pero realistas o enanos infernales queda bastante bien. Lo cierto es que fue una sorpresita agradable.
«Mystics in Bali», H. Tjut Djalil
Si el título les suena conocido es porque se trata de una moderadamente reconocida cinta de terror serie casi Z que tiene el maravilloso mérito de no sólo estar ambientada en Indonesia sino de ser realmente una producción indonesia, algo no muy común por aquella época. De hecho su trivia en imdb dice que es la primera película ‘verdaderamente’ indonesia de terror dirigida a un público occidental. Y no se trata sólo de una de tantas producciones de las que solemos decir que ‘son tan malas que son buenas’, sino que es cierto que entre su surreal realización la historia es de lo más delirantemente disfrutable.
Cathy es una joven estadounidense que se ha dedicado a viajar por el mundo investigando sobre la magia negra (ya me vi) y ahora se encuentra en Indonesia, donde conoce a Mahendra y lo convence con su encanto americano de que busque el modo de introducirla en la magia leák, que se dice es la más poderosa del mundo. Como aparentemente no es algo demasiado complicado, Mahendra arregla que se encuentre con una reconocida bruja que acepta tomarla como su discípula a cambio de algunos pequeños favores, como que le lleve botellas de sangre, le deje marcarle los muslos con dibujos extraños y le preste su cabeza y sus intestinos para que vaya volando por la vida chupando sangre de embarazadas. Un día cualquiera en Indonesia.
Una vez superado el choque inicial de qué mal actúan todos y cuán convenientemente se mueve la trama, uno puede disfrutar plenamente lo absurdo pero maravilloso de la historia, los efectos malos pero que funcionan a la perfección y la revisión de figuras mitológicas indonesias que adornan muy convenientemente los sucesos. Por ejemplo, las cabezas voladoras con vísceras que chupan sangre de embarazadas se llaman penanggalan, y ahora soy totalmente fan de ellas.
Claramente no puedo decir que la película dé mucho miedo, aunque ciertamente se esmera por resultar horrible. Lo cierto es que, de alguna manera, todos salimos ganando con el espectáculo.
«Ghostland», Pascal Laugier
Hablando de las eternas promesas de la mejor película de terror de todos los tiempos, en algún momento cercano se estuvo hablando de que «Ghostland» pintaba para ser la gran película del año. Y como además está dirigida por Laugier («Martyrs», «The tall man»), yo acepté darle el beneficio de la duda sin saber siquiera exactamente de que iba. Obvio tenía que ser de fantasmas, ¿no?
Pues no. Pauline y sus dos hijas adolescentes, Vera y Beth, están por mudarse a la casa que les dejó una tía en otra ciudad. No diría que la casa está precisamente perdida de la mano de dios, pero casi. De camino se topan con un extraño camión de helados pero están muy ocupadas con discusiones intrafamiliares para notar nada sospechoso. Vera y Beth son tan diferentes como dos hermanas pueden ser, la casa es absurdamente extravagante con un montón de cosas viejas y siniestras, y btw en algún momento nos enteramos de que hay un asesino serial suelto por la zona. ¿Qué podría salir mal?
El camión de helados, obvio. Pareciera que la cinta empieza demasiado pronto con la secuencia de intrusos en el hogar y es que en realidad todavía tenemos más cosas por ver y que realmente se alejan bastante de la trama típica de invasión de hogar. Así como también se alejan de mis esperados fantasmas, claro.
Laugier dirigió «Martyrs» hace ya 10 años y es una película que me encanta. Cuando la vi me pareció que su desarrollo hiper-violento estaba justificado muy bien con su trama, explicada muy hacia el final. En retrospectiva no puedo decir si eso es algo que actualmente me encantaría en una película. Y es que, a diferencia de «The tall man» de hace 6 años, una película no muy bien recibida por la crítica pero que a mí particularmente me encantó porque me parece que se preocupó mucho más por su trama y su contextualización, «Ghostland» vuelve a basarse casi exclusivamente en el retrato de la violencia y un par de giros de guión para que tampoco sea todo muy inesperado. Si en algún momento incluso parece que están por ofrecernos algo un poco más complejo, casi de inmediato se regresa sobre su eje y volvemos a la línea original cuyo horror se fundamenta exclusivamente en su violencia y en la perversidad de ésta. Y, no es tampoco que esté mal, es claro que es una producción mucho más cuidada que la mayoría que se fundamentan sobre este recurso, pero finalmente no conforma la gran película que algunas partes parecían introducir y que yo podría esperarme por su director.
«Wolf Creek», Greg McLean
Y hablando de una cinematografía a la que le gusta depender en gran medida de la violencia (a veces también de los cocodrilos, pero desafortunadamente en menor medida): Australia. «Wolf Creek» es una cinta bastante representativa del género en el país/continente y además tiene el aura conferida por esos engañosos avisos de «basada en una historia real».
Tres amigos (dos viajeras inglesas y un australiano) van a hacer un road trip por Australia. Que puede sonar a poca cosa pero si tenemos presente que se trata de un país enorme compuesto mayormente por desiertos, la sola idea ya tiene algo de tenebrosa. Una de sus primeras paradas es Wolf Creek, un parque natural que tiene un enorme cráter de muchos años y al cual se llega caminando durante horas. Todo bien hasta ahí, ningún asesino suelto por el cráter. Pero claro, es regresar al coche y quedar atrapado a mitad de la nada, país lleno de cosas venenosas. Ben, Liz y Kristy no saben qué van a hacer cuando unas misteriosas luces aparecen en la noche. Mick Taylor es un muy australiano y bonachón buen samaritano en una camioneta que se ofrece a ayudarlos a arreglar su coche, para lo cual los lleva a una mina abandonada porque no es que la cosa pueda sonar más inquietante. Entre esa sensación agridulce de confiar o no en el cocodrilo dundee un poco salvaje, no tienen demasiado tiempo para pensárselo cuando quedan dormidos/drogados para despertar amordazados y con gritos de tortura de fondo.
El primer guion de «Wolf Creek» era un slasher más o menos convencional que no terminaba de convencer a su director/guionista. Unos años después y un par de casos de asesinos seriales australianos sirvieron para darle ese toque de color local, road trip, persecución y violencia que ahora puede sonar no demasiado original pero que seguro en 2005 fue un agradable mix, sobre todo para no ser la típica película anglosajona del tema. Incluso los puntos que nos pueden parecer, en retrospectiva, algo tópicos, consiguen escaparse de las convenciones más marcadas del género y darnos un par de pistas falsas que hacen que la trama no resulte del todo predecible, aunque podemos ver de lejos que las cosas no pueden salir demasiado bien.
No solamente tuvo dos secuelas, sino que en 2016 salió una serie con dos temporadas sobre distintos casos relacionados con el buen Mick.
«Siren», Gregg Bishop
No es como que yo haya buscado la película por su título relacionado con sirenas y me haya pasado una buena parte del inicio pensando que esa extraña actriz se me hacía algo conocida. Para ser tan buen segmento de «V/H/S» la verdad es que nunca habría establecido la relación porque en cierta medida era bastante tenue y tampoco es extraño que nos encontremos con actrices con físicos inusuales en el género de terror.
Una despedida de solteros no está resultando especialmente emocionante porque uh, al parecer los strip-clubs ya no son lo que solían ser. Mac no ha sido el mejor hermano (y, como estamos por ver, nunca lo será) por lo que decide prepararle una sorpresa al futuro novio al acordar con un extraño en el bar el ir a un sitio super secreto y exclusivo nada siniestro en medio del bosque. Seguro que esto puede ser una metáfora moral de algo. No muy convencidos, el pequeño grupo accede y termina en un lugar de lo más particular pero al menos no de mala muerte. O eso creen. Cuando Mr. Nyx, encargado del lugar, los atiende les promete algo que no olvidarán. Y eso es la sirena.
Para el bajo puntaje que tiene la película en críticas, lo cierto es que la premisa me parecía bastante bien. Muy buena ambientación del bar, un buen modo de introducir a la llamada sirena, personajes creíbles y no especialmente odiosos. Pero una primera escena aparentemente no relacionada con nada ya nos indicaba que faltaba más, y a veces esa necesidad de meter mucho en una película de terror que podría sencillamente desarrollar una premisa no es siempre la mejor idea. Hay dos partes muy marcadas en «Siren», que es mas o menos lo que pasa en el garito secreto y lo que pasa luego, y es hacia esa necesidad final de querer explicar algo que no necesitábamos que nos explicara lo que hace que decaiga una historia que sin duda creo que podría haber sido mucho mejor de lo esperado.
«Paranormal entity», Shane Van Dyke
Todos sabemos de la existencia de esas películas de dudosa producción que van copiando a grandes estrenos con la aparente finalidad de atraer a algún espectador confundido, o cosechar un poco de fans demasiado emocionados que sólo quieren ver más y no tienen filtros. O-yo-qué-sé. Y al parecer Shane Van Dyke tenía ya algo de experiencia como actor y escritor de ese tipo de cintas, pero necesitaba más, necesitaba dirigir. Y si uno tiene tres pesos y ganas de dirigir una copia de una cinta de terror, ¿qué mejor que «Actividad paranormal»?
«Actividad paranormal» es una cinta fantástica en el aspecto de que logró muchísimo con muy poco. Y pese a que pueda parecer algo fácil, logró que largas secuencias silenciosas con un simple movimiento resultaran terroríficas para muchísimos espectadores. Por lo que no es de extrañar que muchísima gente se haya querido colgar de sus méritos, como la «Paranormal activity: Tokyo night» que se publicitó como si fuese la precuela cuando en realidad era una mera repetición a lo Japón, o «Dabbe: Bir cin vakasi» que es una de las tantas secuelas de «Dabbe» que prácticamente retoma los elementos de «Actividad paranormal» y los vuelve muy turcos (y yo la amo por eso).
«Paranormal entity» no tiene ni un poquito de esa originalidad, pero sí muchas ganas de repetir las dinámicas de la original. En la casa que comparten una madre y sus dos hijos casi adultos han empezado a suceder cosas raras, sobre todo alrededor de la hija, Samantha, por lo que el hermano odioso (obviamente este factor no podía faltar), Thomas, decide comprar una cámara de video y empezar a investigar qué es lo que sucede. Aquí insertamos muchas escenas largas y tediosas con resultados poco similares a los de «Actividad paranormal».
Aunque la historia parece fácil, es obvio que el principal mérito de la original es su ambientación, que consigue que uno se adentre en la película y se crea lo que está sucediendo. En pocas ocasiones sucede eso con «Paranormal entity» de modo que incluso cuando tiene buenas ideas, éstas no resultan tan terroríficas como seguramente hubieran querido.
Pero ey, estoy descubriendo que tiene ¡tres secuelas! que, como omiten la primera parte de su título y se aprovechan de otros elementos sensacionalistas, obviamente yo ya había visto (dos de tres): «8213: Gacy house» y «100 Ghost Street: The return of Richard Speck». Difícil decidir cuál es la más mala, aunque sospecho que es la de Gacy.