Suena a mentira que diga que me gusta tanto el cine asiático cuando me tardo 3 mil años en volver a subir una entrada dedicada a este cine. Así las cosas. Pero esto no significa que lo vea con menos amor, claro-está.
«Strawberry shortcakes», Hitoshi Yazaki
No soy particularmente fan de los mangas de Kiriko Nananan y eso que he leído más de uno en espera de que en algún momento me gusten. Porque su estilo me parece precioso, porque son historias de mujeres y porque algo dentro de mí cree que algún día me va a gustar el josei. Pero no llega. El manga en que está basada esta película no lo había leído y todo parece indicar que fue para bien, ya que incluso no sabía que el guión estaba basado en una obra de ella, aunque llegado cierto momento sí que se perciben las historias y estructuras típicas del género.
La película se centra en la vida de cuatro mujeres jóvenes, sus condiciones y sus preocupaciones. Satoko, quien después de una estrepitosa ruptura ha encaminado su vida en cuestiones más prácticas, como su trabajo como telefonista en un centro de call girls, sin entender del todo las cosas que pasan a su alrededor; Akiyo, una de las call girls, considerada algo ya grande para dedicarse a ello, y que tiene que lidiar con sus deseos de ahorrar para el futuro y el sentir que su vida ha llegado a un punto en el que ya no vale nada; Chihiro, la prototípica chica dulce y bella que sólo espera que un hombre se case con ella, y salta de uno en otro creyendo que se debe hacer lo que sea necesario para conseguirlo; y Toko, su roommate, una ilustradora con relativa fama que tiene que lidiar con un oficio a veces ingrato, sus problemas de autoestima y un desorden alimenticio.
El modo en que se alinean los factores de la cinta es natural, bello y emotivo. Aunque podrían parecer historias tópicas (y en cierto modo lo son), los personajes consiguen transmitir emociones profundas, tienen sus particularidades, sus atractivos pero también sus momentos terribles. Destaca particularmente el personaje de Toko, probablemente por ser el más introspectivo, y sorprende descubrir que es interpretado por la propia mangaka Nananan, sin duda con un cierto punto autorreferencial.
«Godzilla vs. Monster Zero», Ishirô Honda
Sigo (muy lentamente) con mis intenciones de ver todas las películas japonesas de Godzilla. Apenas voy por la 6 (de 31), así que tenemos para rato. Y aunque Ishirô Honda sigue principalmente a cargo, las cosas ya se están descontrolando (por si no lo habíamos notado con las pequeñas gemelas isleñas amigas de Mothra un par de cintas antes).
En realidad eso del Monstruo Zero es falsa publicidad, aunque la película tiene tantos nombres que alguno tendría que pegar (puestos a elegir, yo me quedo con «Invasión del Planeta X», aunque de X nada). En realidad lo que sucede es que llegan alienígenas de Júpiter (típico) buscando la amistad de los humanos y pidiendo prestado a Godzilla y Rodan para combatir a King Ghidorah que, cosas de la vida, está asolando su país. Excelentes planes interplanetarios, sin duda.
Yo puedo ver a Godzilla 31 veces sin mayor problema, pero tampoco me habría molestado que metieran algún otro monstruo por ahí. La premisa inicial con los alienígenas modernos-de-los-60 no es particularmente atractiva, pero se salva con algunos personajes secundarios alienígenas cuasi-robóticos que sin duda destacan más que otros delirios de películas anteriores de la franquicia.
«No tears for the dead», Jeong-beom Lee
Un poco de Corea del Sur, porque esta entrada está muy dominada por Japón. Por alguna razón yo juraba que esta película estaba protagonizada por Won Bin, tal vez porque el poster me recordó a «The man from nowhere», y seguro que en gran medida la busqué por él. Además del hecho de que sea un thriller surcoreano y eso nunca puede fallar. Como recompensa me encontré con Min-hee Kim (aunque no con Won Bin), quien me cautivó completamente con «The handmaiden» (peliculaza).
Gon es un asesino duro y solitario (obvio) que usualmente se encarga perfectamente de sus misiones. Pero después de asesinar por error a la hija pequeña de uno de sus blancos, se sume en una suerte de depresión y no quiere volver a trabajar. Comprensible. Pero ya todos sabemos que no es tan fácil dejar de ser un sicario de la noche a la mañana, sobre todo para aquellos como Gon que han sido prácticamente criados por la mafia y se han vuelto indispensable para sus operaciones. Tratando de quitarle la depresión con terapia de shocks, le encargan una nueva misión en la que tendrá que asesinar a Mo-kyeong, la ex-esposa del anterior blanco y madre de la niña muerta. Esto porque sospechan que ella pueda tener las claves de la transacción que su ex-marido se negaba a realizar y porque la mafia no tiene corazón, obviamente. Gon ve reflejado el dolor que no se atreve a externar en el de esa madre desesperada y decide que si su vida se va a ir al diablo, pues al menos puede intentar por una vez salvar a alguien.
Es un thriller entretenido y correcto con buenos actores principales, pero el guión no siempre es manejado de la mejor manera para aprovechar al máximo la acción. Toda la situación sobre la empresa y la información confidencial y etc. se queda en lo superficial y parece que le quieren dar más importancia de la que puede mostrar en la práctica. No es que sea necesario, además, ya que lo que mejor mueve la historia es el aspecto humano y para eso podría haberse centrado en la relación entre el asesino y la mujer sin mayor contexto.
Como punto anecdótico, hay dos sicarios colombianos que dan un buen toque a un par de escenas. Obviamente no son representados por actores colombianos, pero dan la impresión.
«Zigeunerweisen», Seijun Suzuki
Desde siempre tengo pendiente ver más películas de Seijun Suzuki (reconocido por sus películas de yakuzas, aunque a mí me encanta «Historia de una prostituta»), pero no pensé encontrarme con algo como esto, aunque quizás debí sospechar un poco desde ese título tan poco japonés.
«Zigeunerweisen» es el nombre de una obra musical compuesta por Pablo de Sarasate, la cual es tocada en un par de ocasiones en la película pero cuya elección para título sirve más para definir el tono arbitrario de toda la historia. Se trata de una cinta surreal, de época, compuesta por una serie de episodios que se hilan de maneras extrañas, repetitivas, y en los cuales aparecen y reaparecen los mismos actores como diferentes personajes, enfatizando el sentido de infinito repetido. El título, como cualquier otro intento de encontrarle sentido a la trama, es un misterio.
Las viñetas son absurdas, hilarantes, pero también crueles, con un extraño sentido del erotismo y con aparentes arcos que no necesariamente llegan a ninguna parte. Considerando que está basada en una novela, no puedo imaginarme el proceso de adaptación ni las decisiones propias del guión cinematográfico; lo que sí, hay un cuidadoso seguimiento de este absurdo para darle un ritmo y sentido (tanto como se puede considerar así su sinsentido) a los sucesos que van desfilando frente a la pantalla. Japón tiene una larga tradición de lo erótico-grotesco-sinsentido y, aunque no se trata de la representación más característica de esta corriente, sin duda parte de su fuerza se basa en estos antecedentes.
«Shonen Merikensakku», Kankurô Kudô
Y para terminar con otro muy distinto tipo de absurdo, tenemos una comedia musical de punk japonés.
Kanna trabaja para un sello discográfico pero en todo el tiempo que lleva no ha podido descubrir un grupo para que representen. Haciendo ya a la idea de que la despedirán, presenta su última propuesta, el video de un grupo de punk rock que encontró en internet. A su jefe, punk de corazón, le encanta la idea y le encarga la misión de conseguir que firmen con la discográfica y se vayan de gira. Por si el hecho de andar persiguiendo y convenciendo a una banda de punks no sonara lo suficientemente complicado para una linda y poco experimentada oficinista, Kanna pronto se dará de golpe con una realidad inesperada: el video es de hace 25 años, por lo que esos jóvenes rebeldes y violentos que aparecen en él ya son hombres mayores que no han tenido necesariamente la mejor trayectoria de vida.
Como seguro se podrán imaginar, es una película bastante boba, pero dentro de su simplicidad cómica tiene una temática que al menos consigue atraer por sus contrastes usuales. También es cierto que tras la presentación bastante acartonada de todos los personajes, estos tienen un mejor desarrollo de lo que se podría esperar e incluso llegan a resultar simpáticos y creíbles. Porque así como los Shonen Merikensakku tienen sus esqueletos punks en el clósets, todos tenemos escondido dentro algo que creímos perder, e imagínense si *nuestro momento* llegara 25 años después.
Pues me interesó la de strawberry y la del sicario, se ven como mi tipo de películas, gracias Sam.