Con la finalidad de estar más al corriente de esta sección, entre el trabajo y las ganas de ver todas las películas del mundo, creo que lo mejor es reducir la cantidad de películas por entrada temática. Para tener oportunidad de hablar un poco más de cada una de las cintas, su relación con el tema, sin que parezca una colección de pieza sobre pieza.
Y bueno, vamos con la segunda entrada de películas dirigidas por mujeres, en la que en esta ocasión predominan los documentales.
«Unrest», Jennifer Brea
Cuando pensamos en cómo llega un documentalista a su tema, nos encontramos con toda clase de historias fortuitas o azarosas. En ocasiones, como en el caso de Jennifer Brea, el tema te encuentra a ti, y no es necesariamente del modo más cinematográficamente amable. Brea era una brillante estudiante de doctorado que un día se encontró con episodios de cansancio tan críticos que de un momento a otro le resultaba imposible incluso mantenerse de pie. El ‘hoy no me puedo levantar de la cama’ era dolorosamente grave. Tras el usual peregrinar por toda clase de médicos se encontró con una enfermedad no del todo clasificada y mucho menos comentada como es el síndrome de cansancio crónico.
Independientemente de cómo se pueda apreciar la enfermedad desde otras perspectivas, Jennifer empieza a grabar el documental como una forma de resistencia ante la vida, una vida que la postra en cama de manera constante, que la ataca con dolores insoportables en cualquier momento, y que ha cortado en gran medida sus interacciones con el mundo ante el temor de lo que pueda suceder en cualquier momento. No es la única, en su recorrido se encuentra con otras personas aquejadas por el mismo mal de distintos modos y la forma en que tratan de sobrevivir a su manera.
Aunque personalmente me conflictúa un poco que la perspectiva médica se enfoque únicamente desde un punto, me parece que lo realmente destacable de la cinta es este recorrido personal que tiene lugar en situaciones extremas. Y que se nos permite asomarnos a una serie de personajes en un momento en extremo vulnerable y el modo en que tratan de construir su vida con lo que tienen.
«Casting JonBenet», Kitty Green
Ya antes había comentado que Netflix encontró un excelente nicho en los documentales de crímenes sin resolver. Y yo estoy más que atrapada en él. Además, a finales de 2016 se cumplieron 20 años de la misteriosa muerte de la pequeña JonBenet Ramsey, lo que significó un 2017 lleno de producciones alrededor de este sonado crimen.
«Casting JonBenet» se distingue de las demás producciones porque no pretende contar de nuevo la historia ya sabida por muchos (una pequeña de 6 años, reina de belleza e hija de una familia acomodada, fue aparentemente secuestrada de su casa la mañana de navidad y encontrada a las pocas horas muerta en su propio sótano; el crimen nunca ha sido oficialmente resuelto), ni abogar por una sola de las perspectivas al señalar posibles culpables. Tal como lo anuncia su título, el documental empieza con el casting: montones de pequeñas rubias en trajes de modelos que no se preocupan especialmente por el papel, pero montones de actrices mayores con suéteres rojos que buscan interpretar a la madre y que recuerdan ellas mismas cómo se enteraron del famoso crímenes, al igual que montones de hombres que pretenden representar al padre y que dan sus opiniones sobre lo que pudo pasar. Lo que importa no es la idea de documental en sí, sino el encuentro entre todos estos puntos de vista que al igual que lo que ha pasado durante años, son hipótesis de lo que quizás sucedió en esa casa y que terminó con la muerte de una niña.
Lo que en un principio puede parecer repetitivo y sin dirección, se va convirtiendo en un tumulto de ‘yo creo’, ‘yo entiendo’, ‘si yo hubiera sido ella/él’, que al tiempo que se representan escenas en la casa nos regresa al punto esencial de este crimen: que seguramente nunca sabremos la verdad.
«Step», Amanda Lipitz
Y así los tres primeros lugares de este top están dedicados a documentales y, además, del año pasado. Debo confesar que «Step» no me animaba demasiado a verlo, siendo un documental sobre un tipo de baile del mismo nombre que no podría definir demasiado bien, más allá del hecho de que obviamente el ritmo con los pies es el más importante. Pero fuera de la usual trama de ‘grupo de jóvenes enfocados en una actividad’, la premisa del documental aprovecha para retratar una imagen más amplia: la de una escuela sólo para mujeres en un barrio predominantemente afroamericano (podrán imaginar, no muy socioeconómicamente alto) que tiene una meta muy específica. La de lograr que todas las chicas que estudian educación media ahí, puedan entrar a una universidad. Que en Estados Unidos no es cosa fácil. El step es una especie de excusa y estrategia, una actividad que sirve para colaborar con el currículo pero también para animar en otros aspectos más personales para que las chicas logren esta meta.
Del equipo y la generación en la que se enfoca, el documental nos guía por la vida de tres de ellas. Blessin es prácticamente la capitana del equipo, una chica enérgica con ganas de comerse al mundo, pero que proviene de un hogar con problemas, una madre que no se hace demasiado cargo de ella y que oscila entre el interés y la ausencia en la vida de su hija. Pese a que desea ganar en las competencias de step y entrar a una buena universidad, no siempre tendrá la fuerza emocional para lograrlo en el día a día. Cori es la estudiante modelo, tiene calificaciones que le asegurarían entrar en la universidad pero cuyos padres no pueden costear ningún pago extra si no obtiene una beca completa. Aunque está la opción del préstamo, ella desea liberar a sus padres de cualquier responsabilidad monetaria esforzándose todavía más. Aunque no destaca en el equipo de step y en parte lo ve como una actividad extracurricular que haga que su perfil se vea mejor, es también una de las pocas ocasiones que tiene de escapar de sus preocupaciones. Y Tayla, de quien en realidad vemos más la relación que mantiene con su madre, ya que mientras la joven se encuentra en una posición relativamente cómoda y parece no querer preocuparse de más por su futuro, su madre está consciente de lo mucho que le ha costado a la familia llegar a ese punto y desearía que fuera capaz de verlo, sobre todo en comparación con tantas otras de sus compañeras que no tienen ese apoyo en casa.
Un documental interesante sobre todo por el enfoque social de ciertos proyectos y el modo en que al especializarse en un solo objetivo pueden lograr impacto inmediato en su entorno.
«Mi nombre es Nojoom», Khadija Al-Salami
Regresamos a la ficción, a otros años y otros países. En este caso, inusuales. Desde Yemen, el título completo de la película es (palabras más, palabras menos, en árabe) es «Mi nombre es Nojoom, tengo 10 años y quiero el divorcio». Podrán imaginarse, con tremenda declaración, más o menos cuál es la premisa.
La película está basada en la historia real de la primera niña que consiguió oficialmente su divorcio en Yemen, un país donde por usos y costumbres todavía se permite el matrimonio con menores de edad si los padres dan su consentimiento. La cinta en realidad no tiene una gran destreza técnica, pero se equilibra con las implicaciones de la terrible historia y el modo rudimentario en el que se cuenta, que enfatiza su cotidianidad y parte de su horror. La directora, sin duda, agrega en parte esta visión ya que ella misma fue obligada a casarse a los 11 años.
Si bien podemos aspirar a algo así como un desenlace feliz anticipado desde el título mismo, es bastante triste saber que más allá del periodo específico que se retrata en la película la vida de Nojoom ha tenido todavía más periodos oscuros y que su mérito legal no ha significado necesariamente una mejor vida para ella.
«The heart is deceitful above all things», Asia Argento
Mucho ha aparecido Asia Argento en las noticias durante el último, tristemente no en relación con sus méritos artísticos sino como parte de los terribles abusos de la industria que apenas empiezan a salir tan claramente a la luz. Además de ser reconocida como actriz y como hija de Dario Argento, tiene una faceta como directora en la que destaca esta pieza, con un título sin duda sugestivo y bello por sí mismo.
Basada en las historias cortas de Laura Albert, la cinta sigue la relación destructiva entre una madre y el hijo que abandonó recién nacido por no poder hacerse cargo de él. A los años, dispuesta a demostrar que ha cambiado y que ahora puede cuidarlo, lo retira del hogar adoptivo donde había crecido y lo arrastra en su caótica vida, a sabiendas de que será incapaz de mantener la fachada y convirtiéndose en una suerte de Bonnie & Clyde destructivos a lo largo de los años y los escenarios. Si por una parte es un retrato brutal del aspecto menos estético de una maternidad imposible, en el que destacan sin duda las fuertes actuaciones de sus protagonistas (la propia Argento, muy a lo Courtney Love, y los adorables gemelos Sprouse (los de Zack & Cody) que sin duda tienen que representar momentos muy complejos para su edad); por otra parte es una historia devastadora tanto como podemos reconocer su repetición constante en la vida real. Tanto en el aspecto de personas que son incapaces de cuidar de otro ser humano (ya no digamos de ellos mismos), como un sistema que permite que situaciones así lleguen a límites explosivos sin que nadie se haga responsable.