Cómics 85: 4 Kids Walk into a Bank [#1-#2]

Qué terrible que empecemos a leer un cómic, nos clavemos y luego nos enteremos que pese a estar ya anunciados cuántos números compondrán la mini-serie, sólo se han publicado los primeros dos. Qué fantástico que todavía hayan cómics actuales que sean capaces de atraparnos desde el primer tomo, pese a todos los posibles clichés, y nos dejen con ganas de leer más. Y es que «4 kids walk into a bank» te atrapa antes por su preciosa portada que por su premisa (quizás ya sabrán que no me encantan las historias protagonizadas por pubertos), pero parece que no por nada hay quienes dicen que es una especie de ‘si Wes Anderson dirigiera ‘Dog day afternoon».

O «Perros de reserva», eso también lo dicen.

Stretch, Berger, Walter y Paige son, en apariencia, el típico grupo de pubertos que protagonizan este tipo de historias de amistad y un poco coming-of-age. Incluso encarnan estereotipos bastante claros, aunque condimentados con ciertos detalles particulares: el protagonista ‘diferente’ pero no totalmente asocial (pero inusualmente alto para tener 12 años), el amigo odioso (y judío), el nerd introvertido (afroamericano y bastante destacado intelectualmente) y la tomboy (capaz de romperle la nariz a golpes a quien se le cruce enfrente).

Nos adentramos en su mundo, que se vive parcialmente entre la fantasía pero con nociones bastante claras de cuáles son los límites, a través de los otros mundos que los construyen: los juegos de mesa, los videojuegos, sus alteregos y los modos no siempre afortunados en que los manejan. Aquí el estilo visual de Tyler Boss hace maravillas aprovechando cada una de estas visiones y acercándonos a un cómic que se siente bastante moderno desde la primera página aunque no necesariamente nos esté contando nada nuevo.

¡Corona a mi mago!

El diálogo es preciso y fluido, y construye muy rápidamente a personajes que no necesitan ser profundos para ser simpáticos y esto es particularmente un logro cuando estamos hablando de niños o preadolescentes, porque el recurso de hacerlos insoportables es increíblemente común. Aunque es evidente que no se busca construir perfiles complejos, varios de los protagonistas no necesitan demasiado para conquistarnos a su manera: desde un personaje femenino de lo más fuerte y cool como es Paige hasta el aura que despide Walter en distintos momentos de su vida (sobre todo cuando está en contacto con la ciencia).

Y si parece que nos vamos a quedar en el plano en que tendremos que seguir sus desventuras cotidianas al ser -obviamente- víctimas de bullies en su escuela, es cuando el factor Al Pacino (en «Una tarde de perros», gran película, véanla) entra en acción.

El típico ‘dejé la vida criminal pero ahora me buscan para ofrecerme un último trabajo’ es visto aquí desde afuera cuando una pandilla de criminales (que no parecen particularmente brillantes) se presentan a la puerta de Paige preguntando por su padre. La belicosa niña no dejará que el incidente pase como si nada, pero no tardará demasiado en empezar a conectar los elementos y preguntarse qué es lo que su padre realmente está escondiendo. Todo esto, obviamente, siguiendo la dinámica de ‘chicos investigando’, aunque en este caso sean chicos con más problemas personales que únicamente su pubertad y que se están inmiscuyendo en una investigación que podría ser particularmente peligrosa.

Pero, ey, el cómic se llama «4 kids walk into a bank» y tiene una portada preciosa, así que estamos listos para la acción.

Se las pongo completa para que la aprecien en toda su preciosidad.

Pero, uh, no llegamos exactamente a la acción porque ¿recuerdan la parte de que sólo se han publicado dos números de la serie (que será de un total de cinco)? Sesenta páginas después, cuando llegamos al cliffhanger del segundo número, tenemos que quedarnos enganchados en espera del siguiente episodio. Gracias, Black Mask.

Sin embargo, mientras esperamos, alguien nos contó que uno de los cómics anteriores del autor Matthew Rosenberg fue una de las mejores publicaciones del año pasado. Así que quizás tengamos un poco de material para esperar que la historia continúe.