Cine 156: Doctor Strange: Hechicero Supremo

Los traductores de títulos al español atacan de nuevo. Asumiendo que no es como que el público pueda sacar mínimas deducciones sobre películas de Marvel. No es como que estén en todos lados o algo así.

No es como que tengan programados estrenos hasta el 2020.

En-fin. El caso es que, ya todos sabemos, Cumberbatch entró como tenía que entrar al universo de los cómics de la mano de Stephen Strange, un egocéntrico neurocirujano que termina aprendiendo brujería en Nepal cuando todo lo demás en su vida sale mal. Incluso en la fugaz introducción al personaje antes del giro dramático pueden ahorrarse el presentarlo en exceso arrogante porque estamos ante Cumberbatch y podemos asumirlo.

También supimos que el era el mejor médico y que tenía memoria fotográfica con sólo verlo.

Así que, en una película de poquito menos de dos horas, tienen que contarnos quién era, qué le pasó, cómo terminó aprendiendo artes marciales con Tilda Swinton (qué diablos hacía Tilda Swinton en Nepal) y cómo salvo al mundo de Hannibal Lecter. Sabemos que no siempre estas primeras películas en que todo tiene que condensarse hasta que el personaje encaje perfectamente en el universo funcionan completamente, pero pese a que por momentos sí da la sensación de que pasamos un poco rápido sobre cada uno de estos pasos, podemos decir con seguridad que «Dr. Strange» lo salva exitosamente, como el universo de Marvel nos ha enseñado ya en ocasiones anteriores (cuando no está de por medio Iron Man arruinando todo para luego solucionarlo).

Como supondré que la mayoría ya sabe de qué va la película o que el entramado de producciones Marvel ya tiene ganados a sus seguidores como para que no importe exactamente de qué superhéroe se trata cada vez, podemos saltarnos a los aspectos positivos y no tan positivos de esta entrega en particular. Por una parte está el hecho de que Cumberbatch es Stephen Strange del mismo modo en que es Sherlock Holmes: naturalmente y sin esforzarse demasiado. Es arrogante, es un poco indeseablemente encantador, es super inteligente y tiene el destino de la humanidad en sus manos. Sin despeinarse. (Ok, sólo en un par de escenas). En este caso lo puede incluso compaginar con unos toques de humor que en sí son graciosos aunque no siempre estoy segura de que queden con el tono de la historia.

Todavía más importante es el diseño visual de casi absolutamente todo. (Y por casi quiero decir que no sé en qué estaban pensando al ponerle esos ojos de fanáticos de música gótica a Kaecilius y sus groupies y que no creo que a Tilda Swinton, con todo y su infinita sabiduría, le favorezca la cabeza rapada). Es una cinta que cuestiona constantemente la realidad y sus entramados metafísicos, la composición visual ayuda increíblemente a reforzar esa noción de que hay algo más, un mundo totalmente diferente a lo que vemos en las otras películas de superhéroes que se mantienen en el plano más ‘físico’. Con todos los efectos de calidoscopios y edificios retorciéndose hasta el infinito, el despliegue visual se arriesga a un punto en que por momentos podría haber caído en lo ridículo. Pero no lo hace. Sin preocuparse tanto por que la decisión de efectos fuera particularmente original, el caos onírico/irreal es bastante preciso para que nos creamos todas las batallas de CGI con sellos de fuego y espadas zoom-in. Todo lo cual sin duda sirve para enmarcar un guion que sin ser tampoco exageradamente bueno, cubre todos los aspectos necesarios, no llega a decaer y consigue que casi todos los personajes nos atrapen.

Seeellos maaágicos.

Los aspectos no-tan-positivos son principalmente algunos detalles muy específicos, como el mencionado delineador de los villanos, y destacar un poco el hecho de que tampoco creo que sea ‘otra película perfecta de Marvel’, como parece que luego quieren vendernos prácticamente todos los estrenos de superhéroes de los últimos (y pobre del que no está de acuerdo). Es una película entretenida y que cumple bastante bien con un personaje que muy fácilmente podría haberse arruinado (aunque confiemos en que Cumberbatch no puede arruinar nada). Pero también es una historia a la que le falta un punch mucho más fuerte con la contraparte negativa (la explicación de Kaecilius de por qué es malo no es particularmente convincente), cuyo conflicto final se pinta increíblemente catastrófico como para luego resolverse con aparente facilidad y que en cierta medida te deja con la sensación de que no da (como película en general) un golpe más contundente porque está pensando mucho en sus continuaciones: las promesas de sus escenas finales (hay dos extras, no lo olviden) son mucho más atractivas que algunos momentos dentro de la propia película que podrían haber tenido mucha más relevancia. Ya no digamos que, una vez más, es una película sobre una gran amenaza contra todo el mundo que es casi exclusivamente combatida por occidentales anglosajones.

No, Wong es inglés, lo siento.

Todo lo cual no implica que no maneje los edificios dando vueltas mejor que «Inception» y que no nos deje con ganas de más Marvel hasta 2020. Obviamente.

«Doctor Strange» (en España le pusieron «Doctor Extraño», así que nos podría haber ido peor) es una película estadounidense del 2016. Dirigida por Scott Derrickson («Sinister», «El exorcismo de Emily Rose», «Deliver us from evil» – un poco inexplicable la elección) y protagonizada por Benedict Cumberbatch («Sherlock», «The imitation game», «Star Trek: Into darkness»), Chiwetel Ejiofor («12 años esclavo», «Children of men», «American gangster»), Tilda Swinton («Tenemos que hablar de Kevin», «Moonrise Kingdom», «Narnia»), Mads Mikkelsen («Hannibal», «La caza», «Casino Royale»), Rachel McAdams («Mean girls», «Spotlight», «Sherlock Holmes») y Benedict Wong («Prometheus», «Moon», «The martian»). Tiene 8.1 estrellitas en imdb, 7.1 en filmaffinity y 92% en el tomatometro. Y es un deleite visual en pantalla de cine.