Después de ver «A field in England» me había convencido de que dos oportunidades eran más que suficientes y que yo y el cine de Ben Wheatley no teníamos por qué volver a encontrarnos jamás. Jamás. Entonces, tres años después, anuncia con bombo y platillo su próxima película, protagonizada por Tom Hiddleston y yo tengo que tragarme mis palabras, claro.
Pero no van a ganarme tan fácil.
«High-rise» es una adaptación de la novela del mismo nombre de J.G. Ballard, publicada en 1975 y que desde ese momento orilló al productor Jeremy Thomas a querer llevarla al cine desesperadamente. En esos largos treinta años de planeación se cruzaron por el proyecto directores como Nicolas Roeg («The man who fell to Earth», lo cual tiene mucho sentido y que quizás hubiera llevado a una adaptación con Bowie) y Vincenzo Natali («El cubo» – ?). Pero, por algo estamos ahora hablando de Wheatley y Hiddleston.
El mencionado rascacielos es una metáfora de la decadencia social a la que puede llevar el rígido sistema económico y de clases en que se ha dividido el mundo, una realidad que no ha cambiado mucho desde los años 70 y que hace que el toque retro de la película resulte apenas un detalle de estilo en una trama que podemos imaginar perfectamente sucediendo en la actualidad. Robert Laing acaba de mudarse a un moderno edificio de departamentos donde planea hacer su vida ideal, en el sentido más materialista posible. El edificio es el sueño utópico de un arquitecto que vive en el penthouse: tiene todas las facilidades que alguien podría querer, lo que reduce las razones por las que alguien necesitaría salir al mundo exterior. Supermercados, gimnasios, canchas deportivas, escuelas. Pero lo mejor de este mundo no es para todos y depende del nivel en el que uno se encuentre los favores que esta utopía tendrá para ofrecerle.
¿Caballos? Vas a tener que subir unos pisos más.
La perpetua fiesta inicial no tarda en volverse la fiesta de unos pocos, y luego una lucha desesperada por mantener un nivel de vida insostenible, burdo e irreal que va atrapando a cada personaje en su propia pesadilla y su propia lucha hacia la cima del rascacielos.
Considerando únicamente «Kill list» y «A field in England», Wheatley me parece un director cuyo principalmente es que aparenta más en lo formal de lo que realmente tienen sus películas: una fachada que esconde poco contenido y que trata de aparentar emociones que no puede sostener. Mientras que es cierto que la estructura formal de «High-rise» sostiene de manera más afortunada sus pretensiones, sobre todo en la producción de arte, la fotografía y la edición, el resultado puede acusar la misma falla y es que pese a la apropiada presentación, el producto no alcanza la fibra emotiva que parece buscar desde un principio. Para tratarse de una cinta sobre caos, degeneración, orgías y violencia que quiere convencernos de que todo esto es el resultado lógico de la jerarquía social, resulta poco impactante, poco trasgresora y hacia el final parece que no hay ningún mensaje ni emoción que prime por encima de las imágenes bien logradas que ya habíamos visto desde el trailer.
Hiddleston bañado en pintura = Distribución internacional.
Y aunque el caso no es hacer comparaciones, es inevitable pensar en otras películas que han buscado y conseguido exitosamente transmitir la frustración, el miedo, pero también las pasiones del caos, la violencia y el poder que lleva consigo la lucha de clases. A las cuales, claramente, no se unirá «High-rise».
Así que, posibles fans de Hiddleston: no puedo detenerlos, pero que sepan a lo que van.
¡Ni siquiera tiene buenos gifs de escenas que se prestaban para eso!
«High-rise» o «El rascacielos» es una coproducción del 2015 entre Irlanda, Reino Unido y Bélgica. Dirigida por Ben Wheatley («Kill list», «Sightseers», «Down Terrace») y protagonizada por Tom Hiddleston («Thor», «La cumbra escarlata», «Sólo los amantes sobreviven»), Jeremy Irons («Dead ringers», «Die hard», «Batman v Superman»), Sienna Miller («Foxcatcher», «Stardust», «G.I. Joe»), Luke Evans («El Hobbit», «Drácula», «Rápido y furioso 6») y Elisabeth Moss («Mad men», «Inocencia interrumpida», «The one I love»). Tiene 6.2 estrellitas en imdb, 5.6 en filmaffinity y 64% en el tomatometro. Y no está particularmente como para emocionarse por verla en cines.