En pocos escenarios me hubiera imaginado estar esperando por el estreno de «Cloverfield 2» (con el más que oportuno título de «10 Cloverfield Lane»). Pese a la popularidad de la primera parte, me parece una producción que se queda a medio camino en todo lo que intenta presentar: exponente cámara-en-mano, monstruo gigante destruyendo Estados Unidos, mundo apocalíptico, historia de amor. Si algo nos ha quedado claro en los últimos años es que Hollywood no es Japón y no sabe muy bien qué hacer cuando tiene un protagonista mutante gigante cuyos instintos sólo le dicen «¡destruye!», así que tratan de ponernos en primer plano una trama muy humana que termina por perderse en nuestras ansias de ver ese monstruo gigante capaz de asolar ciudades. La primera «Cloverfield» era mucho movimiento de cámara, mucho flashback romántico, no suficiente Nueva York en caos y muy poca lagartija gigante. ¿Qué podíamos esperar de una secuela ocho años después? Y de pronto un trailer con John Goodman, Ramona Flowers y alguienmás cambia todo el panorama.
«Que una invasión extraterrestre no arruine la sana diversión familiar»
«10 Cloverfield Lane» no cambia el formato pero sí cambia el contenido. Si vamos a tener una historia humana en primer plano, vamos a hacerla una buena historia. Y el tag-line de la película, «Monsters come in many forms», se refleja perfectamente en esta primera línea argumental en la que nos concentramos casi durante toda la película. Michelle decide alejarse de su pareja y emprende un viaje que la lleva a encontrarse de noche a mitad de una carretera no demasiado concurrida. Se ve envuelta en una accidente y despierta en un bunker, herida y atendida por un ex militar que muy amablemente le indica que el mundo sobre ellos se ha acabado debido a una explosión atómica oalgoasí y que muy bien podrían ser los últimos supervivientes del mundo. Ellos dos y el handyman que consiguió colarse de último minuto. Nada de esto suena demasiado creíble para Michelle (o para nosotros) pero una serie de elementos parecen indicar que quizás sea así. Que quizás el mundo exterior esté contaminado y sea un riesgo real tratar de escapar, aunque eso implique verse encerrada involutariamente con dos hombres cuyas intenciones no quedan demasiado claras. Y ella no sabe y nosotros no sabemos en cuál de los dos lados se encuentra el monstruo al que debe temerle.
Not creepy at all.
J.J. Abrams, productor de ambas partes (y del que ya conocemos su tendencia por no mostrar sus monstruos), la define como una ‘sucesora espiritual’ más que una secuela en sí, lo que probablemente es lo mejor que podría pasarle a una historia que no tiene demasiada profundidad en sí misma. Y la serie de elementos en la que deciden enfocarse en este caso termina por conformar una premisa mucho más interesante que la vaga promesa de monstruos-cámara-en-mano (que ya sabemos que en el 2008 estaba de moda) de la primera parte: un guión mucho más cuidado, sobre todo en la construcción de la tensión y la psicología humana, buenas actuaciones (poco más necesita Goodman para convencernos de que es el epítome del estadounidense conspiranoico), acción bien dosificada y el cumplimiento de las promesas del género en los momentos oportunos y las formas oportunas. Si hay un momento en que sabemos que la película realmente está cumpliendo su cometido, es cuando lo menos aterrador es la posibilidad de que el mundo realmente se haya acabado.
Hay personas que no pueden vivir sin su celular.
Es, además, una película muy consciente de que gran parte de sus logros reside en su simpleza. Un guión que no busca los giros inesperados o la tensión exagerada, sino que se concentra en crear un ambiente de incomodidad que mantiene al espectador alerta en todo momento. Aprovecha muchas de las convenciones del subgénero de supervivientes-postapocalípticos-encerrados donde quizás su mayor pecado sea que Michelle parece exageradamente preparada para todas las eventualidades (aunque hay algunas posibles teorías que podrían explicarlo). Y más que en la necesidad imperiosa de demostrar originalidad a toda costa, se dedica a intentar que todos sus elementos estén correctamente alineados en todo momento. Y consigue que funcionen. Y todo esto suena muy sencillo pero cualquier fan del terror, de la tensión o de las invasiones alienígenas, sabrá que no lo es.
Y no voy a decir que esto sea en gran medida gracias a John Goodman, pero es probable que lo sea.
Si el trailer ya era una maravilla de trailer, «10 Cloverfield Lane» ha sido una muy agradable sorpresa para una secuela que, para variar, no resulta innecesaria. Y también una excelente carta de presentación como primer largometraje del director, Dan Trachtenberg. Una película que sin duda, supera con creces a su predecesora, y ya sabemos que esto no pasa todos los días.
Apocalipsis pueden haber muchos, ¿pero muy buenas secuelas…?
«10 Cloverfield Lane» o «Avenida Cloverfield 10» es una película estadounidense del 2016. Opera prima del director Dan Trachtenberg y protagonizada por John Goodman («The big Lebowski», «Barton Fink», «Argo»), Mary Elizabeth Winstead («Scott Pilgrm vs The World», «The thing», «A good day to die hard») y John Gallagher Jr. («Hush», «Jonah Hex», «Short term 12»). Tiene 7.7 estrellitas en imdb, 6.6 en filmaffinity y 90% en el tomatometro. Y está en un cine, cerca de ti, justo ahora.
Solo la veré por Mary Elizabeth Winstead! :)
Esa película esta vergas, ya la vi dos veces y soy feliz xD
Yo con solo ver el trailer me llamo mucho la atención y ahora que leo tu reseña mañana mismo voy a checarla ! gran trabajo Sam. 8-)
Cuando vi el titulo del trailer no me creía que esto fuera una «secuela» de la película pedorra esa con parkinson, pero con esta reseña seguro le daré una buena checada.
unos amigo y yo antes de ver esta en el cine vimos la primera(ya que yo no la había visto) y al salir del cine todos pensábamos lo mismo: Nos equivocamos de película ¿no?.
no coacerva nada de cloverfield:monstruo o por lo menos nada que me haga pensar que era necesario que esta este relacionada con la del monstruo gigante