Cómics 69: 3, Calle de los Misterios

En noviembre del año pasado falleció, a los 93 años, uno de los más importantes mangakas de la historia de Japón, a quien recientemente había descubierto a través de su obra realista y bélica con la fantástica «Onward towards our noble deaths». Pieza autobiográfica que representa, con un tono entre lo cómico y lo dramática, su férrea postura antibelicista. Pero, como comentamos en aquella reseña, fue su extensa obra paranormal la que le valió el reconocimiento del público y su consagración como autor. Si bien su serie más famosa es la de «GeGeGe no Kitaro», que publicó durante casi diez años, trataremos ahora una compilación de historias entre el yokai (criaturas paranormales japonesas), la leyenda urbana y los delirios de la ciencia ficción: «3, Calle de los Misterios».

Entre un estilo y otro de Mizuki sorprende su capacidad de pasar de la tragedia a la fantasía sin perder su humor y su seriedad. Su Calle de los Misterios es apenas una ventana al universo de espíritus con que pobló su niñez y muchos de sus mangas, 18 historias autoconclusivas que versan principalmente sobre el contacto con otros mundos, la experimentación científica, la presencia de demonios y criaturas, y las maldiciones que estos pueden acarrear a los humanos. En contraposición con sus tramas estrictamente realistas, todo puede pasar en este universo donde las puertas a otros mundos están al alcance de las manos. Tal como ejemplifica desde el primer momento la historia que da título a la antología: un científico toma un taxi de regreso a su casa, el #3 de la Calle de los Misterios, y al perderse terminan por adentrarse en el mundo de los muertos donde ahora se verán obligados, paradójicamente, a vivir.

Las premisas de todas las historias, si bien excepcionales, tienen lugar en un mundo donde son perfectamente posibles aunque traigan terribles consecuencias: niños que pueden encontrarse con sus seres queridos muertos, personajes que descubren el secreto de la vida eterna, hombres que se ven acosados por espíritus vengativos u obsesivos, mangakas cautivados por lo paranormal hasta que éste llega a tocar a su puerta, humanos que se enfrentan con toda clase de monstruos, realidades paralelas futuristas o extraterrestres, metamorfosis animales o tecnológicas, operaciones imposibles, obsesiones peligrosas y condenas eternas. Mizuki juega incluso con su propia figura al introducir guiños a sí mismo (personajes que quieren rendir tributo a su mangaka favorito regalándole cráneos robados de tumbas, mangakas que se ven acosados por criaturas monstruosas que no lo dejan cansar al exigirle historias sobre ellos, mangakas cuyo arte no les alcanza para vivir pero en cuyo camino se cruzan espíritus) y sugerir que estas mismas historias son la puerta a ese otro mundo posible que quizá no esté demasiado lejos.

Su estilo, una vez más, consigue mezclar en un punto exacto lo caricaturesco de sus personajes con los momentos que requieren un detalle preciso, sobre todo en los fondos. Esto no consigue únicamente que se luzca el contraste sino que se presta al tono que va del humor ligero a la reflexión profunda sobre la condición humana con una naturalidad increíble. Uno empieza los relatos con una sensación de que, en comparación con sus piezas más logradas, son más bien un divertimento, para verse atrapado de un momento a otro por ese encanto tan particular que el autor sabe conferir a sus personajes.

Quizás por ser una pieza escrita varios años después de «GeGeGe no Kitaro», donde seguramente agotó muchos personajes sobrenaturales, estas historias parecen concentrarse mucho más en la naturaleza humana que en sus protagonistas monstruosos. El absurdo, la melancolía, la pena y la comedia provienen de esa permanente noción de lo pequeños que son los mortales en comparación con ese enorme universo poblado de espíritus. Mortales que, sin embargo, no dejan de buscar ese salto, o se ven atrapados por él, descubriendo algo del secreto que se esconde en esa ‘calle de los misterios’ donde lo Otro habita.

Entre mis historias favoritas de este variado compilado se encuentra la del niño que quiere vengarse de los espíritus del mar que mataron a sus padres, el del mangaka solicitado por los ‘monstruos de las masas’ y los niños que son enviados a una aldea de espíritus a robarles el arroz. Pero en cada una de ellas, incluso en las que parecen más simples, podemos encontrar escenas maravillosas, viñetas hilarantes, y en general un encuentro inusual entre lo divino y lo ridículo.

Y así, si una considerada obra menor es capaz de divertirnos y encantarnos, ¿qué no nos espera en el sobrenatural mundo de Shigeru Mizuki?

Por alguna razón muy extraña, pueden encargar «3, Calle de los Misterios» en Liverpool, o pedirlo directamente a la editorial Astiberri en España.