A más de 80 años de la que es considerada la primera película de zombies («White zombies»), es claro que el género no sería el mismo sin ciertas figuras clave que lo han marcado poderosamente y que prácticamente lo han encausado hasta la sobre-producción actual (que por el momento parece haberse calmado un poco). Si la más importante de esas figuras es sin duda George A. Romero, es imposible no mencionar después a Danny Boyle y a este pedazo de pieza que abrió por primera vez el debate entre zombies rápidos vs zombies lentos, y de muertos vivientes vs infectados.
O zombies españoles, que todos sabemos gracias a «[REC]» que son posesos.
En el 2002 nos encontramos con Cillian Murphy (o Jim, para los amigos), despertando de un coma 28 días después de que un grupo de activistas hubieran irrumpido en un laboratorio inglés para liberar a unos chimpancés infectados con ‘rabia’ (en el sentido más iracundo de la palabra). Jim, un repartidor en bicicleta, se encuentra inesperadamente un Londres totalmente asolado y que esconde a seres que han dejado de ser personas para entregarse a lo que parece el más animal de sus instintos: el odio. El odio y el deseo de escabecharse a otros seres humanos.
El Londres soñado por cualquier turista.
Como en casi todas las cintas de zombies, la palabra clave es sobrevivir. Sobrevivir a la falta de víveres, a la creciente población de caníbales en semi-descomposición que en este caso además son increíblemente atléticos, sobrevivir a la propia miseria humana expuesta en todo su dramatismo gracias a las ya dramáticas circunstancias. Jim se va uniendo a otros supervivientes que representan perspectivas diversas de la raza humana cuando está en situaciones adversas. La lógica, la moral, el sentido de individualidad y de grupo, irán cambiando a conveniencia en un panorama para el que claramente nadie estaba preparado. Y en ese mundo poblado por zombies descubrirán también cuán cabrón es el ser humano sin necesidad de que esté infectado por ningún virus.
La transición de muerto viviente a infectado no sólo sirve para darle un nuevo giro a un género sino que obliga a reconfigurarlo en gran medida. En un mundo donde los muertos se levantan de sus tumbas deseosos de merendarse a los vivos y hacer de ellos más seres vivientes, la gran ventaja de la humanidad es precisamente que esa gran masa de entidades hambrientas es lenta y algo torpe. Son una marea enorme pero al menos se les puede contener y tener el tiempo suficiente para idear un plan. Mientras que en un mundo donde un virus se apodera de un cuerpo y pretende hacer de su anfitrión la decisión más óptima para realizar su trabajo, ¿qué posibilidades tiene un ser humano promedio contra una masa de no-personas que son increíblemente ágiles y de las cuales una sola gota de su sangre podría contagiarte? Estos zombies rápidos obligan a mover la trama a un ritmo vertiginoso y hacer de la acción, excelentemente rodada en este caso, uno de los puntos fuertes de la historia. En esta posmoderna supervivencia del más apto no sólo es necesario aprovechar al máximo la ‘humanidad’ (la inteligencia y la capacidad de planear) sino que también hay que ser el más fuerte, el más rápido y el que menos se ensucia las manos.
Y no, jóvenes, casi ninguno de nosotros sobrevive en ese mundo.
Y si Danny Boyle y su editor se mueven al ritmo justo que este caos violento necesita, no sacrifica tampoco ninguno de sus otros aspectos técnicos. Empezando por su increíble fotografía que contrasta con la usual ‘imagen sucia’ que ha caracterizado en gran medida a estas tramas. No sólo para resaltar los detalles al máximo de esos maratonistas ensagrentados, pero para conseguir que se luzcan de igual manera los paisajes, la corporalidad de los personajes, y cada uno de los detalles que saturan una producción perfectamente balanceada.
Y si precisamente la metáfora zombie funciona gracias a la reflexión sobre el componente humano, pocas películas aprovechan este factor en un modo tan increíble como ésta. Manifestado no sólo a través de las acciones y reacciones de los diversos grupos e individuos con los que interactúan los protagonistas, sino en la propia transformación de Jim. Una transformación psíquica y corporal, que lo vuelve no sólo un eje narrativo y visual, sino que lo acerca tanto como al inicio lo alejaba de la metáfora zombie: él encarna también, a su modo, esa degradación humana en pos del instinto, la supervivencia irracional que es capaz de llevarnos a las últimas consecuencias. Y es ahí, en el momento justo en que el hombre parece que podría dejar de ser hombre en cualquier momento, es que el único vestigio real de humanidad que queda es la moral. Justo ese factor que parecía tan incompatible con la supervivencia.
¡Pero si la moral empezó con todo este desmadre!
Y «28 días después» no es sólo una película de las que marcan precedentes (importantísimos en este caso porque ¿cómo habríamos sobrevivido hasta el día de hoy sin películas de zombies rápidos?) sino que además saca un sobresaliente en cada uno de sus apartados. A una buena historia se le suma un excelente ritmo, unas destacadas actuaciones, una fotografía que lo capta todo perfectamente y unos zombies hijosdeputa fantásticos. No sólo es una de las mejores películas de zombies (mi favorita personal y la segunda mejor según Stylus Magazine) (es difícil quitarle ese primer lugar a Romero) sino que ha hecho del mundo un lugar mejor. Obviamente.
Así de mejor.
«28 días después» o «28 days later» es una película inglesa del 2002. Dirigida por Danny Boyle («Trainspotting», «Slumdog millionaire», «Trance») y protagonizada por Cillian Murphy («Batman begins», «The wind that shakes the barley», «Desayuno en Plutón»), Naomie Harris («Skyfall», «Piratas del Caribe», «After the sunset»), Christopher Eccleston («Los otros», «Thor», «G.I. Joe»), Noah Huntley («Blancanieves y el cazador», «Dracula untold», «Event horizon»), Brendan Gleeson («Edge of tomorrow», «Troya», «Gangs of New York») y Megan Burns («Liam»). Tiene 7.6 estrellitas en imdb, 6.7 en filmaffinity y 87% en el tomatometro. Y todas las estrellitas en mi corazón. Se consigue muy fácilmente así que, una vez más, no tienen excusa.
Es mi primer comentario en esta plataforma, pero me encantan tus reseñas y todo lo que gire en el mundo del gordeo. Y, aunque he horadado en algunos de los confines más recónditos de la Web, aún no sé nada del hipotético (¿quizá era u un hoax?) 29 Months Later. Al menos [SPOILERS] la parte final de 28 Weeks develaba una posible extensión de la franquicia. Y, aunque no soy NADA fan de la explotación de franquicias, sí pienso que esta ha sido (la primera magistralmente y, la segunda, pues ya sabes) bastante decente.
Y, hablando de un broche de oro de una trilogía, también espero que Lars von Trier se digne en hacer Washington alguna vez en mi vida.
Sí, cada cierto tiempo salen comentarios de que ‘están en pláticas’ para ver ‘qué onda con la secuela’ pero nunca ha llegado a nada concreto. Danny Boyle ha comentado en varios ocasiones que es algo que le interesaría que pasara pero tampoco parece demasiado probable. A raíz de tu comentario busqué y al parecer el guionista comentó, tan recientemente como en enero de este año, que estaban nuevamente ‘hablando en serio sobre la posibilidad’.
Lastima que la 2 no sea tan buena, la verda es que igual es de mis pelis favoritas y no solo de zombies.
De mis favoritas, me encanta, muy buena reseña Sam.
Muchas gracias por la reseña Sam, la primera vez que vi la pelicula la ví atada a una silla pues me obligaron a verla y tuve pesadillas tres dias consecutivos, es interesante la diferencia entre los muertos lentos y los infectados rapidos, espero con ansias la tercera parte.
ahh esta pelicula si que me gusto,lastima que la secuela la pierde recio en favor del gore.
Buena reseña Sam