Época de nominados al Óscar, malos subtítulos de toda la vida. Ya llevamos reseñadas 3 de 8 nominadas a mejor película y no pensaba que «Whiplash» fuera a ser la cuarta, pero mientras Cumberbatch viene a mí (o lo más cercano a mí que jamás estará D: ) hablemos un poco de esta musical ganadora de Sundance.
En mi mente «Whiplash» sonaba como muy indie y amarillo.
La película está cosechando premios en gran medida gracias a que J.K. Simmons es un desquiciado capaz de arruinar los sueños de cualquiera. Para mí apenas ayer era un moderado y sabio psiquiatra en «La Ley y el Orden» y ahora lo encuentro destruyendo la vida de un aspirante a músico. Porque la idea de la película básicamente se concentra en eso: ¿Te gustaría ser músico? Espero estés dispuesto a sudar sangre.
Literal y metafóricamente.
La trama es lo de menos y parece querer retorcernos por completo esa eterna idea de ‘sigue tus sueños’ y ‘dedícate a lo que amas’ porque está jodido. Andrew Neimann claramente quiere seguir su corazón y tocar la batería todo el día (y que la gente se enamore de su voz ♫) por lo cual no parece tan disparatado que esté obsesionado con entrar en la banda del director Fletcher, considerada la mejor de la universidad y una de las mejores del país. ¿Pero saben qué? La vida no es fácil.
La vida, de hecho, está como del carajo.
La presentación de la historia revierte maravillosamente esos cuentos de superación en que los obstáculos se muestran gentilmente y los héroes triunfan porque al final todo lo que importa está en tu corazón. Si algo parece querer establecer «Whiplash» es que la pasión cuesta, y duele, y es ingrata y puede que te sirva para un carajo. Pero que uno la sigue porque está demasiado obsesionado como para dar vuelta atrás. O como diría Michael Douglas, porque se ha llegado a ese punto donde te costará más volver al punto de partida que llegar a tu límite. Pero si ese mundo es inmisericorde por un lado, también es cierto que es increíblemente musical y es capaz de transformar todo lo que ves y lo que haces. Y a eso se aferra obsesivamente Neimann en su vertiginoso y rítmico viaje a través de sí mismo y las bandas de jazz escolares.
La película también nos muestra que al parecer no hacen exámenes psicólogicos a los maestros de música en las universidades.
La película tiene dos posibles lecturas y ambas resultan igualmente válidas y esclarecedoras: que uno al final debe aferrarse al talento y atravesar ese infierno si lo que le espera hacia el final es una posible redención, o que en esta idea de llegar a ser el gran artista hay una gran necesidad de aceptación y mucho desequilibrio involucrados. ¿Es Neimann un hombre plenamente convencido de que debe ofrendarse a su arte o un joven con muchos problemas que trata de llenar sus vacíos con música? Ambas posibilidades se presentan con las mismas luces y sombras, y uno de los mayores aciertos de la película reside no sólo en su fantástica música que casi resultará imposible no se quede un poco en la cabeza, sino en su excelente edición de sonidos. El mundo se transformará en un espacio en que todos los tonos, en que los más sutiles movimientos, cobrarán una importancia vital en la gran orquesta de la vida. Ese mundo con tonos dorados y con un toque de misticismo en el que vive Andrew y que lo conforta al tiempo que lo condena con su desoladora realidad.
Desde el punto de vista narrativo «Whiplash» no ofrece demasiado ya que es una historia bastante limitada y que hemos visto anteriormente en diferentes presentaciones. Su protagonista es mayormente antipático y no resulta demasiado difícil ver desde un inicio más o menos por dónde irá la cosa. Pero lo cierto es que entre la increíble fuerza de la actuación de Simmons que es un más que convincente grandísimo hijo de puta, y la maravillosa presentación técnica (fotografía, luces, sonidos), transforman esa historia tantas veces contada de una manera maravillosa. Y uno sin duda se vuelve parte de ese «Whiplash», de ese eterno sonido de batería, de esa abrumadora mirada vacía. Y la película no quiere contar más y no necesita contar nada más para ser efectiva y brutal y musical y terriblemente estresante.
Jóvenes, ustedes no quieren ser músicos, se los aseguro.
Y posiblemente como conjunto no sea una película muy oscarizable, a falta de mayor mensaje moral y mucho estrés psicológico, pero con todos los otros premios que trae encima seguro que no lo necesita. Y bueno, nada de ir al cine esperando ver una película ‘para relajarse’.
Y recuerden que el camino al éxito es largo y sangriento.
«Whiplash» es una película estadounidense del 2014. Dirigida por Damien Chazelle («Guy and Madeline on a Park Bench») y protagonizada por Miles Teller («Divergente», «21 & over», «The spectacular now») y J.K. Simmons («Spider-man», «Juno», «La ley y el orden»). Tiene 8.7 estrellitas en imdb, 7.9 en filmaffinity y 95% en el tomatometro. Seguro que no es para todos pero si algo de la reseña te llamó la atención, ve por ella.
Vi esta película ayer después de estarla postergando y postergando, estoy de acuerdo con lo que expresas Sam pero en lo que más estoy de acuerdo es en eso de que no es una película «Oscarizable»(me encanto ese término), bien me lo dijo un amigo: «no es un tema nuevo lo que trata ya que se ha visto en otras películas sobre todo deportivas», aún así hubo partes harto estresantes que disfrute mucho.
Saludos.
Esta película era una de las que más quería ver y nunca podía verla por tiempo o porque me ponía a ver otras cosas y fue hasta ayer cuando después de ver la película más badass del año pasado, John Wick (Gran gran gran pelicula) me dispuse a ver Whiplash. Soy alguien quien va muy seguido a conciertos de jazz y al ver esta película me identifique y quede encantado con el soundtrack (debo agregar que la secuencia final fuel genial y se me puso la piel de gallina ¡qué manera de terminar la película!). La pelicula te transmite muchas emociones desde la frustración de Andrew y el conflicto en tener que enfocarse y esforzarse en su música y como esto repercute en su vida ajena a la música. La escena del comedor cuando se le da poca relevancia a los logros de Andrew para enfocarse en un mediocre jugador de football fue frustrante jajaja.
Tambien J.K Simmons, ¡Dios mio! Como odie a ese bastardo y la manera de cómo dirigir y poder formar a sus músicos (que yo definiría como «modus operandi») pero tambien sentia cierta empatía porque el realidad el lo que intentaba forjar de cualquier forma un prodigio en la música (incluso si esto lleva a la ruina del músico en cuestión) a base de impartir el más cruel de degradante trato hacia ellos. Gran película, gran soundtrack y gran papel el de J.K Simmons
sam gran contribución y me convenciste voy a ver la película :-D aunque creo que ese no haya sido tu objetivo pero aun asi la vere gracias
Pues a mí me encantó, así que supongo que era un objetivo discreto, jo. ¡Espero que la disfutes!
No suelo prestarle mucha atención a estas películas pero como músico se lo difícil que es estar y sobresalir en el medio. definitivamente la voy ver, gracias por la reseña Sam