Cine 87: Foxcatcher

Se entregan los Globos de Oro, se anuncian los nominados a los Óscares, y como cada año algunos nombres empiezan a hacer ruido por sus constantes apariciones en las listas. Uno de los casos es el de Steve Carell, sorprendiendo en el salto de un actor cómico con una línea bastante establecida a sus diversas nominaciones como mejor actor por su interpretación del personaje real John du Pont. Aplicando la usual estrategia de ‘si quieres un Óscar, tienes que cambiar tu apariencia y verte feo’.

Perturbadoramente feo.

Pero la fealdad de Carell no sostiene una película por entero, y es inevitable notar que el trío del poster se completa con el enorme Mark Ruffalo y el sólo físicamente enorme Channing Tatum. Si uno se dispone a ver la película atraído principalmente por el aspecto más escandaloso del caso real que da origen a la trama, tiene que prepararse para casi dos horas de anticipación y contexto en lo que es una larga y un poco siniestra historia sobre los aspectos oscuros del deporte y las relaciones que se forman en ellos.

Y seguro el deporte favorito de muchos: Lucha grecorromana.

Mark Schultz es un campeón de lucha grecorromana que no está pasando por su mejor momento. Practica con su hermano mayor, Dave Schultz, un hombre mucho mejor dotado para las relaciones interpersonales y el manejo de su carrera. Con una atmósfera desolada y una fotografía donde imperan los tonos fríos, «Foxcatcher» nos va introduciendo en el mundo de un hombre que no ha conseguido brillar pese a sus medallas, convertido en un solitario animal que contrapone su impresionante presencia física con una personalidad que suponemos débil y confundida. Hasta el día en que recibe una llamada, un boleto de avión y una invitación personal a la mansión de uno de los hombres más ricos del país: John du Pont.

Aquí empezaría el sueño utópico de cualquiera o una película de terror, pero para «Foxcatcher» lo que empieza aquí es el delineado de una de sus figuras más importantes, la de un millonario introvertido que se ha creído el grandilocuente discurso patrio y lo ha reinterpretado libremente hacia el deporte. Como si fuese su deber, como gran mecenas de Estados Unidos, el velar por los intereses de los deportistas olímpicos (en la película de manera concreta en la categoría de la lucha, aunque en la vida real incursionó también en otras disciplinas) dando lo mejor de sí: su dinero. Su dinero y una falsa imagen de gran mentor y entrenador, que espera lo convirtieran de manera indirecta en una figura equiparable. Viéndose él también como otro más de esos grandes deportistas en los que tanto esfuerzo y tiempo invertía.

La película es un constante y violento choque de traumas y soledades. Largas secuencias en las que prima la noción del cuerpo, los aspectos más físicos de la lucha, que sólo pueden entenderse a través de las miradas entre unos y otros personajes. Deseos que se interpretan frágilmente en sus relaciones y frustraciones que quedan flotando en el aire y que tienen que expresarse a través de esta obsesiva idea del deporte, del campeón. Un hombre inestable, desolado, acostumbrado a poder comprar todo y que de pronto siente que tiene al alcance un puñado de sueños ajenos que puede convertir en suyos. Un joven que sólo sabe expresarse con los puños, que siempre ha sido dejado de lado, y que reinventa una situación extraña para creerse que por primera vez es él la persona sobre la que está el reflector. El círculo se complica cuando entra el hermano pródigo en escena y es inevitable que como espectadores nos cuestionemos (a base de todo el conocimiento que el cine deportivo nos ha dejado, ja) cuántos vacíos están tratando de llenarse con sudor y músculos. Cuántas cosas no dichas tratan de compensarse en lo que a primera vista podría ser una historia de victorias o derrotas en un pequeño espacio circular.

Y hombres con trajecitos entallados, no olvidemos ese detalle.

Y sin embargo, historia real y todas sus nominaciones aparte, es probable que la mayor fuerza de «Foxcatcher» pueda fácilmente convertirse en uno de sus mayores problemas para muchos de sus espectadores: la profunda construcción, a base de pocas palabras y pocas acciones evidentes, de la relación entre cada uno de sus personajes, incita a tener largos momentos con poca acción, y en general una trama que logra sus mayores emociones en momentos tan clave como miradas en el minuto justo. Eso, si no se es particularmente fanático de las películas de deportes en su esencia más pura (es decir, en las que no dependen de la derrota o victoria, ni siquiera de la acción del deporte en sí mismo) y se tiene en cuenta su duración de poco más de dos horas, puede lograr sin duda que por momentos el ritmo se vuelva quizás demasiado lento.

Y es difícil conciliar este punto con el hecho de que claramente todos los actores están a la perfección en sus papeles y consiguen darle el tono necesario a la historia. Desde Carell cuya transformación es más que convincente y que no se limitó a ser parte de un thriller sólo para demostrar que podría ser siniestro, hasta Tatum que por primera vez hasta nos hace creer que puede ser un buen actor, aunque eso involucre limitarse a papeles de noble bruto. Probablemente tampoco ayuda la larga anticipación del desenlace, que en realidad se va sintiendo desde la primera intervención de Carell, pese a los declarados intentos del director de querer hacerlo ver como una persona ‘que no podría hacer daño a nadie’ (lo que mucha gente declaró de du Pont en su momento). No puedes hacer a un personaje entre lo creepy y lo perverso, en una película caracterizada por su tono lúgubre y sus personajes aislados y desesperados, y esperar que tu protagonista inestablemente rico parezca una buena persona.

No.

Sin duda una película interesante con tensión muy bien lograda y con un excelente cambio de registro para algunos de sus actores, pero que quizás no se vea particularmente favorecida por esta temporada de premios en que todos están sacando sus mejores garras, ni por todas las decisiones creativas de su director. Y eso que tiene la carta de ‘basada en hechos reales’, que sabemos tanto encanta a la academia.

Pero tantos juegan esa carta que es una apuesta difícil.

«Foxcatcher», a la que mágicamente decidieron dejarle su título original, es una película estadounidense del 2014. Dirigida por Bennett Miller («Capote», «Moneyball», «The cruise») y protagonizada por Steve Carell («The office», «Virgen a los 40», «Date night»), Channing Tatum («Magic Mike», «White House down», «21 Jump Street») y Mark Ruffalo («Avengers», «Zodiaco», «Shutter Island»). Tiene 7.4 estrellitas en imdb, 6.8 en filmaffinity y 87% en el tomatometro. Que a mí me parece un poco excesivo y una película para ir advertidos sobre su posible lentitud, aunque bien manejada.