José Quintero define a Buba, su historia y su personaje, alter ego que parte de un plagio, como un «estudio psicopictográfico del alma humana y poesía para jumentos». No necesita aclarar que esa alma humana es oscura, trágica, infantil, amorosa, antigua y muy mexicana. La pequeña Buba, representación gráfica de la hermana menor del autor, aparece por primera vez en el suplemento «Histerietas» del periódico La Jornada en 1989, revestida de ángel desnudo que asesina moscas o menor de edad fumando y hablando de la muerte. Quintero tenía 18 años y si recurrió a este ‘plagio’ ante la ausencia de más ideas, Buba no lo abandonaría a partir de entonces.

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Esta niña con el alma de un anciano no tardó en encarnar la eterna insatisfacción con el mundo. Con una visión fatalista del mundo, las breves historias de Buba fueron abarcando todos los temas posibles: política, literatura, romance, rock, refranes, religión y un largo etcétera. Ante la ausencia de una línea narrativa clara, todo puede encontrar lugar en el Planeta Buba, el universo reinventado por Quintero con tinta y un particular y oscuro sentido del humor.

buba3En «Buba Volumen 1.2», el autor nos hace un recorrido por su obra a lo largo de los años, desde su primera publicación hasta viñetas inéditas para esta edición del 2007. Dicho recorrido es irregular, no siempre demasiado cronológico, y con el único propósito de retratar a Buba en su perpetuo estado de cambio. Explicaciones sobre detalles al caso de tiras antiguas que son enmarcadas por otras recientes. Comentarios que muchas veces no van más allá de ‘lo que hay que hacer para entretener al lector’ y cambios de página en los que la diferencia estilística es más que evidente. Es éste posiblemente el mejor modo de adentrarnos a un cómic que no buscaba siempre ajustarse a un tiempo o momento específico, que ha ido mutante incluso dentro de una misma página y que no se ha limitado a una sola estructura técnica o formal. Buba es siempre una niña enfrentando un mundo difícil, pero es también la representación apropiada de diversos conceptos, sentimientos, estados de ánimo. Y como tal es mudable, y son sus metamorfosis las que le han permitido vivir a lo largo de tantas páginas.

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Estas cualidades formales, que no se ajustan a un solo tipo de presentación, le dan una cierta característica de cómic más dinámico, a lo que se suma el fantástico y barroco uso que Quintero hace de los elementos extra. Si lo mismo puedes encontrarte con una viñeta de una tira, de una página, de media página, dos tiras engranadas en una misma página; no hay que dejar de prestar atención a todos los detalles que enmarcarán la idea principal (ya que en pocas ocasiones podrá considerarse como una trama en sí): títulos, comentarios al pie, juegos caligráficos, viñetas auto-conclusivas agregadas. Todo lo cual refuerza de alguna manera la sensación de que «Buba» es todo un universo y no sólo un conjunto de acciones o palabras. Un universo que además es bastante caótico y lúgubre, y que en muchas ocasiones puede identificarse directamente con la Ciudad de México.

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Pero sin duda uno de los elementos más destacados y particulares de la historieta de «Buba» es la apropiación de la poesía en un formato del que suele estar tan alejada como son los cómics. Si bien al inicio no fue planteada como tal, aunque sus textos trataran muchas veces temas abstractos que buscaban acercarse más a una emoción que a una trama, tras el primer año las viñetas fueron llenándose de poesía, al grado de llegar a conformar la espina dorsal del cómic a día de hoy.

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Y es que no resulta ver la gran cantidad de influencias mítico-musicales que Quintero, quien fuera estudiante de Filosofía y Letras, va hilando de manera caótica y armoniosa a la vez en sus viñetas. Aprovechando todas las herramientas y espacios a su disposición para hacer de Buba la posibilidad: una niña con mil máscaras y mil historias, una niña que puede ser lo mismo un hombre enamorado que un personaje-autor firmándole un autógrafo a Dios (personaje bastante regular). Y ahí donde entra el verso y lo transforma todo, Buba se erige no sólo como un clásico indudable del cómic mexicano sino como un personaje único en un mundo con el que todos podemos sentirnos un poco identificados. Porque como bien reflexiona el autor en las páginas de este volumen: ¿Por qué será que nos resultan tan entrañables los personajes que sufren más que nosotros?

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Y esta compilación de poco menos de 100 páginas es sólo una pequeña muestra guiada de lo que ha sido Buba a lo largo de los años y lo que puede todavía ser, ya que podemos seguir las nuevas metamorfosis del personaje y el autor a través del sitio Planeta Buba y lo que parece ser un blog de Quintero.

Y volver una y otra vez sobre las viejas viñetas. Porque uno no deja de descubrir un buen texto. Como en la buena poesía y en los buenos cómics.

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