En la historia del cine del terror hay ciertos clásicos que incluso tras el paso de los años se presentan como historias distintas, únicas, ya sea por sus propuestas narrativas o por el modo en que fueron abordado por sus autores, independientemente de su contexto y sus circunstancias. «Los ojos sin rostro», que representaría para el cineasta francés George Franju casi su inicio en el cine documental, y su primer acercamiento a ese ‘género menor’ como siempre se ha considerado al cine de terror. Basada en la novela de Jean Redon y por sugerencia del productor Jules Borkon, quien quería aprovechar la popularidad del cine de terror inglés en Francia durante finales de los 50 para impulsar este tipo de producciones entre los directores franceses, Franju se encontró de pronto con el Doctor Génessier y su enigmática hija Christiane.

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Tras un accidente automovilístico que desfiguró su rostro, la hija del reconocido Dr. Génessier desaparece, por lo que tras la aparición de un cadáver con similares características es llamado a la estación de policía para reconocerlo. Él señala que se trata sin duda del cuerpo de su hija, y en su aparente luto se retira a su lejana mansión/clínica. La historia, claro, es otra. Christiane, ahora despojada de rostro, se encuentra encerrada en ese enorme mansión hasta que su padre sea capaz de devolverle el rostro a como dé lugar. Aunque eso implique secuestrar jóvenes similares a ella para intentar desesperadamente ese dramática transplantación.

eyeswithout3Si la primera cuestión a la que parece invitarnos la trama es a reflexionar hasta dónde es capaz de llegar un padre por su hija, la historia nos coloca rápidamente en la piel de Christiane, una joven atrapada en su propia vida, deseosa de recuperar la belleza perdida pero que no tarda demasiado en horrorizarse de los límites a los que eso ha orillado a todos. Deseosa de un rostro pero cansada de portar la máscara que le devuelve uno, los antiguos rasgos del suyo. Esta difícil dicotomía entre el amor y la obsesión es la que rompe con el tópico del científico loco sobre la que originalmente se fundamentaba la trama, convirtiéndola no sólo en una historia más humana (y más siniestra por ello) sino también apartándola de los recursos más fáciles del horror hasta el momento. Franju aporta su ingenio para alejarse de cualquier elemento que pudiera llamar la atención de los censores europeos (franceses, ingleses y alemanes especialmente), a la vez que ya su anteriormente poético estilo para hacer de una historia de terror una poética oda a la angustia. Sin duda la emoción más fuerte de toda la puesta en escena, por encima de sus impactantes escenas quirúrgicas y su limitada muestra de sangre.

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Sin duda la película aprovecha a la perfección el tema de la preocupación por la identidad, que ha formado parte del género del terror desde sus inicios, dándole un giro particular e íntimo a través del retrato de esta joven sin rostro. La opresión de las enormes pero cerradas locaciones, las oportunas apariciones de animales como únicas compañías, las motivaciones personales que han llevado a cada uno de sus personajes a la locura, ocupan un lugar central en lo que parece proponerse en un primer momento como una historia policíaca sobre desapariciones de jóvenes. Y es que son en gran medida esos ‘ojos sin rostro’ que asoman a una bella pero fría máscara los que van guiando una historia donde el deseo de ser (o la obsesión del no ser) se vuelve el único mundo posible.

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El cuidado con la intromisión de elementos que pudieran disgustar a los censores de varios países fue un rato, ya que varios de los puntos a considerar eran parte fundamental de la trama: no demasiada sangre, que no le gusta a los censores franceses; no mostrar animales siendo torturados, que no le gusta a los censores ingleses; no pasarse con los personajes de científicos locos, que no le gusta a los censores alemanes. Aunque el tono final y la proporción de estos elementos no puede ser más que apropiada en un filme tan oscuro como bello, la recepción inicial de la película fue de tibia a negativa, con las notas que siempre suelen caracterizar a las películas de terror que trasgreden su momento histórico. Reseñistas que estuvieron a punto de ser despedidos por escribir que les había gustado la película en países donde fue mayormente rechazada, otros cuyas críticas mencionaban que era ‘la película más desagradable a la fecha’, personas que se desmayaron al verla en festivales o salas que fueron quedándose vacías en sus exhibiciones.

eyeswithout7Algunos años le tomaría al mundo redescubrir esta fantástica pieza en su justa medida. Desde entonces se ha vuelto una infaltable en colecciones de culto, en listas sobre lo mejor del género, y una inspiración constante para tantos otros directores que quisieron regresar a la obsesión del rostro. Hay reproducciones bastante evidentes como «Gritos en la noche» de Jesús Franco, o «Faceless» del mismo director. Muchas otras películas menos conocidas que tratarían de reproducir la fórmula como «Atom age vampire» o «Corruption». Grandes menciones al título como la de John Carpenter diciendo que de ahí se inspiró para crear la máscara sin rasgos de Michael Myers para la serie de «Halloween».

Si bien no deja de parecer una pequeña anomalía en su momento, y es probable que dentro de las menciones históricas no llegue a estar a la altura de sus contrapartes angloparlantes, «Los ojos sin rostro» es una muestra de las posibilidades del cine de terror más allá de ser visto como un género menor. Bella, angustiante y profunda. Sin duda un clavado a los abismos de la identidad.

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«Les yeux sans visage» o «Eyes without a face» o «Los ojos sin rostro» es una co-producción entre Francia e Italia de 1960. Dirigida por George Franju («El pecado del padre Mouret», «Judex», «Tomas el impostor») y protagonizada por Pierre Brasseur («Los niños del paraíso», «Rey de corazones», «Le quai des brumes»), Edith Scob («Holy motors», «Vidocq», «Summer hours»), Alida Valli («Senso», «Suspiria», «The third man»), Juliette Mayniel («Les cousins», «Todos somos cobardes», «Flatfoot»), Francois Guérin («La derrota gloriosa», «La vie d’un honnête homme», «Rafles sur la ville») y Alexandre Rignault («Mon oncle d’Amerique», «Le retour de Don Camillo», «La chienne»). Tiene 7.8 estrellitas en imdb, 7.5 en filmaffinity y 98% en el tomatometro. Así que ya saben. Pueden rentarla y/o comprarla online en Amazon, Itunes y ¿Netflix? (no sé si ese profile significa que es posible verla).