«Marvels», el título que catapultó la más que merecida fama del ilustrador Alex Ross, se presentó en un primer momento como una serie de 4 tomos cortos de unas 45 páginas, a los que se les agregaría después un tomo introductorio de 17 páginas que se enfocaba en la idea original de la Antorcha Humana y que retrataba de manera bastante adecuada las intenciones de la serie completa.
Las ilustraciones de Alex Ross son para contemplarse en todo su esplendor.
Acostumbrados a verlo como un nombre de marca, es posible que no siempre pensemos en lo que significa este sobrenombre de ‘marvels’. Cuáles son esas maravillas y cómo irrumpen en un mundo *real* que de pronto se encuentra poblado de seres fantásticos con poderes increíbles. Y pocas metáforas resultan tan adecuadas en este punto como la de «Frankenstein» o el Prometeo Moderno. Sobre todo en el caso de esta primera Antorcha Humana artificial, este deseo de creación que sobrepasa los límites de la razón y se ciega ante las posibles consecuencias. Esta Antorcha es una criatura que no es enteramente humana pero tampoco es un por completo un fenómeno. Es una anomalía disfrazada. Una maravilla.
Hemos visto desfilar toda clase de personajes enfundados en mallas y colores brillantes, con poderes cada vez más increíbles y tramas cada más más intergalácticas y mortales. Y no siempre pensamos en el origen. No en la mordida de la araña, el viaje hacia el núcleo del sol, el quiebre exacto de la cadena de ADN. El Origen: el primer momento en que una persona levantó la vista para encontrar su cielo poblado de esos ídolos. El primer extravagante titular que tuvo que advertir a sus lectores que algo así como un super-humano se encontraba ahora entre ellos. Phil Sheldon es una de estas personas, un reportero que se preocupaba por la Segunda Guerra Mundial cuando chocó de golpe con una realidad mucho más extraña.
Y es a través de la mirada de Phil Sheldon que seguimos un periodo de más de tres décadas en las que se enmarcan muchos de los principales eventos del universo Marvel. La aparición de héroes y villanos, las constantes batallas, las constantes acusaciones, el amor y el temor a manos llenas. Lo que importa ya no es seguir la acción, al personaje fantástico, la pelea a muerte. Estamos de pie del otro lado de esa realidad, en el punto más mundano y menos superpoderoso del panorama. Somos el público asombrado que mira y no siempre entiende a estas maravillas.
«Marvels» maneja, con su toque particular, la línea usual de ‘toma un universo fantástico y trata de presentarlo con cierta verosimilitud’. Es imposible quitarle lo ‘super’ a estos superhéroes pero sí podemos tratar de entender cuál fue el proceso que se atravesó socialmente para aceptarlos como algo normal. La situación se complica cuando pensamos que Marvel con casi todos sus personajes ha añadido siempre un componente algo existencialista a esta relación entre dos mundos distintos. No es la fácil adoración que Superman recibe casi unánimemente, no es tampoco la reflexión sobre la figura de Batman como un individuo que parece oscilar entre el bien y el mal. Marvel siempre ha mantenido relaciones de amor-odio con sus personajes. Spider-Man pasa tanto tiempo siendo miserable y perseguido por los periódicos, los X-Men son odiados y temidos por su condición de mutantes, al mismo tiempo que Reed Richards y Sue Storm ocupan las páginas de las revistas de chismes y el ejército de los Estados Unidos adora al Capitán América. ¿Cómo sucede esto? ¿En qué punto se da este quiebre?
«Marvels» consigue sus puntos más fuertes en un terreno peligroso. Hay una reflexión que no sólo es genuinamente humana sino que consigue explicar muchas de las aparentes contradicciones del universo Marvel. Lo que en otras sagas puede parecernos un deseo arbitrario de culpar a un personaje, aquí tiene un sentido que hila de manera armónica la trama y consigue momentos realmente poderosos. Situación que, claro, se ve bastante favorecida por el hecho de que las ilustraciones son ya muy épicas por sí mismas.
El único posible problema es el hecho que todo esto se concentre en una sola mirada, la de Phil Sheldon. Que si bien es un personaje bastante adecuada para la labor, por momentos puede llegar a parecer forzado que encierre en sí mismo todas estas contradicciones de manera tan drástica. Sobre todo si deben mostrarse en su totalidad sin llegar a las 200 páginas. Y si bien este recorrido lineal, cronológico y muchas veces emocional se justifica precisamente cuando nos acercamos hacia el final de la historia (un final, una vez más, tan fantástico como humano), en algunos puntos intermedios puede parecer que nos encontramos con pequeños baches que hacen decaer un poco la impresión general. Que no por eso deja de ser altamente positiva.
¿Necesito mostrar otra ilustración para enfatizar mi punto?
También es cierto que es difícil no pensar en dos años después Alex Ross haría lo propio con el otro universo, DC, ilustrando y co-escribiendo «Kingdom Come», una historia que también reflexionaría sobre esta cualidad de lo maravilloso en el mundo de los cómics. Ya nos tocará hablar al respecto.
lo que no me gusta de Alex Ross es que los personajes siempre siempre se ven gordos y cachetones.
Buen cómic una obra maestra de Kurt Busiek.
¿No has pensado en hacer una reseña de born Again de Miller?
La verdad no lo he leído (no estoy muy metida en el mundo de Daredevil) pero lo apunto en la larga lista de recomendaciones a ver si le toca en algún momento. Saludos.
Que loco este fue el regalo de aniversario de 4 años de mi novia XD se me hizo curioso ver un articulo en esta pagina sobre «MARVELS». lo curioso es que lo encontro en una tienda de tipo W*ll Mert por no decir marcas, bien escondido. saludos banda chido el articulo. :laugh:
no solo kingdom come de dc sino los otros números de dc de alex ross y paul dini de shazam , batman , wonder woman y superman son grandes cómics
Me encanto! :D jeje sencillamente genial sip, Marvels es de esos favoritos que todos deberíamos leer al menos una vez