Tanto esperarla (sin saber si se estrenaría) y luego tanto esperar para reseñarla y ahora está aquí. La cereza en el cornetto de la trilogía de Sangre y Helado.
Con una diferencia de tres años entre las dos primeras películas de la trilogía, Edgar Wright se había hecho del rogar para regalarlos su último sabor de helado: menta con chispas de chocolate. Y para traernos de vuelta a ese dúo fantástico que es Simon Pegg (además co-guionista de la trilogía) y Nick Frost. A los que les sumamos de entradísima a Bilbo Watson, aka Martin Freeman. Y bares y acción y pequeños y pintorescos pueblitos ingleses que esconden más de una sorpresa. Porque ya todos sabemos de qué va la película, ¿no?
Lo siento, era un chiste demasiado fácil.
Si han visto ya alguna de las películas anteriores, «Shaun of the dead» (quizá uno de los pocos ejemplos de traducciones de títulos que me parecen más que adecuadas: «El desesperar de los muertos») (btw, en España se llama «Zombies party», porque obviamente eso es una traducción) y «Hot fuzz», ya saben cuál es la estrategia usual del director en estos casos. Tomar un género clásico de cine, añadirle una historia en apariencia mundana que involucre amor, amistad, lealtad; mezclarlo todo homogéneamente y esperar resultados explosivos. Literalmente explosivos.
Nótese la explosión detrás.
Simon Pegg ya ha salvado a la nena, ya ha redimido al pueblo, ahora quizás sea tiempo de que se enfoque en sí mismo. «El Fin del Mundo» (tan bonito que suena así, solo, sin ese ‘una noche en…’) inicia como una apología obsesiva a la adolescencia, al pasado, a los buenos tiempos. Un grupo de jóvenes terminan la escuela y se proponer recorrer todos los bares del pueblo para celebrarlo. O para probarse. Una especie de pequeño y provinciano *camino del héroe*. No lo logran pero incluso en el fracaso se queda la promesa: ‘ese iba a ser el inicio de nuestras vidas’.
Voy a suponer que muchos de ustedes ya saben que la vida no funciona así.
Simon se tardó un poco más en descubrirlo.
El Fin del Mundo es la reunión, es «Los tres mosqueteros» 20 años después. Un grupo de hombres que han seguido con su vida, logrado ciertas cosas y que de pronto se encuentran de frente con todo lo que dejaron atrás, incluyendo a uno de ellos que jamás salió de ese pasado. Pero el recorrido empieza de nuevo: 12 bares, una pinta en cada bar. Los recuerdos y los resentimientos y todas las cosas que no quedaron resueltas. ¿No son todas las reuniones generacionales un poco el fin del mundo?
¿No todas las reuniones generacionales involucran alienígenas robots?
Como las otras películas de la trilogía, la historia puede verse en dos niveles. El primero es el de la trama inmediata, íntima. En este caso enfocada en la amistad y los recuerdos. Es sin duda una película mucho más madura, tanto en el humor como en la complejidad de los personajes, y esa noción del tiempo (ya sea en las referencia a las vidas de los personajes hasta el tiempo que ha pasado desde que Wright comenzara a dirigir películas protagonizadas por Pegg y Frost) le da una nueva dimensión a la película. Uno quizá no creció en pequeños pueblos ingleses con un montón de bares pero sin duda podrá sentirse identificado con alguna de las tantas implicaciones de los personajes sobre la adolescencia, la *madurez*, los regresos.
Hay arquetipos para tirar pa’rriba.
Sin abusar de su condición de comedia (pero también sin olvidarla), resulta una película tan entretenida como emotiva y divertida. Y todo eso sin que se hayan aparecido todavía los elementos extraordinarios. Que este verde menta es una clara referencia a la ciencia ficción, un género que Wright se toma con toda la *seriedad* que se merece.
Un género muy serio.
Lo cual nos lleva al segundo nivel: el género o la metáfora. Aprovechando las estructuras clásicas y su tradición, Wright reproduce y renueva las historias de ciencia ficción que hicieron las delicias de varias crisis históricas. Con varios guiños a diferentes películas, de la que más bebe es sin duda de la fantástica «La invasión de los ladrones de cuerpos» (sí, estoy pensando en la versión de los años 50). Una trama que se fijaba tanto en el temor paranormal que representaba estos ‘ladrones de cuerpos’ como en la repercusión que tenían en las relaciones sociales y personales. Con una premisa muy parecida, «Una noche en el Fin del Mundo» actualiza también el contexto de la historia original, una suerte de paralelismo con los obsesivos temores que la Guerra Fría alentó. Pero donde un cuerpo usurpado (o un usurpador de cuerpos) podía entenderse como una representación de los comunistas, aquí la metáfora va hacia un elemento mucho más moderno.
¡Las mil adaptaciones de «Sherlock Holmes»!
Exacto, las abrumadoras nuevas tecnologías.
Wright llena de su película con varias referencias, guiños, comentarios que van desde el humor más culto al más mundano, consiguiendo un producto que funciona de manera increíble, sin importar si ustedes leen en ello todas mis sobre-interpretaciones de las metamorfosis del género o sólo van a disfrutar de una película de comedia que involucra valiosos elementos como son el alcohol y los extraterrestres.
Sobre todo el alcohol.
Edgar Wright es uno de esos pocos directores actuales en los que siento que puedo confiar siempre, así esté dirigiendo una comedia romántica de zombies (toma eso, «Warm bodies») o «Scott Pilgrim». Sé que me garantizará risas, acción, una excelente dirección, un reparto inmejorable y un enfoque único a cualquier tema al que se aproxime. ¡Y ahora va a dirigir una película de *superhéroes*! (Es un poco raro llamar superhéroe al Hombre Hormiga). Julio del 2015, no puedo esperar.
«The World’s End» o «Una noche en el Fin del Mundo» es una película inglesa del 2013. Dirigida por Edgar Wright («Shaun of the Dead», «Hot Fuzz», «Scott Pilgrim») y protagonizada por Simon Pegg («Shaun of the Dead», «Hot Fuzz», «A fantastic fear of everything»), Nick Frost («Shaun of the Dead», «Hot Fuzz», ¿sueno un poco repetitiva?, «Attack the block»), Martin Freeman («El Hobbit», «Sherlock», «Love actually»), Paddy Considine («Bourne ultimatum», «Cinderella man», «Dead man’s shoes»), Eddie Marsan («Sherlock Holmes», «V for Vendetta», «El ilusionista») y Rosamund Pike («Orgullo y prejuicio», «An education», «Die another day»). En imdb tiene 7.4 estrellitas y yo le pondría hasta un poquito más. No tuvo una muy extensa distribución y cada vez está en menos cines, así que aprovechen.
hey! no que no te gustaban las comedias???? es broma! buena reseña sam! la veré!
Yo sé, de hecho lo pensé mientras escribía la reseña. Creo que es de los géneros que menos me gusta en general, pero siempre hay gloriosas excepciones, y Edgar Wright es una de ellas.
siento que en esta ocasión si le quedo mal la redacción, yo la verdad no se de que me esta hablando, es esta película secuela de otras? la cosa va de extraterrestres? le pareció Scott Pilgrim una buena película? lo sentí muy enredado.
Sam, disculpa que hable de otro tema que no sea la pelicula, pero me gustaria recomendarte «Septimo» una pelicula independiente que tiene posibilidades por el oscar de mejor pelicula extranjera.
No se si la podras ver en cines por ser una produccion argentina, pero si la podes ver de alguna forma te recomiendo que la veas
Aquí luego se estrenan algunas películas argentinas, sobre todo cuando consiguen cierto reconocimiento internacional, sólo que suelen tardarse algunos meses. Estaré pendiente para verla o conseguirla cuando sea posible (sobre todo si termina siendo seleccionada al óscar), gracias por la recomendación.
HOOOOO! Mi no creerlo, vi Hot Puzzy Aka. «Los Super Policias» y simplemente me encanto, caray, tengo que ver la anterior y la nueva, simplemente excelente.
jajajajja…. se me fue la letra… Jue Terible, por andar jugando con las palabras, HOT FUZZ, lo lamento XD
Jajajajajajajaja ¡desliz freudiano!
me encantan las reseñas de peliculas,SON GENIALES :D
¡Gracias!
Ves te dije que no te resistirías a reseñarla :P